Psicologia Transpersonal ( parte II ) Stanislav Grof
Los cambios de influencia
directiva de las matrices dinámicas pueden ocurrir como resultado de diferentes
procesos bioquímicos y fisiológicos dentro del organismo o inducidos por
diversas influencias externas de naturaleza física o fisiológica. Las sesiones
experienciales vienen a ser una intervención profunda en la dinámica de los
sistemas directivos en la psique y su interacción. Un análisis detallado de la
fenomenología de las sesiones experienciales profundas indica que en muchas
ocasiones las mejorías repentinas y dramáticas ocurridas durante la terapia
pueden explicarse como un cambio de influencia directiva, de estar bajo la de
un sistema negativo a un estado en que el individuo está bajo la influencia
selectiva de una constelación positiva. Un cambio de este tipo no significa
forzosamente que todo el material que subyace en la psicopatología en cuestión
haya sido trabajado a fondo. Simplemente representa un cambio dinámico interno
de dominio de un sistema a otro. Esta situación, a la que podemos llamar
transmodulación, puede ocurrir a diversos niveles.
Un cambio de dirección que involucre constelaciones biográficas
recibirá el nombre de transmodulación COEX. Un cambio dinámico semejante que
represente pasar de una matriz perinatal a otra recibirá el de transmodulación
MPB. Y por lo tanto, una transmodulación que involucre sistemas directivos
funcionales en la esfera transindividual del inconsciente recibirá el nombre de
transmodulación transpersonal.
Una transmodulación positiva típica tiene una trayectoria de dos fases.
Involucra una intensificación del sistema negativo dominante y un salto brusco
hacia uno positivo. Sin embargo, un sistema positivo potente a mano puede
dominar la sensación experiencial desde el principio, al tiempo que el sistema
negativo retrocede a un segundo término. No siempre se da una mejoría clínica
cuando se pasa de una constelación dinámica a otra. Existe la posibilidad de
que como resultado de una sesión mal resuelta y poco integrada se dé una
transmodulación negativa (el paso de un sistema positivo a uno negativo). Ésta
se caracteriza por la súbita aparición de síntomas psicopatológicos que no se
advirtieron antes de la sesión. Es poco probable que se dé tal situación
cuando la sesión es dirigida por un terapeuta entendido y experimentado, e
indicaría la necesidad de una nueva sesión en un futuro próximo para completar
la gestalt.
Otra posibilidad interesante es el paso de un sistema negativo a otro de
naturaleza también negativa. La manifestación externa de este fenómeno
intrapsíquico es un cambio cualitativo notable de un síndrome clínico a otro.
En ocasiones, la transformación llega a ser tan dramática que el paciente se
sitúa en pocas horas en una categoría clínica completamente diferente.' Aunque
la condición resultante parezca exteriormente completamente nueva, todos sus
elementos esenciales existían en potencia en el inconsciente del paciente
antes de que tuviera lugar.el cambio dinámico. Es muy importante recordar que
la terapia experiencial además de trabajar meticulosamente sobre el material
inconsciente, involucra cambios drásticos de dirección, que se traducen en
alteraciones de su conexión experiencial.
Los cambios terapéuticos relacionados con el material biográfico son de
importancia menor, excepto aquellos relacionados con reviviscencias de traumas
físicos importantes en las que peligró la vida. El poder terapéutico del
proceso experiencial aumenta considerablemente cuando la autoexploración
alcanza el nivel perinatal.' Vivencias sucesivas de muerte y renacimiento
pueden dar como resultado un alivio notable de una amplia gama de problemas
psicosomáticos, incluso su desaparición. Las matrices perinatales representan,
como ya se ha expuesto detalladamente, un importante depósito de emociones y
sensaciones físicas de una intensidad extraordinaria, verdadera matriz de
muchas y variadas psicopatologías. El modelo perinatal proporciona, además,
una explicación natural a diferentes síntomas y trastornos psicosomáticos.
Muchos aspectos de estos fenómenos, al igual que su interrelación, pasan a
tener un significado profundo cuando se les considera en el contexto del
trauma del nacimiento.
No ha de sorprender, pues, que la vivencia intensa de secuencias de
muerte-renacimiento se asocie con la mejoría clínica de una amplia variedad de
trastornos emocionales y psicosomáticos, desde depresión, claustrofobia y
sadomasoquismo, pasando por alcoholismo y adicción narcótica, hasta soriasis,
asma y jaqueca. Además se pueden derivar de una manera lógica nuevas estrategias
con relación a algunas formas de psicosis, si se acepta la conexión de tales
manifestaciones psicopatológicas con matrices perinatales.
Sin embargo, las observaciones más interesantes y estimulantes de la
terapia experiencial son las relacionadas con el potencial terapéutico de la
esfera transpersonal de la psique. En muchas ocasiones, se dan síntomas
clínicos concretos que están arraigados en estructuras dinámicas de naturaleza
transpersonal y no pueden ser resueltos a nivel de vivencias biográficas, ni
siquiera perinatales. En estos casos, para resolver el problema emocional,
psicosomático o interpersonal determinado, el cliente debe experienciar series
de vivencias profundas de naturaleza claramente transpersonal. Muchas de las
extraordinarias observaciones, sumamente interesantes, ofrecidas por la terapia
experiencial apuntan hacia la necesidad de incorporar la dimensión y
perspectiva transpersonal en la práctica diaria psicoterapéutica.
Síntomas emocionales y psicosomáticos que no hallaron soluciones ni a
nivel biográfico ni perinatal resultan, algunas veces, considerablemente
mitigados e incluso llegan a desaparecer cuando el sujeto confronta diversos traumas
embrionarios. La reviviscencia de tentativas de aborto, enfermedades maternas
o crisis emocionales ocurridas durante el embarazo, al igual que las vivencias
fetales de ser deseado (útero repulsivo), pueden tener un gran valor
terapéutico. Los cambios terapéuticos relacionados con vivencias de
encarnaciones anteriores pueden ser particularmente dramáticos. A veces éstas
tienen lugar paralelamente a fenómenos perinatales, otras veces como gestalts
experienciales independientes. Las vivencias ancestrales pueden jugar,
también, un papel similar; cuando esto ocurre, los síntomas desaparecen al
permitirse el paciente vivencias que parecen involucrar recuerdos de sucesos de
las vidas de sus antepasados. He visto asimismo individuos que identificaron algunos
de sus problemas con conflictos internos entre las familias de sus antepasados
y los resolvieron a este nivel.
Algunos síntomas psicopatológicos y psicosomáticos pueden ser
identificados como reflejos de una conciencia animal o vegetal emergente. En
estos casos, será necesaria una completa identificación experiencial con el
animal o planta para solucionar los problemas en cuestión. Otras veces se hace
patente a lo largo de las sesiones experienciales, que algunos síntomas,
actitudes y conductas son manifestaciones de un esquema arquetípico latente.
Las formas energéticas pueden tener en ocasiones una calidad tan extraña que su
manifestación se parece a lo que se ha conocido con el nombre de «posesión
demoníaca», y los procedimientos terapéuticos pueden compartir muchas
características con el exorcismo, practicado por la iglesia medieval, o con la
expulsión de espíritus malignos de las culturas aborígenes. Merecen especial
mención en este contexto las sensaciones de unión cósmica, identificación con
la mente universal, o vivencias del vacío supracósmico y metacósmico. Su
potencial terapéutico es enorme y no se justifica mediante las teorías actuales
basadas en el paradigma newtoniano-cartesiano.
Una de las paradojas de la ciencia moderna, que constituye al mismo
tiempo una gran ironía, es el hecho de que las vivencias transpersonales, que
hasta hace poco eran consideradas indiscriminadamente como psicóticas, tengan
un potencial curativo enorme, que trascienda las posibilidades del arsenal de
la psiquiatría contemporánea. Sea cual sea la opinión profesional y filosófica
del terapeuta respecto a la naturaleza de las vivencias transpersonales,
debería de tener en cuenta su potencial terapéutico, y apoyar a sus pacientes
si su autoexploración voluntaria o involuntaria les lleva a los dominios
transpersonales.
En un sentido más amplio, los síntomas psicosomáticos indican un
bloqueo de la corriente energética y son, en última instancia, el intento de
expresión de vivencias potenciales condensadas que pugnan por salir a la
superficie. Su contenido puede consistir en ciertos recuerdos de la infancia,
emociones difíciles acumuladas a lo largo de toda una vida, recuerdos de
momentos del parto, constelaciones del karma, modelos arquetípicos, episodios filogenéticos,
identificaciones con animales o plantas, manifestaciones
de energía demoníaca, y muchos otros fenómenos. En estos casos, los
mecanismos terapéuticos han de ofrecer, para ser eficaces, la liberación de la
energía bloqueada y facilitar su expresión tanto vivencial como funcional, sin
limitaciones ni ideas preconcebidas acerca de la forma que tomará dicha
expresión.
La conclusión de una gestalt experiencial trae consigo logros
terapéuticos, tanto si se llega o no a la comprensión intelectual de los
procesos que tienen lugar. Hemos presenciado, tanto con el uso de la terapia
psicodélica, como durante sesiones experienciales apoyadas en la técnica de
integración holonómica, la resolución sorprendente y de efectos duraderos de
diversos problemas, a pesar de que en ocasiones los mecanismos involucrados
fueran más allá de cualquier tipo de comprensión racional. El siguiente caso
puede servir de ejemplo:
Hace algunos años, tuvimos en nuestro grupo a una mujer (que llamaremos
Gladys), quien desde hacía años sufría ataques depresivos diarios. Se
iniciaban normalmente alrededor de las cuatro de la madrugada y duraban varias
horas. Era incapaz de movilizar los recursos personales necesarios para
afrontar los quehaceres diarios.
Participó en una de las sesiones de integración holonómica de nuestro
grupo. En esta técnica se combinan control de la respiración, música evocativa
y ejercicio corporal, y es, exceptuando la terapia psicodélica, el enfoque
experiencial más potente que conozco.
Su respuesta a la sesión respiratoria consistió en una extraordinaria
movilización de energía corporal, pero sin llegar a una resolución, situación
que es bastante excepcional en nuestro trabajo. A la mañana siguiente, la
depresión se hizo presente como siempre, pero mucho más profunda que nunca.
Gladys llegó en un estado de gran tensión, ansiedad y depresión. Fue necesario
cambiar el programa de la mañana e invitarla a llevar a cabo, sin pérdida de
tiempo, una labor experiencial.
Le pedimos que se tumbara con los ojos cerrados, que acelerara la
respiración, escuchara la música que sonaba y se abandonara a cualquier tipo de
vivencias que pugnara por aflorar. Gladys fue presa de temblores y otros signos
de agitación psicomotriz durante unos cincuenta minutos; gritó y luchó con
fuerza contra enemigos invisibles. Retrospectivamente nos dijo que parte de su
vivencia había consistido en una reviviscencia de su propio parto. Llegado un
momento, sus gritos se hicieron más articulados y parecieron tomar la forma de
palabras en un idioma extranjero. Le pedimos que emitiera los sonidos sin
juzgarlos intelectualmente. Súbitamente sus movimientos se hicieron más
estilizados y enfáticos, y entonó lo que parecía ser una poderosa plegaria.
El impacto de este suceso sobre el grupo fue extremadamente marcado.
Sin entender las palabras emitidas, la mayoría de los componentes se sintieron
profundamente conmovidos y empezaron a llorar. Al final de su cántico, Gladys
se sumió en un estado de éxtasis, felicidad e inmovilidad total, que duró más
de una hora. No pudo explicar, en retrospectiva, lo que le había pasado y
afirmó no tener idea en qué idioma había cantado.
Un psicoanalista argentino, que formaba parte del grupo, reconoció que
Gladys había cantado en perfecto sefardí, lengua que conocía, y tradujo sus
palabras: «Sufro y siempre sufriré. Lloro y siempre lloraré. Rezo y siempre
rezaré.» Gladys no hablaba tan siquiera español moderno y no tenía idea de la
existencia del sefardí.
En otras ocasiones hemos presenciado cánticos shamánicos, don de
lenguas, o auténticas voces de animales de especies variadas, siempre con
consecuencias igualmente beneficiosas. Debido a que no existe un sistema
terapéutico que pueda predecir acontecimientos de esta clase, la única
estrategia inteligente es confiar implícitamente en la sabiduría intrínseca del
proceso.
Los síntomas psicopatológicos están relacionados a menudo con más de un
nivel de la psique o zona de la conciencia. Concluiré esta sección sobre
mecanismos efectivos psicoterapéuticos y de transformación de la personalidad,
con la narración de nuestra vivencia con uno de los participantes en las
sesiones en grupo de cinco días, quien desde entonces se ha convertido en un
íntimo amigo nuestro.
Norbert, psicólogo y sacerdote, había sufrido intensos dolores en el
hombro y músculos pectorales durante años. Los repetidos exámenes médicos y
radiografías no dieron con una explicación orgánica para sus males, y las
tentativas terapéuticas fueron infructuosas. A lo largo de la sesión de integración
holonómica tuvo serias dificultades para tolerar la música y tuvimos que
animarle para que continuara con el proceso, a pesar de sentirse sumamente
incómodo. Los dolores agudos en el hombro y pecho se prolongaron durante una
hora y media aproximadamente; luchó violentamente, como si su vida estuviese
en peligro, tosió, mostró signos de asfixia y profirió fuertes y variados
gritos. Posteriormente se tranquilizó, relajándose y serenándose. Nos informó,
con gran sorpresa por su parte, que la vivencia había liberado la tensión de
su hombro y que se sentía completamente aliviado. Este alivio resultó duradero:
hace ahora más de cinco años de aquella sesión y los síntomas no han
reaparecido.
Retrospectivamente Norbert relató que su vivencia tuvo tres niveles
diferentes, relacionados todos con el dolor en el hombro. En el nivel más
superficial, tuvo reviviscencias de un caso aterrador de su infancia en el que
estuvo cerca de perder la vida. Estaba en una playa arenosa con sus amigos, y
cavaban un túnel. El túnel se vino abajo cuando Norbert estaba dentro y estuvo
a punto de morir asfixiado antes de ser rescatado.
Cuando la vivencia se hizo más profunda, tuvo reviviscencias de
momentos espantosos en el canal del parto, relacionados también con asfixia y
dolor en el hombro cuando había quedado atravesado tras el hueso púbico de su
madre.
Al final de la sesión la vivencia cambió drásticamente. Norbert veía
ahora uniformes militares y caballos y se supo en medio dé una batalla, incluso
la reconoció como una de las guerras de Inglaterra en tiempos de Cromwell.
Llegado un momento sintió un dolor agudo en el pecho y se dio cuenta de que
tenía el pecho atravesado por una lanza. Cayó del caballo y experienció su
propia muerte pisoteado por los caballos.
El valor terapéutico de vivencias de este tipo es incuestionable, tanto
si éstas reflejan la «realidad objetiva» como si no. Un terapeuta que no esté
dispuesto a respaldarlas basándose en escepticismo intelectual está
despreciando una herramienta de un poder extraordinario.
La espontaneidad y la autonomía de la curación
La estrategia terapéutica eñ la psiquiatría y la psicología depende
completamente del modelo médico, ya comentado largamente. Siguiendo esta
estrategia, todos los trastornos emocionales, psicosomáticos e
interpersonales, son considerados manífestaciones de enfermedades. Del mismo
modo, la naturaleza de la relación terapéutica, es decir, el contexto general
de la interacción entre el paciente y el mediador, y la comprensión del proceso
curativo, todo está modelado siguiendo los patrones de la medicina física.
En medicina, los terapeutas tienen una formación especializada, una
larga experiencia y un conocimiento muy superior al de los propios pacientes
acerca de sus dolencias. Se espera, pues, que éstos acepten un papel pasivo y
de dependencia, y que obedezcan lo que se les diga. Su contribución a la
terapia se limita a dar información subjetiva sobre los síntomas y sus
impresiones sobre los efectos de la terapia. Se enfatiza la intervención
médica, sea en forma de pastillas, inyecciones, radiaciones o cirugía; la
enorme contribución al proceso curativo que proviene de los procesos restitutivos
internos del organismo se da por asegurada y no se menciona explícitamente. El
modelo quirúrgico representa el colmo de esta postura, donde el paciente está
bajo anestesia general y toda la ayuda viene del exterior del organismo.
El modelo médico continúa gobernando la psiquiatría, a pesar de que
existen pruebas crecientes de que es inapropiado, y que posiblemente sea
perjudicial si se aplica como enfoque exclusivo y dominante para todos los
problemas de los que se ocupa la psiquiatría. Tiene una influencia poderosa no
sólo sobre los profesionales con una marcada orientación orgánica, sino
también sobre los que practican una psicoterapia dinámica. Al igual que en medicina,
al profesional se le considera un experto que entiende la psique de sus
pacientes mejor que ellos mismos, y que les proporcionará interpretaciones de
sus vivencias. La contribución del paciente a la situación terapéutica se
reduce a facilitar información introspectiva, pero la actividad del terapeuta
es considerada instrumental en el proceso terapéutico. Hay muchos aspectos
implícitos y explícitos del modelo médico que establecen y mantienen el papel
pasivo y de dependencia del paciente. La estrategia general de cualquier forma
de psicoterapia se basa en un concepto concreto de cómo funciona la psique,
por qué y cómo se desarrollan los síntomas, y qué se tiene que hacer para cambiar
la situación. El terapeuta es considerado, por lo tanto, como un agente activo
que posee los conocimientos necesarios y cuya influencia en el proceso
terapéutico es crítica y decisiva.
Aunque existen varias escuelas de psicoterapia profunda que, teóricamente
defienden la necesidad de penetrar más allá de los síntomas y llegar a
condiciones subyacentes más profundas, por lo general, en la práctica clínica
diaria, el alivio de los síntomas se confunde con mejoría y su intensificación
con un empeoramiento de los trastornos emocionales. La idea de que la
intensidad de los síntomas sea un indicador lineal y de fiar de la importancia
del proceso patológico tiene cierta justificación en la medicina física. Pero
incluso entonces, dicho concepto es sólo aplicable a los casos cuya curación es
espontánea, o cuando no se dirige la intervención terapéutica a los síntomas
aparentes, sino a las causas primarias.
Si de una enfermedad se conociera el proceso subyacente, y se pudiera
influir directamente sobre él, no se consideraría práctica médica correcta la
que limitara todos sus esfuerzos a aliviar sus manifestaciones.' Y, sin
embargo, ésta es ni más ni menos, la estrategia dominante en la psiquiatría
contemporánea. Existen pruebas procedentes de la investigación moderna sobre la
conciencia que sugieren que la orientación médica y sintomática rutinaria no
es más que una solución de compromiso, tal como lo reconocen algunos
psiquiatras bien informados, pero, además, puede ser directamente
antiterapéutica, porque interfiere con un proceso dinámico y espontáneo, dotado
de un potencial curativo intrínseco.
Cuando una persona que sufre síntomas emocionales o psicosomáticos, los
confronta en el transcurso de una terapia psicodélica, o utilizando técnicas
experienciales nuevas, lo característico es que los síntomas se activen y se
intensifiquen a medida que el cliente se aproxima al material biográfico,
perinatal o transpersonal que subyace en ellos. Para eliminar o modificar
tales síntomas es necesario que se dé una manifestación externa completa y una
integración del material subyacente tras ellos. Los cambios de manifestaciones
externas representan en este caso una solución dinámica, y no meramente
sintomática.
Confrontar vivencias subyacentes es, como era de esperar, más difícil y
doloroso que el malestar diario y rutinario producido por los síntomas, aunque
tienen muchos elementos en común. La ventaja de esta estrategia es que ofrece
la posibilidad de un cambio radical y de una solución permanente; no una mera
represión que enmascare los problemas reales. Este enfoque es completamente
diferente a las estrategias alopáticas del modelo médico. Tiene su paralelismo
en la medicina homeopática, que con su esfuerzo por acentuar los síntomas
visibles, espera movilizar las fuerzas curativas intrínsecas del propio
organismo.
Una comprensión psicológica de este tipo es característica de los
enfoques experienciales humanísticos, en particular de la práctica de la
gestalt. Para la psicoterapia junguiana, también es esencial un profundo
respeto por la sabiduría intrínseca del proceso curativo.
Estrategias curativas de este tipo tienen precedentes y paralelismos
importantes en diferentes culturas aborígenes antiguas: procedimientos de
shamanes, ceremonias espirituales de curación, misterios y encuentros de grupos
religiosos extáticos. Son ejemplos importantes los testimonios de Platón y
Aristóteles sobre los potentes efectos curativos de los misterios griegos.
Todas estas estrategias terapéuticas comparten la creencia de que, si se
respaldan los procesos existentes tras los síntomas, el resultado será autocuración
y expansión de la conciencia, después de una acentuación temporal del
malestar. La erradicación eficaz de los problemas psicopatológicos no ocurrirá
a base de aliviar los síntomas emocionales y psicosomáticos, sino a través de
su intensificación temporal, vivencia total e integración consciente.
Psicoterapia y evolución espiritual
NUEVAS PERSPECTIVAS
Principios de la asistencia psicoterapéutica
Técnicas de psicoterapia y autoexploración
Tal como se sugirió en el capítulo anterior, la fuerza conductora tras
los síntomas parece ser, en última instancia, la tendencia del organismo a superar. la
sensación de división, o la identificación exclusiva con el ego corporal y las
limitaciones de la materia, el espacio tridimensional y el tiempo lineal.
Aunque el objetivo final sea conectar con el espacio cósmico de la conciencia
y la percepción holonómica del mundo, este objetivo puede tomar formas más
limitadas en un proceso sistemático de autoexploración: la reviviscencia del
trauma del nacimiento y sintonización con el estado oceánico de la existencia
fetal, o la fusión simbiótica con la madre durante la época de la lactancia; o
la superación parcial de las limitaciones del espacio y el tiempo y la vivencia
de aspectos diversos de la realidad que son inaccesibles en los estados normales
de la conciencia.
El mayor obstáculo en un proceso curativo de este tipo es la resistencia
del ego, que muestra tendencias a defender una visión del mundo y un concepto
de sí mismo limitados, que se aferra a lo familiar y teme lo desconocido y que
se resiste a soportar un aumento del dolor físico o emocional. Es este decidido
esfuerzo del ego por preservar la situación presente lo que dificulta el proceso
curativo espontáneo y lo paraliza en una forma relativamente estable, que
conocemos con el nombre de síntomas psicopatológicos.
Desde este punto de vista, cualquier intento de enmascarar o de aliviar
los síntomas debería considerarse no sólo como una negación y una forma de
eludir el problema real, sino también como una intromisión en las tendencias
restitutivas espontáneas del organismo.' Tal intromisión sólo es justificable,
por lo tanto, si el paciente, después de ser informado de la naturaleza de sus
problemas y de las alternativas existentes, se niega explícitamente a realizar
un proceso de autoexploración, o si la falta de tiempo, recursos humanos y
facilidades adecuadas imposibilita un proceso de descubrimiento profundo. En
cualquier caso, un profesional que use el enfoque sintomático, tal como la
utilización de tranquilizantes o psicoterapia de apoyo, tendría que ser
consciente de que tales medidas constituyen sólo paliativos y una triste
solución de compromiso, más que un método digno de elección que refleje una
comprensión científica de los problemas involucrados.
Las objeciones obvias que se pueden hacer de cara a la viabilidad del
enfoque que recomendamos son, naturalmente, la falta de recursos humanos y lo
costosa que resulta la terapia psicológica profunda. Si pensamos en términos
freudianos y aceptamos que un analista trata un promedio de ochenta casos en
toda su vida profesional, entonces tales objeciones parecen apropiadas. Pero
las nuevas técnicas experienciales han variado drásticamente este panorama. La
terapia psicodélica ofrece una aceleración sustancial del proceso terapéutico
y posibilita la aplicación de psicoterapia a categorías de pacientes hasta
ahora excluidos de ella, tales como alcohólicos, drogadictos y psicópatas
delincuentes. Debido a que el futuro de la terapia psicodélica no está muy
claro, en vista de los obstáculos administrativos, políticos y legales, parece
más razonable pensar en términos de las nuevas posibilidades de los enfoques
experienciales sin drogas. Algunos de ellos ofrecen posibilidades terapéuticas
que superan sobradamente a las de las técnicas verbales. Con todo, un enfoque
verdaderamente realista de los trastornos emocionales no puede aceptar que la
responsabilidad exclusiva del proceso esté en manos de los profesionales y
tendrá que tener en cuenta y utilizar los enormes recursos del público en
general.
Con el uso de la técnica de terapia holotrópica, que mi esposa Christina
y yo hemos desarrollado, en una sola sesión de dos o tres horas, un grupo de
hasta veinte personas pueden realizar progresos importantes en los procesos de
autoexploración y de curación. Un grupo adicional de otras veinte, que actúan
como mediadoras, desarrollan mientras tanto su capacidad para ayudar a otros
seres humanos en tales procesos. Siempre hay dos o tres personas cualificadas
para prestar ayuda, si fuera necesario. Muchas veces, los mediadores resultan
beneficiados por el hecho de poder ayudar a otras personas. Situaciones como
éstas además de fortalecer la confianza en uno mismo y proporcionar
satisfacción, pueden favorecer incursiones importantes en el propio proceso.
La ciencia y arte de la autoexploración y el adiestramiento en ayudar a otros
en el proceso emocional pueden ser incluidos en la educación básica, si
desterramos el modelo médico del sistema. Existen ya muchas técnicas que
combinan de tal manera la autoexploración y aprendizaje psicológico con el
arte y la diversión de una forma altamente apropiada en un contexto educativo-La
investigación moderna sobre la conciencia ha aportado también nuevos puntos de
vista sobre cuál debe ser el papel a desempeñar por el terapeuta. La idea de
que una formación médica básica, junto con una psiquiátrica especializada
constituyen una buena base para hacer frente a los problemas psicológicos, ya
fue criticada, incluso en la práctica tradicional. Los problemas emocionales
de un cirujano o de un cardiólogo no se inmiscuyen ni dificultan sus
capacidades terapéuticas, a menos que sean excesivos, pero en cambio sí
afectan la labor de un psquiatra. Ésta es la razón por la cual, idealmente, el
psiquiatra tendría que realizar un proceso de autoexploración profunda.
Sin embargo, años de formación psicoanalítica, basada en técnicas de
libre asociación y trabajo de supervisión con los pacientes, apenas rasgan la
parte exterior de la psique. El método de libre asociación es una herramienta
poco útil para una autoexploración eficaz. Para colmo, el punto de mira
teórico es tan estrecho, que mantiene el proceso dentro de los límites del
campo biográfico. Por muchos años que dedique a la práctica analítica (con la
excepción del análisis junguiano), el analizado no llegará a entrar en
contacto con los elementos perinatales y transpersonales de la psique. Además,
un proceso de este tipo no se completa nunca; la labor terapéutica con otros,
e incluso la vida cotidiana, plantearán siempre nuevas cuestiones al terapeuta.
Si logra trabajar a fondo y eficazmente con el material a nivel biográfico y
perinatal y si consigue su integración, se encontrará con que la envergadura
de los temas transpersonales sólo es comparable a la de la misma existencia.
Por la misma razón, el terapeuta no podrá nunca convertirse en la
autoridad que interprete para sus pacientes el significado de sus vivencias. Ni
el terapeuta más experimentado clínicamente Puede predecir siempre cuál es el
tema subyacente en un determinado síntoma. El mérito de este descubrimiento es
de Jung, que fue el primero en darse cuenta de que el proceso de autoexploración
es un viaje hacia lo desconocido que involucra un aprendizaje continuo. El
reconocimiento de esta situación supone un cambio en la relación
doctor/paciente, que pasa a ser la de dos compañeros, que exploran juntos y
comparten una misma aventura.
Por supuesto también cuentan los conocimientos y la experiencia. El
terapeuta ofrece técnicas de activación del inconscien_ te, crea una situación
adecuada a la autoexploración, explica las estrategias básicas e infunde
confianza en el proceso. Sin embargo, el paciente es la máxima autoridad en lo
que concierne a su propia vivencia interna. Una vivencia completada con éxito
no necesita interpretación. De esta forma, gran parte del tiempo dedicado a
labor interpretativa puede dedicarse a compartir la vivencia que ha tenido
lugar. Uno de los cometidos más importantes del terapeuta es asegurarse de que
las vivencias se completen internamente y que no se dé el disimulo, que
representa, probablemente, uno de los problemas más graves en este tipo de
labor. Muchas veces, la diferencia que existe entre la interiorización disciplinada
del proceso o una simulación exteriorizada es el factor crítico que diferencia
la búsqueda mística de la psicopatología grave.
Existen indicios de que, incluso muchas de las condiciones psicóticas
agudas, en las que se justificaría la aplicación del modelo médico, no son más
que intentos del organismo de resolver algún problema, de autocuración y de
llegar a un nuevo nivel de integración. Tal como mencioné anteriormente,
existen informes de que, en algunas ocasiones, crisis psicópatas dieron como
resultado (incluso en las circunstancias actuales, que están lejos de ser las
ideales) una mejoría en el ajuste personal del paciente.
También se sabe que el pronóstico de los estados psicóticos agudos y
dramáticos es más favorable que el de los que evolucionan lenta e
insidiosamente. Este tipo de observaciones parecen apoyar la tesis de la
investigación moderna sobre la conciencia de que, en muchos síntomas psicóticos
el mayor problema no es la aparición de material inconsciente, sino los demás
recursos de control del ego, que obstaculizan la feliz conclusión de la gestalt
involucrada. De ser así, la estrategia a seguir no debería ser clasificar el
proceso psicopatológicamente y tratad de obstaculizarlo suprimiendo los
síntomas, sino facilitarlo y acelerarlo proporcionando una atmósfera propicia.
Las vivencias de los pacientes psicóticos, consecuentemente, deberían
ser tenidas como válidas, no en términos de su importancia de cara al mundo
material, sino como pasos importantes en el proceso de transformación de la
personalidad. Apoyar y alentar este proceso no significa, por tanto, que se
esté de acuerdo con las distorsiones perceptivas, ni las interpretaciones
engañosas de la realidad consensual. La estrategia facilitadora presupone un esfuerzo
sistemático de interiorización y profundización del proceso, apartándola del
mundo fenoménico y dirigiéndolo hacia las realidades íntimas. Conectar las
vivencias íntimas con personas y hechos del mundo exterior sirve frecuentemente
de resistencia poderosa al proceso de transformación interna.
En el pasado, los pocos enfoques alternativos de cara a la psicosis se
basaban en el principio de apoyo y no interferencia. Mis observaciones
personales en el campo de la terapia psicodélica con pacientes psicóticos, o de
la labor experiencia) sin drogas, sugieren con claridad que, en los síntomas
psicóticos un enfoque eficaz tiene que lograr una aceleración e
intensificación del proceso, con o sin drogas. Esta estrategia terapéutica es
tan eficaz y prometedora, que debería ser probada siempre que fuera posible
antes de internar a un paciente en un hospital psiquiátrico y suministrarle
una medicación potencialmente peligrosa con grandes dosis de tranquilizantes.
En varias ocasiones he podido observar en nuestros grupos, que
individuos cuya condición emocional momentánea tomaba proporciones psicóticas,
lograban alcanzar (después de una hora o dos de trabajo individual profundo,
con el soporte de hiperventilación, música y ejercicio físico) un estado
completamente libre de todo síntoma, incluso una condición semejante al
éxtasis. Las vivencias que permitieron cambios tan dramáticos estaban relacionadas
con temas perinatales y transpersonales. No debe confundirse esta
transmodulación con una «cura», o una reestructuración profunda de la
personalidad, pero el uso sistemático de este enfoque, siempre que hagan
aparición síntomas difíciles, es una alternativa apasionante en contraste con
la hospitalización psiquiátrica y el uso crónico de tranquilizantes. El uso
consecuente de técnicas que ponen al descubierto los problemas en vez de
encubrirlos aumenta las posibilidades de llegar a una resolución auténtica de
éstos y conduce a la autoactualización, transformación personal y dilatación
de la conciencia.
El enfoque, perfilado aquí representa una alternativa viable al
tratamiento tradicionalmente utilizado con pacientes no paranoicos que
presentan síntomas psicóticos agudos. Tiene que existir una aceptación de la
validez del proceso como «emergencia espiritual», o «crisis transpersonal», en
lugar de calificarlo de «enfermedad mental». Se ha de animar al paciente para
que, con la ayuda del terapeuta, profundice en la vivencia íntima. Es
necesario que el terapeuta esté familiarizado con la cartografía completa de la
psique, que se sienta cómodo con toda su gama experiencial, in, cluyendo los
fenómenos perinatales y transpersonales, y que tenga una confianza profunda en
la sabiduría intrínseca y el poder curativo de la psique humana. Así será
posible ayudar al paciente a superar miedos, bloqueos y resistencias que
obstaculizan la trayectoria intrínseca del proceso y apoyar diversos fenómenos
que la psiquiatría convencional intentaría a toda costa reprimir.
El grado y la clase de compromiso del terapeuta depende de la etapa en
que se esté del proceso, de la actitud del paciente y también de la naturaleza
de la relación terapéutica. Hay dos categorías de pacientes a los que sería
difícil aplicar el enfoque anterior, si no imposible. Como norma, los pacientes
con tendencias paranoicas notorias son malos candidatos; la mayoría
experiencian las primeras etapas de la MPB 2. Cualquier intento de autoexploración
profunda en estas circunstancias puede convertirse en un paseo por el infierno
y el terapeuta que actúe de mediador se convierte en enemigo seguro. El uso
excesivo de proyecciones, la resistencia a hacer propio el proceso íntimo, la
tendencia a aferrarse a elementos de la realidad externa y la incapacidad para
formar relaciones sinceras suponen en conjunto un serio obstáculo para una
labor psicológica eficaz. Mientras no se desarrollen técnicas que puedan
superar estas dificultades, los pacientes paranoicos puede que continúen siendo
candidatos a la terapia de tranquilizantes.
Los pacientes maníacos son difíciles debido a razones diferentes. Su
condición refleja una transición incompleta de la MPB 3 a la MPB 4. Un
terapeuta que intente realizar psicoterapia experiencial con pacientes
maníacos se encontrará con serias dificultades al tratar de convencerlos de
que deben abandonar la precaria libertad recientemente conseguida y que deben
profundizar en los restantes elementos de la MPB 3. El tratamiento habitual a
base de sales de litio puede que continúe siendo la mejor opción terapéutica
para muchos pacientes maníacos, incluso cuando exista personal adiestrado en
técnicas experienciales. Los pacientes maníacos y paranoicos son, pues, malos
candidatos para el enfoque experiencial, y utilizar el potencial curativo
intrínseco de la psique se convierte, con ellos, en un trabajo tedioso. En
ocasiones, pacientes de otras categorías diagnósticas se muestran reacios o incapaces
de afrontar sus problemas experiencialmente; quizá la mejor solución para ellos
sea el enfoque psicofarmacológico supresivo. En cambio, otros, pueden
beneficiarse con el simple apoyo y no interferencia en el proceso. Sin
embargo, cuando las circunstancias lo permiten, el mejor método parece ser la
facilitación activa y la profundización del proceso.
Una vez que tiene lugar una movilización de síntomas y su transformación
en una corriente de emociones y sensaciones físicas o de vivencias intensas y
complejas, es importante apoyar una entrega experiencia) total y canalizar la
energía periférica atrapada, sin que se censure o bloquee el proceso, debido a
reservas cognoscitivas. Con esta estrategia, los síntomas se transmutarán,
literalmente, en diferentes secuencias experimentales y se consumirán en el
proceso. Es importante tener en cuenta que algunos síntomas y síndromes son
más resistentes que otros. Es una situación parecida a la de la sensibilidad y
respuesta ante las drogas psicodélicas. La gama de reacciones diferenciales va
desde la de los pacientes obsesivos-compulsivos, con su rigidez excesiva y sus
fuertes defensas, hasta la de los pacientes histéricos, que responden de manera
dramática a las intervenciones mínimas. Un nivel alto de resistencia representa
un serio obstáculo en terapia experiencial y requiere modificaciones
especiales de la técnica.
Sea cual sea la naturaleza y poder de la técnica utilizada para activar
el inconsciente, la estrategia terapéutica básica es la misma: tanto el
terapeuta, como el paciente deberían fiarse más de la sabiduría del organismo
que de sus propios juicios intelectuales. Si apoyan la evolución natural del
proceso y cooperan inteligenteménte con él (sin restricciones dictadas por
intereses convencionales, conceptuales, emocionales, estéticos o éticos), la
vivencia resultante tendrá, automáticamente, una naturaleza curativa.
Psicoterapia y evolución espiritual
Tal como se ha mencionado ya, las escuelas occidentales de psicoterapia,
a excepción de la psicosíntesis y de la psicología de Jung, no han aceptado a
la espiritualidad como una fuerza auténtica y legítima de la psique. La
mayoría de las especulaciones teóricas no han tenido en cuenta la cantidad de
conocimientos sobre la mente humana acumulados a través de los siglos por las
grandes tradiciones espirituales del mundo. Se ha ignorado completamente el
profundo mensaje de estos sistemas, o se ha descartado y catalogado como superstición
primitiva, elaboraciones sobre conflictos infantiles 0 los equivalentes
culturales de la neurosis o la psicosis.
De cualquier forma, la religión y la espiritualidad han sido tra. tadas
por la psiquiatría occidental como algo que la psique humana
genera, como una reacción ante influencias externas (ya sea el enorme impacto
de las circunstancias ambientales, amenaza de muerte, miedo a lo desconocido,
relaciones conflictivas con los progenitores, etc.). El único marco disponible
para una Vivencia directa de realidades alternativas de naturaleza espiritual
ha sido, hasta hace poco, el de la enfermedad mental. En el trabajo concreto
de orden clínico con los pacientes, las creencias religiosas han sido
aceptadas siempre y cuando fueran compartidas por grandes grupos. Los sistemas
idiosincráticos de creencias que se desvían de las formas codificadas y
aceptadas culturalmente, o las vivencias directas de realidades espirituales,
suelen ser interpretadas como patológicas, e indicativas de un proceso
psicótico.
Algunos investigadores excepcionales han hallado esta situación
inaceptable y han discutido el punto de vista tradicional psiquiátrico sobre
espiritualidad y religión. Roberto Assagioli, fundador de la psicosíntesis,
vio en la espiritualidad una fuerza vital de la vida humana y un aspecto
esencial de la psique. Comprendió que muchos de los fenómenos que la
psiquiatría tradicional trata como manifestaciones psicopatológicas están
relacionadas con una apertura espiritual (1977). Carl Gustav Jung atribuyó también
gran importancia a las dimensiones e impulsos espirituales de la psique y creó
un sistema conceptual que une e integra psicología y religión. Otra
contribución importante a la nueva interpretación de la relación entre
misticismo y personalidad humana se debe a Abraham Maslow. Basándose en
numerosos estudios de individuos que han experienciado espontáneamente
vivencias místicas o «cumbre», puso en cuestión el punto de vista de la psiquiatría
tradicional, que las equiparaba con la psicosis y formuló una psicología
radicalmente nueva. Según él, las experiencias místicas no deberían
considerarse patológicas; parece más apropiado considerarlas como
supernormales, ya que pueden conducir a la autoactualización y pueden
manifestarse en individuos reconocidos como normales y equilibrados.
Las observaciones de la terapia psicodélica y de otras formas de trabajo
experiencial profundo confirman plenamente los puntos de vista de estos tres
investigadores, y sugieren una formulación todavía más radical de la relación
entre personalidad humana y espiritualidad. Según estas observaciones la
espiritualidad es una propiedad intrínseca de la psique, que emerge espontáneamente
cuando el proceso de autoexploración alcanza una profundidad adecuada. La
confrontación experiencial directa con los niveles perinatal y transpersonal
del inconsciente va siempre asociada con un despertar espontáneo de una
espiritualidad completamente independiente de las vivencias infantiles del individuo,
programación religiosa, credo, e incluso el medio ambiente racial y cultural.
El individuo que conecta con estos niveles de su psique desarrolla
automáticamente una nueva visión del mundo dentro de la cual la espiritualidad
representa un elemento de existencia natural, esencial y totalmente vital. En
mi experiencia, una amplia gama de individuos, incluidos ateos, escépticos,
cínicos, filósofos marxistas y científicos positivistas, han experimentado
transformaciones de este género.
Por consiguiente, un enfoque ateo, mecanicista y materialista del mundo
y de la existencia, refleja una marginación profunda de la esencia del propio
ser, una carencia total de autocomprensión, y la represión psicológica de los
niveles perinatal y transpersonal de la propia psique. También significa que el
individuo en cuestión se identifica de un modo parcial con un solo aspecto de
su naturaleza, el caracterizado por el ego corporal y por el modo de
conciencia hilotrópico. Dicha actitud, truncada hacia uno mismo y hacia la
existencia, está impregnada, a fin de cuentas, de una sensación de futilidad
con relación a la vida, de alienación del proceso cósmico y de necesidades
insaciables, impulsos competitivos y ambiciones que incluso alcanzándolas no
producen satisfacción. A escala colectiva, dicha condición humana conduce a una
alienación de la naturaleza, una orientación hacia el «crecimiento ilimitado»
y una obsesión con los parámetros objetivos y cuantitativos de la existencia.
Esta forma de estar en el mundo es, en definitiva, destructiva y
autodestructiva, tanto en los planos individuales como colectivos.
En un
proceso de autoexploración profunda sistemática, las secuencias de
muerte-renacimiento y los fenómenos transpersonales tienen lugar en el mismo
continuo experiencial que el material biográfico, cuyo análisis es considerado
de utilidad terapéutica
en la psiquiatría tradicional. Por consiguiente, es interesante examinar
la forma en que el trabajo psicoterapéutico recordativoanalítico convencial se
relaciona con el proceso de apertura espiritual. Las observaciones clínicas
sugieren que el análisis de orientación biográfica y las experiencias
transpersonales son aspectos complementarios del proceso de autoexploración
sistemática.
La progresión gradual a través de los aspectos traumáticos de la
infancia, tiende a abrir el camino de las experiencias perinatales y
transpersonales que facilitan la apertura espiritual. Por el contrario, los
individuos con experiencias espirituales profundas al principio del proceso de
autoexploración, con sustancias psicodélicas u otras técnicas experienciales
potentes, logran desenvolverse en los acontecimientos biográficos restantes
con mucha mayor rapidez y facilidad.
En particular los que han experienciado estados de unidad cósmica gozan
de una actitud completamente nueva con relación al proceso psicoterapéutico.
Han descubierto una nueva e inesperada fuente de poder y su verdadera
identidad. Visualizan los problemas de su vida actual y el material biográfico
del pasado desde una perspectiva completamente nueva. Desde esta nueva perspectiva,
los acontecimientos de su existencia actual no parecen tener la misma
importancia abrumadora de antes. Además, queda perfectamente clara la meta del
trabajo psicológico; la autoexploración futura facilita una clarificación y
ampliación del camino hacia un destino conocido, en lugar de hurgar a ciegas
en la oscuridad.
El potencial terapéutico de las experiencias dotadas de una cualidad
espiritual supera enormemente a todo lo disponible con relación a
manipulaciones centradas en material biográfico. Todo sistema conceptual y
técnica psicoterapéutica que no reconozca ni utilice los dominios perinatal y
transpersonal de la psique, no sólo ofrece una imagen superficial e incompleta
de los seres humanos, sino que se priva, a sí misma y a los pacientes, de unos
poderosos mecanismos de curación y de transformación de la personalidad.
El hecho de depender.de
un marco conceptual limitado puede impedir a los científicos descubrir,
reconocer, o, incluso, imaginar posibilidades insospechadas en el reino de los
fenómenos naturales. Existen dos ejemplos extraordinarios de ello en la física
moderna. El científico que se adhiera rigurosamente al modelo newtoniano-cartesiano
del universo, que defiende la indestructibilidad de la materia será
inconcebible que utilice la energía atómica, que requiere la fisión del átomo.
Asimismo, el sistema de óptica mecánica que define la luz como compuesta de
partículas (fotones) no admite el acceso teórico a la holografía, que se sirve
de la interferencia de ondas luminosas. Proyectado hacia el futuro, el físico
que acepta la teoría de la relatividad de Einstein como descripción exacta de
la realidad, en lugar de considerarla como modelo útil aunque en última
instancia limitado, no podrá concebir que se viaje o se comunique a una
velocidad superior a la de la luz.
por la misma razón, los psiquiatras que se adhieren estrictamente a los
modelos biográficos de los seres humanos son incapaces de imaginar el poder
transformador relacionado con las experiencias perinatales o estados
transpersonales de la conciencia.
Un concepto estrictamente personal del inconsciente, limitado a
elementos biográficamente explicables, no sólo es menos eficaz y de un valor
limitado, sino finalmente antiterapéutico. Una consecuencia lógica de dicha
orientación teórica consiste en calificar de psicopatológicos los fenómenos
perinatales y transpersonales, inexplicables e injustificables en su limitado
contexto. Esto crea entonces un obstáculo insuperable para el reconocimiento
del poder curativo y transformador del proceso que incluye los dominios
perinatal y transpersonal. En el contexto del pensamiento tradicional, por
consiguiente, la curación y la apertura espiritual se interpretan como
patológicas, que deben ser reprimidas a toda costa con el uso de diversas
medidas draconianas. Como consecuencia de dicha estrategia terapéutica, la
psiquiatría contemporánea se enfrenta a una extraña situación; gran parte de
los esfuerzos combinados de los psiquiatras, psicólogos, neurofisiólogos, bioquímicos
y demás profesionales interesados tienden a entorpecer los procesos dotados de
un potencial terapéutico y transformador exclusivo.
Como aspecto positivo, debemos reconocer que de la forma limitada en que
comprendemos actualmente la naturaleza de la psicopatología y la carencia de
una estrategia auténticamente curativa en la psiquiatría, el uso de los
tranquilizantes es de gran importancia histórica. Ha humanizado el ambiente
medieval de los sanatorios mentales, ha evitado y aliviado mucho sufrimiento y
probablemente ha salvado millares de vidas humanas.
NUEVAS PERSPECTIVAS
EN LA PSICOTERAPIA
Y LA AUTOEXPLORACION
La nueva percepción de la estructura de los síntomas psicogénicos, la
dinámica de los mecanismos terapéuticos y la naturaleza del proceso curativo es
de gran importancia para la práctica de la psicoterapia. Antes de hablar de las
inferencias de la investigación moderna sobre la conciencia en el futuro de la
psicoterapia, conviene resumir brevemente la situación actual esbozada en los
capítulos anteriores.
La aplicación del modelo médico en psiquiatría ha tenido importantes
consecuencias para la teoría y práctica de la terapia en general y para la
psicoterapia en particular. Ha influido profundamente en la interpretación de
los fenómenos psicopatológicos, las estrategias terapéuticas básicas y el papel
del terapeuta. Por extrapolación de la medicina somática, los términos
«síntoma», «síndrome» y «enfermedad» se aplican de un modo rutinario no sólo a
las manifestaciones psicosomáticas, sino a una variedad de fenómenos inusuales
que incluyen cambios en la percepción, las emociones y el proceso del
pensamiento. La intensidad de dichos fenómenos y su grado de incompatibilidad
con los paradigmas científicos dominantes se interpretan como medida de la
gravedad de la condición clínica.
En consonancia con la orientación alopática de la medicina occidental,
la terapia consiste en alguna intervención externa encaminada a contrarrestar
el proceso patogénico. El psiquiatra adopta el papel de un agente nocivo que
decide cuáles son los aspectos del funcionamiento mental del paciente que son
patogénicos y los combate con diversas técnicas. En ciertas formas extremas de
dichos métodos terapéuticos, el psiquiatra ha alcanzado, o por lo menos se ha
acercado al ideal de la medicina mecanicista occidental, representada por el
cirujano. En enfoques tales como la psicocirugía, el tratamiento de
electroshocks, Cardiazol, insulina o shocks de atropina, y otras formas de
terapia convulsiva, la intervención médica tiene lugar sin la cooperación del
paciente o incluso sin su participación consciente. Otras formas menos
extremas de tratamiento médico incluyen la administración de agentes psi.
cofarmacológicos, encaminados a modificar el funcionamiento mental del
individuo en la dirección deseable. En este tipo de pro. cedimientos, el
paciente permanece totalmente pasivo, a la espera de ayuda por parte de la
autoridad científica, que se atribuye todo mérito y responsabilidad.
En la psicoterapia, la influencia del modelo médico ha sido más sutil,
pero significativa. Esto es cierto incluso en el psicoanálisis freudiano y en
sus derivaciones, que recomiendan específicamente un enfoque pasivo y no
directivo por parte del terapeuta. Finalmente, los cambios terapéuticos
dependen fundamentalmente de la intervención del terapeuta, aportando, por
ejemplo, una percepción profunda del historial y de los vínculos dinámicos del
material presentado por el paciente, una interpretación correcta y bien
sincronizada, un análisis de resistencia y transferencia, el control de la
contratransferencia y otras maniobras terapéuticas, incluido el uso adecuado
del silencio. Tanto la teoría como la práctica del psicoanálisis ofrecen la
posibilidad de relegar gran parte de la responsabilidad del proceso al paciente
y atribuirle el fracaso del tratamiento, o su falta de progreso, al efecto
saboteador de su resistencia. Sin embargo, en definitiva, el éxito clínico
refleja la pericia del terapeuta, ya que depende de lo apropiadas que hayan
sido sus reacciones verbales y no verbales durante las sesiones terapéuticas.
Dado que las estructuras teóricas de las escuelas individuales de
psicoterapia y de sus técnicas se diferencian considerablemente entre sí, lo
apropiado de las intervenciones del terapeuta sólo puede ser evaluado con
relación a su orientación particular. En cualquiera de los casos, la estructura
conceptual del terapeuta limitará al paciente, explícita o implícitamente, a
cierta área temática y a una determinada gama de experiencias. En
consecuencia, el terapeuta no podrá ayudar a aquellos pacientes cuyos problemas
estén fundamentalmente relacionados con reinos o aspectos de la psique que su sistema
no reconozca.
Hasta hace relativamente poco, la mayoría de los enfoques psicoterapéuticos
se limitaban casi exclusivamente a la interacción verbal. Por consiguiente,
las poderosas reacciones emocionales o de conducta por parte de los pacientes
eran consideradas como una mascarada que violaba las reglas básicas de la
terapia. Además, las psicoterapias tradicionales se centraban exclusivamente en
la manipulación de los procesos mentales, ignorando las manifestaciones
físicas de trastornos emocionales. El contacto físico directo se consideraba
contraindicado y no recomendable. Como consecuencia de este riguroso tabú, no
se practicaba el trabajo corporal ni siquiera en las neurosis con tensiones o
espasmos musculares ni intensos, ni en otras formas dramáticas de los procesos
psicológicos y psicosomáticos.
Principios de la asistencia psicoterapéutica
El nuevo y amplio enfoque de la autoexploración y la psicoterapia,
basado en las observaciones de la investigación moderna sobre la conciencia, se
diferencia de los sistemas y estrategias tradicionales en muchos aspectos
importantes. He desarrollado este enfoque con mi esposa, Christina, y lo hemos
practicado en nuestros seminarios con el nombre de integración holonómica o
terapia holotrópica. En su conjunto representa un sistema único, a pesar de
que muchas de sus partes constitutivos aparecen en diversas escuelas
psicoterapéuticas existentes.
Utiliza la cartografía ampliada, producto de la investigación
psicodélica, que ya se ha descrito. Dicho mapa de la psique es más amplio y de
mayor alcance que los utilizados por cualquiera de las escuelas occidentales de
psicoterapia. En el espíritu de la psicología espectral y de la filosofía de
la bootstrap de la naturaleza, integra de un modo amplio las perspectivas
freudianas, adleriana, reichiana, rankiana y junguiana, además de aspectos
importantes de los trabajos de Ferenczi, Fodor, Peerbolte, los psicólogos
existenciales y muchos otros. En lugar de considerar dichas escuelas como
descripciones precisas y exhaustivas de la psique, incluye sus conceptos como
medios útiles para la organización de las observaciones de los fenómenos
relacionados con niveles específicos de la psique, o capas de la conciencia. Al
incluir los reinos arquetípico y trascendental de la psique, el nuevo sistema
llena también el vacío entre las psicoterapias occidentales y la filosofía
perenne.
Una característica importante del modelo teórico asociado con el nuevo
enfoque terapéutico consiste en el reconocimiento de que los seres humanos
están dotados de una extraña y paradójica naturaleza, que a veces mannifiesta
propiedades de los complejos objetos newtoniano-cartesianos, y en otros
momentos el campo de su conciencia no está limitado por el tiempo, el espacio,
ni la causalidad lineal. Desde este punto de vista, los trastornos emocionales
y psicosomáticos de origen psicogénico se interpretan como expresiones de un
conflicto entre estos dos aspectos de la naturaleza humana. Este conflicto
parece reflejar una tensión dinámica entre dos fuerzas universales opuestas: la
tendencia indiferenciada, unificada y las formas circundantes de la conciencia
que tienden a la división, la separación y la pluralidad; y las unidades
aisladas de la conciencia que persiguen el retorno a la totalidad y unión
original.
Mientras que la tendencia hacia la vivencia del mundo en términos de
separación se asocia con el conflicto y alineación creciente, las experiencias
de concienciamiento holotrópico están dotadas de un potencial curativo
intrínseco. Desde este punto de vista, un individuo que experiencia síntomas
psicogénicos está involucrado en una lucha finalmente autodestructiva, por la
defensa de su identidad como ser independiente en un contexto espaciotemporal
limitado, contra una experiencia emergente que acabaría por imponerse a dicha
limitada autoimagen.
Desde el punto de vista práctico, un síntoma emocional o psicosoniático
puede interpretarse como una experiencia de naturaleza holotrópica, bloqueada
y reprimida. Al reducir las resistencias y eliminar el bloqueo, el síntoma se
transforma en una experiencia de una elevada carga emocional y se consume en el
proceso. Dado que algunos síntomas contienen experiencias de naturaleza
biográfica y otros secuencias perinatales o temas transpersonales, toda
restricción conceptual cumplirá finalmente una función limitadora del poder del
proceso psicoterapéutico. Cuando un terapeuta opera en el marco descrito en
este libro, raramente conoce el tipo de material contenido en los síntomas, si
bien con suficiente experiencia clínica en esta área puede gozar de cierto
grado de anticipación o predicción general.
En estas circunstancias, la aplicación del modelo médico es inapropiada
e injustificable. Todo terapeuta honrado debería hacer todo lo posible para
menospreciar la «idea quirúrgica» de la ayuda psiquiátrica que el paciente
pueda aportar a la terapia, por muy halagador que parezca el papel del experto
que todo lo sabe. Debemos tener claro que en su propia naturaleza el proceso
psicoterapéutico no es el tratamiento de una enfermedad, sino una aventura de
autoexploración y autodescubrimiento. Así pues, del principio hasta el fin, el
paciente es el principal protagonista con responsabilidad absoluta. El
terapeuta, en su función de facilitador, crea un contexto de apoyo para la
autoexploración y ocasionalmente ofrece una opinión o algún consejo basado en
su propia experiencia. La contribución esencial del terapeuta no consiste en el
conocimiento específico de técnicas, aunque éste sea un requisito
indispensable, ya que son bastante simples y se pueden aprender en un espacio
relativamente breve de tiempo. Los factores críticos son su propio estado de
desarrollo de la conciencia, el grado de autoconocimiento, la capacidad de
participar sin temor en las experiencias intensas y extraordinarias de otra
persona, y el hecho de estar dispuesto a enfrentarse a nuevas observaciones y
situaciones que pueden no encajar en ningún marco teórico convencional.
Por consiguiente, el modelo médico es sólo útil en las etapas iniciales
de la terapia. antes de conocer suficientemente bien la naturaleza del
problema. Es importante llevar a cabo un examen psiquiátrico y médico
meticuloso, con el fin de excluir todo problema orgánico grave que requiera
tratamiento médico. Los pacientes con enfermedades físicas subyacentes deben
ser tratados en instalaciones médicas equipadas para el tratamiento de problemas
de la conducta. Los pacientes con un diagnóstico médico negativo que prefieran
el camino de la autoexploración profunda, al del control sintomático, deben
acudir a instalaciones psicoterapéuticas especiales alejadas del contexto
médico. Dicha estrategia no sólo sería aplicable a los pacientes neuróticos y a
los afectados por trastornos psicosomáticos, sino a muchos otros que en el contexto
tradicional serían clasificados de psicóticos. Los pacientes que suponen un
peligro para sí mismos, o para los demás, tendrían que ser tratados en
condiciones especiales, a determinar en cada situación.
Todo profesional que haya dirigido sesiones psicodélicas o de terapia
experiencial sin el uso de drogas es perfectamente consciente de la existencia
de la enorme energía emocional y psicosomática subyacente en la
psicopatología. Si se tienen en cuenta estas observaciones, toda técnica
psicoterapéutica exclusivamente verbal es de un valor limitado. El tratamiento
verbal de las fuerzas elementales y reservas de energía de la psique puede
compararse al intento de vaciar un océano con un colador. El enfoque
recomendado aquí tiene un énfasis decididamente experiencial: la palabra se
utiliza primordialmente para preparar a los pacientes para las sesiones
experienciales y para compartir e integrar retrospectivamente la experiencia.
En cuanto al proceso terapéutico en sí, el terapeuta ofrece al paciente una
técnica o combinación de técnicas capaces de activar el inconsciente, movilizar
las energías bloqueadas y transformar el estado estancado de síntomas emocionales
y psicosomáticos, convirtiéndolo en un flujo experiencial dinámico. Algunas de
las técnicas más idóneas a este fin serán descritas detalladamente más
adelante.
La próxima etapa consiste, por consiguiente, en apoyar y facilitar la
emergencia de experiencias y asistir al paciente para que supere sus
resistencias. En algunas ocasiones, un desencadenamiento pleno de material
inconsciente puede suponer un reto y algo agotador no sólo para la persona,
sino para el terapeuta. El hecho de revivir dramáticamente diversos síntomas y
secuencias biográficos de la muerte y renacimiento, es cada vez más común en
las terapias experienciales modernas y no debe suponer un enorme problema para
un profesional debidamente preparado en dicha área. Es importante poner de
relieve que el terapeuta debe alentar el proceso y apoyarlo, sea cual sea su
intensidad. Los únicos límites obligatorios deben ser el peligro físico para
la persona o para los demás. Los avances terapéuticos importantes tienen
frecuentemente lugar después de síntomas de pérdida completa de control,
pérdida del conocimiento, sofocación excesiva, una actividad paralizante
violenta, fuertes vómitos, pérdida del control de la vejiga, la emisión de
sonidos inarticulados, o extrañas muecas, posturas y sonidos parecidos a los
descritos por exorcistas. Muchas de estas manifestaciones pueden relacionarse
lógicamente con el proceso biológico del nacimiento.
A pesar de
que el hecho de revivir recuerdos de la infancia y el trauma del nacimiento
está hoy día siendo aceptado incluso por profesionales bastante conservadores,
será necesario un cambio de paradigma fundamental y una reorientación
filosófica importante, cuando el proceso entre en los reinos transpersonales.
Muchas de las experiencias que tienen lugar en dicho proceso son tan
extraordinarias y aparentemente absurdas, que hacen que la mayoría de los terapeutas se sientan incómodos ante ellas, les resulte difícil
comprender que puedan tener algún valor terapéutico y tiendan a evitarlas
explícita e implícitamente. Hay una fuerte tendencia entre los profesionales a
interpretar los fenómenos transpersonales como manifestaciones de material
biográfico simbólicamente disimulado, como expresiones de resistencia frente a
recuerdos traumáticos dolorosos, como rarezas experienciales sin significado
profundo alguno, o incluso como indicaciones de una área psicótica en la psique
de la que el paciente debería protegerse.
Sin embargo, las experiencias transpersonales están frecuentemente
dotadas de un potencial curativo inusual y el hecho de revivirlas o de no
apoyarlas reduce enormemente el poder terapéutico del proceso. Ciertas
dificultades emocionales, psicosomáticas o interpersonales, que han plagado al
paciente a lo largo de muchos años y se han resistido a los enfoques
terapéuticos convena plena de naturaleza transpersonal, tale como identificatión
auténtica con un animal o forma vegetal, la sumisión al poder dinámico de un
arquetipo, el hecho de revivir experiencialn,ente un acontecimiento histórico,
una secuencia dramática de otra cultura, o lo que aparentemente constituía una
escena de una encarnación anterior.
La estrategia básica que conduce a los mejores resultados terapéuticos
requiere que el terapeuta y el paciente suspendan temporalmente todo marco
conceptual, así como cualquier anticipación y expectativa en cuanto a la dirección
del proceso. Deben desprenderse de todo prejuicio, abrirse a la aventura y limitarse
a seguir el flujo de energía y experiencia hacia donde éste les conduzca, con
una profunda confianza en que el proceso hallará el modo de beneficiar al
paciente. Todo análisis intelectual durante la experiencia suele suponer un
signo de resistencia que impide considerablemente su progreso. Esto se debe a
que el hecho de trascender los límites conceptuales habituales forma parte
integral de la aventura en la autoexploración profunda. Dado que ninguna de
las experiencias transpersonales tiene sentido en el contexto de la visión
mecanicista del mundo y del determinismo lineal, el procesamiento intelectual
durante las sesiones transpersonales refleja habitualmente una resistencia a
experienciar lo que uno es incapaz de comprender, en el marco conceptual al que
tiene acceso el paciente. Verse a uno mismo y al mundo de un modo particular
forma parte integral de los problemas de la persona, de lo que en cierto modo
es responsable. La dependencia establecida en los viejos marcos conceptuales
supone, por consiguiente, un factor antiterapéutico de importancia primordial.
Si el terapeuta está dispuesto a estimular y apoyar el proceso, aunque
sea incapaz de comprenderlo y el paciente se abre a la aventura experiencial
por territorios desconocidos, se verán recompensados por logros terapéuticos
extraordinarios y descubrimientos conceptuales. Algunas de las experiencias
que tienen lugar en dicho proceso serán comprendidas más adelante en nuevos
marcos diferentes o enormemente ampliados. Sin embargo, en algunas ocasiones,
pueden lograrse avances emocionales de gran alcance y transformaciones de la
personalidad sin una comprensión adecuada o racional. Esta situación contrasta
vivamente con la lamentablemente común en el análisis freudiano: la sensación
de una comprensión detallada del problema en términos biográficos del sujeto,
acompañada sin embargo de un proceso terapéutico estancado o de un progreso muy
limitado.
En el procedimiento sugerido, el terapeuta apoya la experiencia, sea
cual sea, y el paciente permite que transcurra sin analizarla. Después de
completada dicha experiencia, pueden intentar conceptualizar lo ocurrido si les
apetece. Sin embargo, deben ser plenamente conscientes de que no se trata más
que de un ejercicio intelectual, con poco valor terapéutico. Cada uno de los
marcos explicatorios con los que se encuentran deberá ser tratado como una
estructura auxiliar temporal, ya que los supuestos básicos sobre el universo y
acerca de uno mismo cambian radicalmente al pasar de un nivel de la conciencia
a otro. Por lo general, cuanto más completa es la experiencia, menor es la
necesidad de análisis y de interpretación, ya que es autoevidente y está dotada
de autovalidez. Idealmente, la charla posterior a la terapia debe adoptar la
forma de compartir la emoción de los descubrimientos, en lugar de una lucha
dolorosa por comprender lo ocurrido. La tendencia a analizar e interpretar la
experiencia en términos newtonianoscartesianos es bastante excepcional en
estas circunstancias. Es evidente que un enfoque tan limitado de la existencia
ha sido destruido y superado. En el caso de que tenga lugar una discusión filosófica,
ésta tenderá a adoptar la forma de considerar la importancia de la experiencia
para la naturaleza de la realidad.
Dada la caudalosa gama de experiencias que caracterizan las diferentes
fases de la conciencia, accesibles con la terapia psicodélica u otras técnicas
experienciales sin el uso de drogas, es útil conducir una autoexploración
sistemática en el espíritu de la naturaleza de la filosofía bootstrap. Muchos
de los sistemas teóricos existentes pueden ser ocasionalmente adecuados para
conceptualizar algunas de las experiencias y organizar nuestras ideas con
relación a las mismas. Sin embargo, es importante darse cuenta de que son meros
modelos y no descripciones precisas de la realidad. Además, son sólo
aplicables a la fenomenología de ciertos sectores limitados a la experiencia
humana y no de la psique en su conjunto. Por consiguiente, es esencial proceder
ecléctica y creativamente en cada caso individual, en lugar de intentar encajar
a todos los pacientes en los continuos conceptuales de una teoría predilecta o
escuela psicoterapéutica.
El psicoanálisis de Freud, u ocasionalmente la psicología individual de
Adler, parecen ser los marcos más convenientes para analizar las experiencias
centradas predominantemente en sucesos biográficos. Sin embargo, ambos
sistemas pierden toda su utilidad cuando el proceso se traslada al nivel
perinatal. Para lgunas de las
experiencias observadas en el contexto del proceso del nacimiento, el
terapeuta y el paciente podrán aplicar el marco conceptual de Otto Rank.
Asimismo, las poderosas energías que se manifiestan a este nivel pueden ser
descritas y comprendidas en términos reichianos. Sin embargo, es esencial
modificar sustancialmente los sistemas de Rank y Reich, para que reflejen
correctamente el proceso perinatal. Rank concibe el trauma del nacimiento en
términos de la diferencia existente entre el estado intrauterino y la
existencia en el mundo exterior, sin tener en cuenta el impacto traumático
específico de la segunda y tercera matriz perinatal. Reich describe
correctamente los aspectos energéticos del proceso perinatal, pero lo hace en
términos de energía sexual bloqueada, en lugar de energía natal.
Para las experiencias en el nivel transpersonal, sólo la psicología
junguiana, la psicosíntesis de Assagioli y hasta cierto punto la cientología de
Hubbard, parecen ofrecer ciertas directrices útiles. También puede resultar
sumamente útil el conocimiento de la mitología y de las grandes religiones del
mundo, para la comprensión del proceso de autoexploración profunda, ya que
muchos pacientes experiencian secuencias que sólo tienen sentido en un sistema
simbólico histórica, geográfica y culturalmente determinado. En algunas
ocasiones, las experiencias serán comprensibles en el marco de sistemas tales
como el gnosticismo, Cábala, alquimia, tantra o astrología. En otro caso, la
aplicación de dichos sistemas debería adaptarse a las experiencias que lo
justifiquen y ninguno de ellos debería ser utilizado a priori como contexto exclusivo
para dirigir el proceso.
Dado que la dinámica del proceso intrapsíquico es de una importancia
fundamental, toda psicoterapia que se centre exclusivamente en el individuo y
le trate aisladamente tendrá un valor limitado. Un enfoque eficaz y amplio
debe considerar al cliente en un contexto interpersonal, cultural, socieconómico
y político. Es importante analizar la situación vital del cliente desde un
punto de vista holístico y ser consciente de la relación existente entre su dinámica
interna y los elementos del mundo exterior. Evidentemente, en algunos casos
las condiciones ambientales, las presiones culturales o políticas y un sistema
de vida poco sana, pueden lugar un papel importante en el desarrollo de
trastornos emocionales. Dichos factores deberían ser identificados y tratados,
si las circunstancias lo permiten. Sin embargo, en general, la autoexploración
y la transformación de la personalidad deberían constituir la preocupación
primordial, como aspecto fundamental y de más fácil acceso en todo programa
terapéutico.
Técnicas de psicoterapia y autoexploración
El objetivo principal de las técnicas utilizadas en la psicoterapia
experiencial es el de activar el inconsciente, desbloquear la energía atrapada
en síntomas emocionales y psicosomáticos, y transformar el equilibrio
energético estacionario en un flujo de experiencia. En muchos casos, dicho
equilibrio es tan precario que sólo se mantiene gracias a un enorme esfuerzo
subjetivo por parte del sujeto. En los estados psicóticos, las resistencias
residuales del cliente son las que mantienen el equilibrio en cuestión,
acompañadas del miedo de presiones y medidas sociales, medidas terapéuticas e
institucionales de disuasión, y medicación con tranquilizantes. Incluso en los
trastornos dinámicos menos profundos, tales como depresiones, trastornos
psicosomáticos y estados neuróticos, suele ser más difícil reprimir las
experiencias emergentes, que permitirles que salgan a la superficie. En dichas
circunstancias, no se precisan técnicas poderosas para iniciar el proceso.
Suele bastar con facilitar una nueva comprensión del proceso, estableciendo
una buena relación y un ambiente de confianza, de colaboración y libertad, en
el que el paciente pueda someterse plenamente al proceso. Suele bastar con
concentrarse en las emociones y sensaciones, respirar unas cuantas veces
profundamente y escuchar música evocativa, para mediar una profunda experiencia
terapéutica.
Cuando hay mucha resistencia, es necesario utilizar técnicas específicas
para movilizar la energía bloqueada y transformar los síntomas en experiencias.
La forma más eficaz de conseguirlo es, sin duda alguna, con el uso de
sustancias psicodélicas. Sin embargo, este enfoque está asociado con muchos
peligros potenciales, que requieren precauciones especiales y la observación de
un conjunto de rigurosas reglas. Puesto que ya se ha descrito el uso terapéutico
de las sustancias psicodélicas en varios libros y dado que esta modalidad de
tratamiento no es fácilmente accesible, me concentraré aquí en enfoques sin el
uso de drogas que he hallado particularmente útiles, poderosos y eficaces.'
Dado que todos utilizan la misma estrategia general de descubrimiento, son
compatibles entre sí y pueden limitarse en diversas combinaciones y pautas
secuenciales.
La primera de dichas técnicas se desarrolló gradualmente durante mis
años de investigación con LSD, originalmente como método para resolver
problemas residuales persistentes después de sesiones psicodélicas incompletas.
Desde que comencé a utilizarla independientemente de la terapia psicodélica,
hace unos diez años, me ha impresionado su eficacia como procedimiento
terapéutico independiente. El mayor énfasis de este enfoque se centra en la
liberación de energías bloqueadas, por medio de maniobras concentrándose en
los síntomas típicos como punto de menor resistencia. Puede que los
psicoterapeutas tradicionales tengan serias dudas con relación a la utilidad de
esta técnica, debido a su fuerte énfasis en la abreacción. En la literatura
psiquiátrica, el valor de la abreacción ha sido seriamente cuestionado fuera
del campo de las neurosis emocionales traumáticas. Un precedente importante en
este sentido lo constituye el repudio de Freud de sus primeros conceptos que
atribuían a la abreacción gran eficacia como mecanismo terapéutico, trasladando
el énfasis al análisis de transferencia.
El trabajo con psicodélicos y las nuevas técnicas experienciales han
rehabilitado en gran parte los principios de abreacción y catarsis como
aspectos importantes de la psicoterapia. Mi propia experiencia indica que el
aparente fracaso de la abreacción descrito en la literatura psiquiátrica era
consecuencia de no haberla utilizado con la suficiente persistencia o de un
modo sistemático. Se conservaba a un nivel relativamente superficial de traumas
biográficos y no se preocupaba ni permitía que entrara en los extremos
experienciales que suelen conducir a una resolución satisfactoria. En el nivel
perinatal puede provocar una alarmante asfixia, pérdida de control, trastornos
temporales, vómitos y otras manifestaciones bastante dramáticas. También es
importante subrayar que la abreacción mecánica no tiene ninguna utilidad; debe
practicarse de un modo bastante específico que refleje la naturaleza de la
gestalt experiencial y el tipo determinado de energía bloqueada.
Si la persona elude sistemáticamente un aspecto determinado del complejo
experiencial, la repetición mecánica de todas las demás facetas no aporta
resolución alguna. Es absolutamente esencial que la descarga emocional y motriz
se experimente en conexión con su correspondiente contenido inconsciente. Por
consiguiente, los enfoques abreactivos que no otorguen una libertad ilimitada
al paciente para la totalidad de la gama experiencial, incluidos los fenómenos
perinatales y transpersonales, no se puede esperar que conduzcan a un éxito
terapéutico espectacular. A pesar de' todo lo dicho, en defensa de la
abreacción. sería un error reducir la técnica que describo a continuación a
dicho enfoque, ya que incluye muchos otros elementos importantes.
La persona que desee utilizar esta técnica sin el uso de drogas debe
tumbarse en un sofá, en un colchón o sobre una alfombra, procurando estar
cómodo. La persona debe concentrarse en la respiración y en el proceso
corporal, procurando desconectar todo análisis intelectual en la medida de lo
posible. Con el aumento gradual de la profundidad y ritmo de la respiración,
es útil imaginar una nube luminosa que se desplaza por el cuerpo rellenando
todos los órganos y las células. Un breve período de esta hiperventilación
inicial, con la atención concentrada, habitualmente amplifica las sensaciones
típicas y emociones preexistentes, o induce otras nuevas. Cuando la pauta está
claramente establecida, puede comenzar el trabajo experiencial.
El principio básico consiste en estimular al paciente para que se someta
plenamente a las sensaciones y emociones emergentes, y halle formas apropiadas
de expresarlas, tales como sonidos, movimientos, posturas, muecas o temblores,
sin juzgarlas ni analizarlas. En el momento apropiado, el facilitador le
ofrece ayuda al paciente. El trabajo de facilitación puede ser llevado a cabo
por una persona, aunque la situación ideal parece ser la de una pareja. Antes
de empezar la experiencia, se le pide al paciente que a lo largo del proceso
indique, con el menor número de palabras posible, lo que la energía le está
haciendo en el cuerpo, la localización de los bloqueos, cargas excesivas en
ciertas áreas, presiones, dolores o calambres. También es importante que el
paciente comunique la cualidad de las emociones y de las diversas sensaciones
fisiológicas, tales como la angustia, sensación de culpabilidad, ira. asfixia,
náuseas, o presiones en la vejiga.
La función de los facilitadores es la de seguir el flujo de energía,
ampliar los procesos y sensaciones existentes, y estimular su experiencia y
expresión plena. Cuando el paciente se queja de presión en la cabeza o en el
pecho, los facilitadores producen mayor presión exactamente en dichas áreas,
aplicando mecánicamente sus manos. Asimismo, diversos dolores musculares deben
ser ampliados con un masaje profundo, acercándose a veces al Rolfing. Los
facilitadores ofrecen resistencia cuando el paciente desea empujar contra algo.
Con presiones rítmicas o masajes estimulan la tos espasmódica hasta el punto de
provocar vómitos o descargas mucosas. Las sensaciones de asfixia y
estrangulación en la garganta, muy comunes en la terapia experiencial, pueden
tratarse pidiéndole al paciente que se ocupe de enrollar con fuerza una toalla,
al tiempo que proyecta su sensación de asfixia hacia las manos y la toalla
estrujada. También es posible aplicar presión en algún punto duro cercano a la
garganta, tal como la mandíbula, los músculos escalenos, o en la clavícula, ya
que por razones evidentes la laringe es uno de los lugares donde no se puede
aplicar presión directa.
Para trabajar en ciertas áreas bloqueadas, se pueden utilizar
eclécticamente diversos ejercicios y maniobras bioenergéticos, o elementos de
Rolfing y masajes de polarización. El principio básico consiste en apoyar el
proceso existente, en lugar de imponer un esquema externo que refleje una
teoría en particular o las ideas de los facilitadores. Sin embargo, aun dentro
de dichos límites existe una amplia oportunidad para la improvisación creativa.
Ésta puede ser bastante específica cuando los facilitadores conectan la naturaleza
y el contenido de la experiencia que se desenvuelve. En tal caso, su
intervención puede reflejar detalles muy concretos del tema en cuestión. Pueden
revivir mecánicamente una réplica convincente de un mecanismo determinado del
parto, ofrecer consuelo con el contacto físico en el momento de revivir una
situación simbiótica primitiva con la madre, o mejorar con una presión localizada
de los dedos el dolor experimentado en el contexto de una secuencia de una
encarnación anterior, que incluya una herida causada por una espada, lanza o
daga.
La conducta de los asistentes debe seguir de un modo sensible la
naturaleza de la experiencia. Igualmente tiene que reflejar la trayectoria
intrínseca del proceso que emana del interior del paciente, en lugar de los
conceptos terapéuticos y convicciones de los facilitadores. Las personas que
han experienciado dicha técnica como protagonistas, ayudantes, u observadores
participantes, frecuentemente la comparan con el parto biológico. El proceso se
desenvuelve de un modo elemental; está dotado de su propia trayectoria y
sabiduría intrínseca. La función del terapeuta, como la del buen tocólogo,
consiste en eliminar los obstáculos, sin imponer su pauta alternativa en el
proceso natural, a no ser que sea absolutamente necesario.
De acuerdo con esta estrategia básica, se le comunica claramente al
paciente que se trata de su propio proceso y que el único Papel de los
facilitadores es el de «comparsas». Cuando la ayuda parece indicada, se le
ofrece al paciente, sin imposición ni obligación. En cada etapa del proceso,
el paciente tiene la opción de interrumpir toda intervención externa por medio
de una señal convenida. Nosotros utilizamos la palabra «stop», que consideramos
como mensaje imperativo y absolutamente mandatorio para que los facilitadores
interrumpan cualquier actividad, por muy convencidos que puedan estar de que
la continuación de la misma sería indicada y beneficiosa. Cualquier otra
reacción del paciente es entonces ignorada y considerada parte de la
experiencia. Afirmaciones tales como «me estás matando», «me duele», «no me
hagas eso», a no ser que vayan acompañadas de la palabra «stop», se interpretan
como reacciones ante los protagonistas simbólicos, ya sean figuras paternas,
entidades arquetípicas, o personajes de una secuencia de una encarnación
anterior.
Este trabajo exige la observación de unos principios fundamentales de
ética y los facilitadores deben respetar, en todo momento, la tolerancia
fisiológica y psicológica del paciente. Es importante saber evaluar lo que
constituye una cantidad razonable de presión o dolor. Puesto que se aplica en
los lugares del trauma original, el paciente la experimenta frecuentemente con
mucha mayor intensidad que la real. No obstante, es frecuente que el paciente
les diga a los facilitadores que aumenten la presión, más allá de lo que ellos
consideran apropiado. Esto parece reflejar el hecho de que el dolor original
supera en mucho al impuesto externamente y el paciente tiene la sensación de
que, para que la gestalt sea completa, debe experimentar conscientemente las
emociones y sensaciones propias del tema emergente con toda plenitud.
Los facilitadores deben seguir el movimiento de energía y estimular la
plena experiencia y expresión de lo que ocurra, hasta que el paciente alcance
un estado mental libre de tensión, agradable y claro. En estos momentos, la
ayuda con el contacto físico puede ser indicada, especialmente si la
experiencia en cuestión incluye recuerdos de la primera infancia. Debe dársele
tiempo suficiente al paciente para que integre la experiencia y vuelva al
estado de conciencia cotidiano. La duración media de esta sesión oscila entre
media hora y una hora y media. Si no se logra completar la gestalt, deben
tratarse las emociones y sensaciones fácilmente accesibles, sin forzar
maniobra alguna por parte de los facilitadores. En tal caso, la sesión debe
proseguir cuando las tensiones se acumulen en un grado suficiente, lo que
puede ocurrir en unas horas o al cabo de unos días. Se estimula al paciente
para que mantenga los canales experienciales abiertos y no permita que la
situación se desarrolle hasta el punto en que haya que ejercer un enorme esfuerzo
para controlar las emociones y sensaciones emergentes.
La técnica anterior es muy eficaz para aliviar la angustia emocional y
psicosomática. He podido observar en repetidas ocasiones que ciertas personas
cuya condición emocional, desde el punto de vista de la psiquiatría emocional,
justificaría hospitalización, en una o dos horas han logrado no sólo aliviar
los síntomas sino alcanzar un estado activo de bienestar o incluso de éxtasis.
El potencial de este enfoque para resolver la angustia emocional y psicosomática
aguda es tan extraordinario, que jamás consideraría la hospitalización
psiquiátrica o la medicación con tranquilizantes. antes de ponerlo a prueba.
Además, los beneficios de esta técnica parecen ser de mayor alcance que el del
alivio momentáneo. Si se continúa de un modo sistemático, se convierte en un
modo poderoso de autoexploración y de terapia. Mientras que en el psicoanálisis
tradicional y en las formas de terapia verbal asociadas con el mismo, pueden
tardarse meses o incluso años en alcanzar recuerdos de las primeras etapas del
desarrollo de la infancia, con esta técnica los pacientes no sólo recuerdan
sino que alcanzan alivio de sucesos de la primera infancia e incluso de
secuencias del nacimiento, en cuestión de minutos o de horas.
Un importante efecto secundario de esta estrategia terapéutica consiste
en el desarrollo de la sensación de control por parte de los pacientes. No
tardan en comprender que pueden ayudarse a sí mismos y que, en realidad, son
los únicos que pueden hacerlo. Este descubrimiento tiende a disminuir de un
modo espectacular la creencia y dependencia en una intervención externa de
carácter mágico por parte del terapeuta, por su brillante intervención, revelando
la naturaleza intelectual o emocional de su estado, aconsejando o dirigiendo.
Una sola sesión experiencial de este tipo puede mostrar claramente dónde se
encuentran los problemas y qué se debe hacer para superarlos. En este sentido,
a los pacientes no se les pide que crean en nada que no hayan experienciado directamente.
Las conexiones descubiertas de ese modo no son cuestión de opinión o de
conjeturas; suelen ser tan autoevidentes y convincentes que el paciente se las
discutiría a los facilitadores, si éstos no estuvieran de acuerdo.
Este proceso puede aumentar en intensidad y profundidad con el uso
apropiado de la música. La música estereofónica de alta fidelidad,
seleccionada y combinada de un modo particular, puede constituir por sí misma
un poderoso medio de autoexploración y de terapia. Los principios basados en
estímulos auditivos para la expansión de la conciencia han sido desarrollados
por Helen Bonny (1973), ex miembro del equipo del Maryland Psychiatric Research
Center, en Catonsville, donde participó en la investigación psicodélica como
terapeuta musical. Trabajando con sustan. cias psicodélicas, reconoció el
potencial de la música para la alteración de la mente y creó una técnica
denominada guía de imágenes con música, o GIM.
Si se utiliza con la debida preparación e introspección, la música
tiende a evocar experiencias poderosas y a facilitar el liberamiento emocional
y psicosomático. Facilita una estructura dinámica significativa para la
experiencia y crea una onda transportadora continua que ayuda al paciente a
avanzar por secuencias y obstáculos difíciles, superar defensas psicológicas y
someterse al flujo de la experiencia. Tiende a conferir una sensación de
continuidad y conexión a lo largo de diversos estados de la conciencia. En
ciertas ocasiones, el uso adecuado de la música puede también facilitar la
emergencia de ciertos contenidos específicos, tales como la agresión, las
sensaciones sensuales o sexuales, el dolor emocional o físico, las explosiones
de éxtasis, la expansión cósmica, o el ambiente oceánico del útero.
Para utilizar la música como catalizador de experiencias profundas
encaminadas a la autoexploración es esencial abandonar el sistema occidental de
escucharla, como el enfoque disciplinado e intelectualizado de los conciertos,
la superficialidad característica de la música grabada y transmitida por sistemas
de altavoces, la música ambiental de las fiestas, así como el estilo dinámico y
elemental, aunque extrovertido, de los centros de música rock. Se les pide a
los pacientes que se relajen tumbados en el suelo o sobre un sofá y que se
abran completamente al flujo de la música. Deben permitir que les vibre en el
cuerpo entero y sentirse libres para reaccionar en el modo que les parezca más
apropiado: llorar o reír, emitir sonidos y mover la pelvis, tensar los
músculos, contorsionarse, o sentir violentos temblores y sacudidas.
Usada de este modo, la música se convierte en un método muy poderoso
para inducir estados inusuales de conciencia, que pueden utilizarse
independientemente o en combinación con otras técnicas experienciales, tales
como las corporales descritas anteriormente. Para este fin, la música debe ser
de alta calidad técnica y su volumen lo suficientemente fuerte como para
ejercer un efecto transportador. La regla más importante consiste en respetar
la dinámica intrínseca de la experiencia y seleccionar las piezas de acuerdo
con la misma, en lugar de intentar influir en la situación con la elección de
la música.
Otra técnica poderosa y sumamente interesante para la autoexploración y
la curación, se sirve de los efectos activadores de la respiración acelerada en
el inconsciente. Se basa en principios tonte diferentes a los de la técnica
centrada en el trabajo corporal abreactivo descrita anteriormente. Sin
embargo, a pesar de sus diferencias, estas dos técnicas parecen ser compatibles
y complementarias entre sí. El enfoque a través del trabajo corporal y la
música procede de la tradición terapéutica y ha sido desarrollado en el
contexto del trabajo experiencial con pacientes psiquiátricos. Al mismo tiempo
está dotado del potencial necesario para conducir al paciente a través del
reino biográfico y del nivel de muerte-renacimiento al dominio transpersonal.
Por el contrario, el siguiente método, por su propia naturaleza, es
primordialmente un proceso espiritual. Tiene el poder de abrir muy rápidamente
el dominio experiencia) trascendental. En este proceso de apertura espiritual,
muchas personas tienen que enfrentarse a diversas áreas traumáticas de
naturaleza biográfica y experienciar el encuentro con el nacimiento y con la
muerte. A pesar de que su énfasis no es específicamente terapéutico, la curación
y transformación de la personalidad ocurren como efectos secundarios de dicho
proceso. Existen diversos métodos que utilizan maniobras respiratorias, que
han jugado un importantísmo papel en ciertas prácticas indias de la antigüedad
y en muchas otras tradiciones espirituales. Este enfoque ha sido redescubierto
por Orr y Ray (1977) y actualmente se utiliza una de sus variantes en los
programas de Orr de «renacimiento».
Nuestro propio enfoque está basado en una combinación de respiración
intensa y orientación introspectiva. Se le pide al paciente que se acomode con
los ojos cerrados, concentrándose en la respiración y manteniendo un ritmo más
rápido y eficaz que de costumbre. En este contexto, la abreacción y la
manipulación externa son explícitamente no recomendables. Después de un intervalo
que varía de caso en caso, habitualmente entre cuarenta y cinco minutos y una
hora, las tensiones del cuerpo tienden a acumularse formando una pauta estereotipada
de armadura muscular y acaban por liberarse si la hiperventilación continúa.
Las franjas de tensión que suelen desarrollarse se hallan aproximadamente donde
el sistema indio de kundalini yoga sitúa los centros de energía psíquica o
chakras. Adoptan la forma de una franja de presión intensa, o incluso dolor, en
la frente o sobre los ojos, constricción de la garganta con tensión y
sensaciones extrañas alrededor de la boca y de calambres en la mandíbula, y
con círculos de presión en el tórax, el ombligo y en el abdomen inferior.
Además, suelen desarrollar unas contracciones características en los brazos y
manos, así como en las piernas y en los pies, que pueden alcanzar dimensiones
dolorosas. En el propio trabajo clínico, los pacientes no suelen experimentar
la gama total de constricciones y tensiones, sino pautas individuales en su
distribución, en las que ciertas áreas están dramáticamente representadas,
mientras que otras no participan en absoluto.
En el contexto del modelo médico, esta reacción a la hiperventilación,
particularmente en el caso de los famosos espasmos carpopedales (contracciones
de las manos y de los pies), ha sido considerada como respuesta fisiológica
inevitable a la respiración rápida e intensa y se conoce con el denominativo
de «síndrome de hiperventilación». Se considera como algo alarmante, habitualmente
tratado con tranquilizantes, inyecciones de calcio y cubriendo la cabeza con
una bolsa de papel, cuando esto ocurre ocasionalmente con pacientes neuróticos
y particularmente en el caso de personas histéricas. El uso de la
hiperventilación para la autoexploración y terapia demuestra que este punto de
vista es incorrecto. Al proseguir con la respiración, las franjas opresivas,
así como los espasmos carpopedales, tienden a ceder en lugar de aumentar y el
paciente alcanza finalmente un estado extremadamente pacífico y sereno,
asociado con visiones de luz y sentimirr-tos de amor y unión.
Frecuentemente, el resultado final consiste en un profundo a_ tado
místico que puede ser beneficioso y personalmente significativo, de un modo
duradero, para el paciente. Paradójicamente, e' enfoque rutinario de la
psiquiatría ante los episodios ocasionales de hiperventilación espontánea
entorpece por consiguiente la reacción potencialmente terapéutica de los
pacientes neuróticos. Es interesante mencionar en este contexto el caso de
paciente, cuyo kundalini ha sido activado espontáneamente como consecuencia de
shaktipat: la transmisión directa de energía por parte de un avanzado maestro espiritual.
En el kundalini yoga y en el Siddha yoga, en contraste con la psiquiatría
contemporánea, lo, episodios de hiperventilación y las manifestaciones motrices
, emocionales concomitantes, o kriyas, son considerados como purificadores y
curativos.
Durante la hiperventilación, conforme las tensiones aumenta: y
gradualmente desaparecen, parece útil adoptar una actitud mental en la que se
imagine un incremento de la presión con cad.n inhalación y su liberación con
cada exhalación. Mientras este ocurre, el paciente puede experimentar una
amplia gama de poderosas experiencias: revivir sucesos biográficos importantes
de la infancia o vida posterior, confrontar diversos aspectos del recuerdo del
nacimiento biológico y, con bastante frecuencia, encontrarse con diversos
fenómenos de la amplia gama de experiencias transpersonales. En la terapia
holotrópica que utilizamos en nuestro método de trabajo se aumenta la potencia
del ya poderoso efecto de la hiperventilación con el uso de música evocativa y
otra tecnología acústica. Si se administran en un contexto coadyuvante y con
la debida preparación, estos métodos se potencian mutuamente, creando
indudablemente los medios más eficaces para la modificación de la conciencia, a
excepción del uso de drogas psicodélicas.
Puede aumentar todavía la eficacia de dicha técnica si se utiliza en el
contexto de un grupo, en el que los participantes se organicen en parejas y
alternen sus papeles respectivos como cuidador y experienciador. En estos
casos, las experiencias en ambos papeles acostumbran ser muy profundas y
significativas. Además, parecen ejercer una influencia catalizadora mutua y
tienden a crear un ambiente que favorece las reacciones en cadena. En un grupo
de personas seleccionadas al azar en dichas circunstancias, como mínimo una de
cada tres alcanza estados transpersonales de la conciencia antes de
transcurrida una hora de la primera sesión. Es bastante común que los
participantes manifiesten auténticas experiencias de estados embrionarios, o
incluso de la concepción, elementos del inconsciente colectivo o racial,
identificación con los antepasados humanos o animales, o revivan recuerdos de
encarnaciones anteriores. Igualmente frecuentes son los encuentros con
imágenes arquetípicas de divinidades o demonios y las secuencias mitológicas
complejas. La gama de experiencias accesibles al participante medio incluyen
destellos telepáticos, experiencias de abandono del cuerpo y la proyección
astral.
Igualmente, los pacientes no deben hacer nada más que mantener cierto
ritmo de respiración y mantenerse completamente abiertos a lo que ocurra. Con
este enfoque, muchos pacientes acaban en un estado de resolución y
relajamiento total de naturaleza profunda espiritual, o por lo menos con
caracteres místicos. Ocasionalmente, la respiración profunda estimula
elementos de abreacción, tales como chillar, o toser, particularmente en las
personas que han participado anteriormente en terapias abreactivas o enfoques
neoreichianos. Es importante dejar que transcurra la respuesta abreactiva y que
el paciente vuelva a la respiración controlada cuanto antes. Ocasionalmente, la
hiperventilación activa una secuencia experiencial, sin llegar a alcanzar su
resolución satisfactoria. En tal caso, es útil aplicar el enfoque abreactivo
para completar la gestalt, en lugar de dejar la experiencia inacabada. La
combinación de respiración profunda, música evocativa, trabajo corporal
concentrado y un enfoque carente de prejuicios con una cartografía ampliada de
la psique, en mi experiencia, supera la eficacia de cualquier otra técnica
existente sin el uso de drogas y merece un lugar especial en el arsenal
psiquiátrico.
Otra técnica que debe mencionarse es el uso particular del dibujo
mandala. Aunque quizá de valor limitado como método terapéutico independiente,
es de gran utilidad en combinación con diversos enfoques experienciales.
Desarrollado por Joan Kellogg (1977, 1978), psicóloga y arte-terapeuta de
Baltimore, se ha utilizado con éxito durante la terapia psicodélica en el
Maryland Psychiatric Research Center. Al paciente se le entrega tiza o lápices
de colores y una gran hoja de papel con un círculo, y se le pide que lo rellene
en la forma que le parezca más apropiada. Puede tratarse simplemente de una
combinación de colores, una pauta de formas geométricas o un complejo dibujo
figurativo.
El «mandala» resultante puede ser objeto de análisis formal, según los
criterios desarrollados por Kellogg en base a su trabajo con grandes grupos de
pacientes psiquiátricos. Sin embargo, también se puede utilizar para facilitar
la interacción y compartir experiencias entre los miembros de un pequeño
grupo. Además, ciertos mandalas se prestan a un trabajo experiencial más profundo
con el uso de la práctica de la gestalt, la danza expresiva y otras técnicas.
El método mandala puede utilizarse para documentar una experiencia con
sustancias psicodélicas o con el enfoque experiencia) descrito anteriormente.
En nuestro estudio y a lo largo de seminarios de cuatro semanas de duración, se
popularizó la costumbre entre los participantes de conservar un «diario
mandala», ilustrando el proceso de autoexploración.
Esta forma gráfica de documentar la experiencia personal es también de
gran utilidad como medio de compartir los estados internos individuales con
los demás participantes y trabajar en los mismos con su ayuda. Mi esposa y yo
hemos estado utilizando un proceso mandala de tres etapas que parece
particularmente eficaz. Se practica con grupos de seis u ocho pacientes que se
acercan a un pequeño círculo con sus mandalas, reflejo de sus experiencias con
la hiperventilación y la música. A cada uno se le pide que elija el dibujo de
otro miembro del grupo que le produzca una poderosa reacción emocional, ya sea
positiva o negativa. Distribuidos los mandalas, los participantes trabajan
sucesivamente sobre cada uno de ellos.
El primer paso consiste en un debate sobre el mandala elegido por la
persona que ha experimentado una fuerte reacción ante el mismo. Cuando el
participante en cuestión concluye el relato de su reacción subjetiva, los demás
miembros del grupo agregan sus observaciones. El tercer paso consiste en el
relato de la experiencia expresada en el mandala por su creador. Este proceso
exige el pleno concienciamiento de que en los comentarios de los miembros del
grupo, sus proyecciones personales aparecen mezcladas intrínsecamente con lo
que puede ser una percepción profunda, precisa y valiosa del proceso mental del
creador.
El objeto\ de dicho ejercicio no es el de formar un juicio «objetivo» y una
evaluación diagnóstica, sino el de facilitar el proceso personal de todos los
participantes. Enfocado de este modo, el trabajo mandala representa un
catalizador único para la autoex_ ploración e interacción interpersonal.
También es sumamente útil y productivo, para los que han elegido mandalas de
los demás, pasar algún tiempo juntos explorando los factores psicodinámicos
subyacentes en la afinidad o aversión expresadas por su elección.
Otro poderoso método de descubrimiento es el juego de arena terapéutico
desarrollado por la psicóloga suiza Dora Kalff (1971), ex discípula de Jung. El
paciente sometido a terapia con dicha técnica dispone de un cajón rectangular
lleno de arena y millares de figuritas y objetos que representan personas,
animales, árboles y casas de diferentes países y culturas. Su labor consiste en
crear una escena simbólica individual, moldeando la arena en forma de montañas,
valles o llanuras, descubriendo partes del fondo azul claro del cajón para
formar ríos, lagos y estanques, y completar la escena agregando figuritas y
objetos de su elección. A no ser que uno haya probado personalmente esta
técnica, es difícil imaginar el extraordinario poder que posee para movilizar
la dinámica arquetípica de la psique. La naturaleza transpersonal del proceso
queda bastante ilustrada por el hecho de que tiende a crear un campo
experiencial propenso a que ocurran extraordinarios sincronismos. A través del
juego de arena se exterioriza y concretiza material inconsciente profundo,
hasta tal punto que puede ser plenamente experienciado, analizado e integrado.
Una serie de sesiones de juegos de arena brinda la oportunidad de desarrollar
los temas en cuestión de un modo detallado, resolver los conflictos
subyacentes y simplificar la dinámica inconsciente personal.
Metas y resultados de la psicoterapia
Existe una variedad de enfoques adicionales, que son compatibles y
complementarios con los descritos. Al contrario de las técnicas
psicoterapéuticas tradicionales, el proceso de la técnica holotrópica presta
suma atención a los aspectos psicosomáticos de la autoexploración. A pesar de
que el énfasis en los procesos corporales está implícito tanto en la técnica
abreactiva como en el método respiratorio, es posible y aconsejable utilizar
diversos procedimientos relacionados con el cuerpo en conexión con los mismos.
La experimentación con técnicas tales como la de Esalen y el masaje de
polaridad (Gordon, 1978), Rolfing (Rolf, 1977), la acupuntura (Mann, 1973),
Feldenkrais (Feldenkrais, 1972), la integración psicofísica de Trager (Trager,
1982), el tai chi, aikido, u otras diversas formas de baile terapéutico, pueden
aportar contribuciones valiosas al proceso de autoexploración. Otro
complemento útil es el ejercicio físico, en particular el montañismo, el
footing y la natación, o la jardinería. Sin embargo, la integración de estos
enfoques de orientación corporal en un amplio programa de transformación de la
personalidad requiere un enfoque consistentemente introspectivo y un marco
conceptual amplio, que permita la plena emergencia de la amplia gama de
experiencias que puedan manifestarse en el contexto de dichas prácticas, en
apariencia estrictamente físicas.
La práctica de la gestalt (Perls, 1976a, 1976b) merece una mención
especial dado que sus principios básicos son similares a los esbozados
anteriormente. El trabajo gestalt constituye un complemento particularmente
adecuado a la terapia holotrópica. puede ser muy útil para completar o explorar
más a fondo los temas y sucesos que hayan emergido en sesiones combinadas de
ejercicios de respiración, música y trabajo corporal. Hemos mencionado ya, al
principio de este libro, cuáles son las modificaciones necesarias en la
práctica de la gestalt, para que sea plenamente compatible con las estrategias
que recomendamos. Otros enfoques descubridores que pueden ser útiles son la
psicosíntesis de Assagioli (1976) y la imaginería afectiva dirigida de Leuner
(1977, 1978).
Debemos también subrayar que diversas técnicas de meditación y otras
formas de prácticas espirituales no entran en conflicto con el enfoque general
que aquí describimos. Una vez el sistema psicoterapéutico ha reconocido los
niveles perinatal y transpersonal de la psique, ha salvado la brecha entre la
psicología y el misticismo, haciéndose compatible y complementario con la
práctica espiritual. He observado en marcos tan diversos como el umbanda
brasileño, los rituales de la iglesia indígena norteamericana, las ceremonias
de los huichol mexicanos y de los mazatec, así como en los fines de semana
intensivos del fallecido maestro de Siddha yoga, Swami Muktananda, que los
acontecimientos primordialmente espirituales o religiosos pueden estar dotados
de gran poder curativo y son susceptibles de ser fácilmente vinculados en la
autoexploración profunda y en la terapia que describimos.
Asimismo, la astrología de tránsito, disciplina rechazada y ridiculizada
por la ciencia newtoniana-cartesiana, puede ser de gran utilidad como fuente de
información sobre el desarrollo y transformación de la personalidad. Habría que
extenderse mucho para explicar las razones por las que la astrología puede
funcionar como sistema extraordinario de referencia. Dicha posibilidad parece
absurda desde el punto de vista de la ciencia mecanicista, que trata de la
conciencia como un epifenómeno de la materia. Sin embargo, para un enfoque que
considera la conciencia como elemento primordial del universo, entrelazado con
todos los elementos de la existencia y que reconoce las estructuras
arquetípicas como algo que precede a los fenómenos del mundo material y los determina,
la función de la astrología parece bastante lógica y comprensible. Este tema es
tan complejo que merece una presentación aparte.2
El hecho de que se recomiende una lista tan extensa de enfoques puede
parecer a primera vista anarquía terapéutica. Al pare. cer, existe un creciente
número de pacientes en el movimiento de potencial humano, que cambian de una
terapia a otra, sin quedarse con ninguna de ellas el tiempo suficiente para
beneficiarse de la misma. Estos suponen, evidentemente, ejemplos disuasivos del
eclecticismo terapéutico. Sin embargo, puede que lo erróneo con dicha
«promiscuidad terapéutica» no consista en el hecho de experimentar con diversos
enfoques, sino en el de no tratarlos como elementos o etapas parciales del
proceso de autoexploración, en lugar de panaceas mágicas. Lo poco sano es, por
consiguiente, la expectativa irrealista y la dependencia no crítica, seguida
de una decepción igualmente fuerte, y no el interés en distintos enfoques y la
experimentación de los mismos. Si uno se contenta con la expectativa de un
pequeño fragmento del rompecabezas y considera la totalidad de la vida como
una aventura de autoexploración que avanza y en una búsqueda de conocimientos,
los enfoques mencionados pueden ser enormemente útiles y sinérgicos.
Para ilustrar este punto, desearía mencionar nuestras observaciones en
los programas educativos experimentales, de cuatro semanas de duración, que mi
esposa Christina y yo hemos coordinado y conducido en el Esalen Institute, en
Big Sur. Concebí la idea de dichos seminarios hace más de diez años,
originalmente para brindarles la oportunidad a profesionales y estudiantes de
todos los confines de Estados Unidos y de otros países, de entrar en contacto
con una gran variedad de dirigentes humanísticos y transpersonales, así como
sus conceptos y técnicas, en un tiempo relativamente breve. En dichos talleres
se combina la información, los ejercicios experienciales, el proceso del grupo,
el trabajo corporal, la experimentación con diversos métodos de alteración de
la mente, la proyección de diapositivas y películas. Cada uno de dichos
seminarios se ocupa de un tema diferente relacionado con la investigación
moderna sobre la conciencia, la revolución psicoterapéutica y el cambio de
paradigma en la ciencia. Utilizan los recursos del personal del Esalen
Institute, así como los de numerosos profesores universitarios, seleccionados
específicamente para tratar de ciertos temas en particular. La orientación
general de dichos talleres la muestran los siguientes títulos: La esquizofrenia
y la mente visionaria; La medicina holística y las prácticas curativas; Mapas
de la conciencia; Nuevos enfoques del nacimiento, el sexo y la muerte; Los
reinos del inconsciente humano; Energía: física, emocional y espiritual;
Alternativas futuras; Las fronteras de la ciencia; La inteligencia paranormal;
La búsqueda mística; y La evolución de la conciencia: perspectivas de la
investigación espacial interna y externa.
En dichos talleres se ha expuesto a los participantes en diversas
pautas imprevisibles, a conferencias que amplían y extienden sus horizontes
conceptuales, evocativas proyecciones de diapositivas y películas, integración
holonómica y otras poderosas técnicas experienciales, trabajo corporal intenso,
proceso de grupo y rituales aborígenes ocasionales con shamanes invitados.
Debemos subrayar que todo esto ha tenido lugar en el ambiente relajante y
estéticamente exquisito del Esalen Institute, con sus famosos manantiales de
agua mineral caliente. Entre los profesores universitarios se cuentan
intelectuales como Gregory Bateson, Joseph Campbell, Fritjof Capra, Michael
Harner, Jean Houston, Rupert Sheldrake, Huston Smith, Russel Targ, Charles Tart
y Gordon Wasson, así como líderes del potencial humano de la categoría de John
Heider, Michael Murphy, Richard Price y Will Schutz, físicos famosos, maestros
espirituales occidentales y orientales, y shamanes norteamericanos y mexicanos.
El formato del seminario, concebido originalmente como método educativo
innovador, resultó ser el instrumento más poderoso para la transformación de
la personalidad que jamás he experimentado o presenciado, a excepción de las
sesiones psicodélicas. En el trabajo terapéutico sistemático, limitado a una
técnica en particular, el paciente no tarda en aprender su lenguaje y sus códigos,
por lo que después de algún tiempo es posible interpretar el juego terapéutico
y permitir que el proceso discurra esencialmente sin efecto alguno. En el
formato del Esalen Institute, en el que se combinan diversos enfoques al azar,
los participantes reciben influencias inesperadas de muchas formas distintas y
ángulos insospechados, en un ambiente de cooperación que favorece explícitamente
la experiencia profunda y la autoexploración.
En dichas circunstancias, los poderosos procesos de transformación
suelen ocurrir a cualquier hora del día o de la noche. Este compromiso
permanente con la autoexploración durante un período de tiempo limitado,
parece muy superior al calendario habitual impuesto externamente, de breves
sesiones. Este último es improbable que coincida con los momentos en que las
defensas psicológicas estén particularmente bajas y, además, su formato no
permite un proceso de suficiente profundidad y duración. En los seminarios del
Esalen Institute, de un mes de duración, hemos usado sistemáticamente las
técnicas y estrategias descritas en este capítulo. Las numerosas cartas de
antiguos participantes indican que este tipo de experiencias, de cuatro semanas
de duración, pueden iniciar un profundo proceso de transformación y tienen una
influencia duradera en la vida del individuo.
Metas y resultados de la psicoterapia
La definición tradicional de la cordura y la salud mental implica como
postulado fundamental, una congruencia perceptual, emocional y cognoscitiva con
la visión newtoniana-cartesiana del mundo, interpretada no sólo como marco
pragmático de referencia, sino como descripción precisa y única de la
realidad. Más concretamente, esto supone la identificación experiencial con el
cuerpo físico individual o la denominada imagen corporal, la aceptación del
espacio tridimensional y del tiempo lineal irreversible como coordinadas
obligatorias de la existencia, y la limitación de las fuentes individuales de
información a los canales sensoriales y a los archivos del substrato material
del sistema nervioso central.
Otro criterio importante en cuanto a la exactitud de todos los datos
sobre la realidad, consiste en la posibilidad de validación consensual por
parte de otras personas mentalmente sanas o cuyo funcionamiento sea normal,
según la definición anterior. Por consiguiente, si la información compartida
por dos o más personas diverge considerablemente de la imagen convencional de
la realidad, la percepción compartida seguirá siendo descrita en términos
patológicos tales como folie a deux, folie á famille, superstición. sugestión
colectiva, engaño masivo, o alucinación. Las distorsiones individuales menores
de la autopercepción y de la percepción de los demás, en este sentido, serían
calificadas de neurosis, siempre y cuando no supusieran un reto grave para los
postulados newtoniano-cartesiano esenciales. Las desviaciones sustanciales y
críticas de la descripción acordada de la realidad serían denominadas
psicosis.
La salud mental se define en términos de la ausencia de psicopatología
o de «enfermedad» psiquiátrica. Para ello no es preciso que se disfrute
activamente de la existencia, ni que se aprecie la misma y el proceso vital. La
mejor ilustración de este concepto la constituye la famosa descripción de Freud
de la meta de la terapia psicoanalítica: cambiar el sufrimiento neurótico
extremo del paciente por la miseria normal de la vida cotidiana. En este sentido,
una persona cuya existencia sea enajenada, desgraciada, dominada por las exigencias
y las necesidades excesivas de poder, instintos competitivos y una ambición
insaciable, estaría todavía incluida en esta amplia definición de la salud
mental, sino padecía síntomas clínicos manifiestos. Además, en esta falta
general de claridad sobre el criterio de salud mental, algunos autores incluirían
indicadores externos tan dependientes de valores materiales como la fluctuación
de los ingresos, los cambios de profesión y de categoría social y los «ajustes
residenciales».
La investigación moderna sobre la conciencia ha generado en la
actualidad suficiente información para instigar la necesidad urgente de una
revisión de dicho enfoque. Una nueva definición de funcionamiento sano
incluiría como factores fundamentales, el reconocimiento y cultivo de dos
aspectos complementarios de la naturaleza humana: la existencia individual como
entidad material aparte y como campo de conciencia potencialmente ilimitado.
Ya he descrito sus dos modelos experienciales correspondientes: el hilotrópico
y el holotrópico. Según este concepto, una persona «mentalmente sana» que
funcione exclusivamente en el marco del modelo hilotrópico, aun sin manifestar
síntoma clínico alguno, está desvinculada de un aspecto vital de su naturaleza
y no funciona de un modo equilibrado y armonioso. Una persona con dicha
orientación tiene un concepto lineal de la existencia, dominado por programas
de supervivencia e interpreta la vida en términos de prioridades exclusivas
(yo, mis hijos, mi familia, mi empresa, mi religión, mi país, mi raza), incapaz
de ver y experienciar un contexto holístico unificador.
A dicha persona le resulta difícil obtener satisfacción de las actividades
ordinarias de la vida cotidiana y se ve obligado a recurrir a esquemas
complicados que incluyan planes futuros. Esto conduce a un enfoque de la vida
basado en una sensación de deficiencia, una incapacidad para disfrutar
plenamente de lo asequible y un concienciamiento doloroso de lo ausente. Esta
estrategia de la vida se usa en relación con personas y circunstancias concretas,
pero en última instancia representa una pauta carente de contenido específico.
Por consiguiente, se puede practicar en casos de extrema fortuna, poder y fama,
cambiando constantemente su forma específica, según varíen las condiciones. A
la persona cuya vida esté dominada por dicho mecanismo, nada le basta y ninguna
posesión ni logro le aporta auténtica satisfacción.
En estas circunstancias, si no se alcanzan las metas, se racionaliza la
persistente insatisfacción como reflejo del fracaso de crear un conjunto de
condiciones más apetecible. Sin embargo, si el proyecto tiene éxito, tampoco
suele aportar la satisfacción emocional deseada. Esto se atribuye a una
elección errónea o al alcance excesivamente limitado de la meta original, que se
sustituye por otra más ambiciosa. Esto conduce a lo que los propios sujetos
denominan «la ley del más fuerte» o existencia «trafagosa». Es decir, el hecho
de vivir emocionalmente en un mundo de fantasía con relación al futuro y
persiguiendo metas proyectadas, que no satisfacen cuando se alcanzan. En la
literatura existencialista, a esto se lo denomina «autoproyección». La vida del
individuo está imbuida por una sensación de inutilidad, futilidad, o incluso absurdidez,
que ningún éxito es capaz de superar. Es común que en dichas circunstancias, un
gran éxito desencadene una depresión profunda: exactamente lo opuesto de lo
esperado. Joseph Campbell describe esta situación como el hecho de «alcanzar
el último peldaño de la escalera y descubrir que está apoyada contra la pared
equivocada».
La existencia de una persona cuyo mundo experiencial esté limitado al
modelo hilotrópico, carece, por consiguiente, de autenticidad. Se caracteriza
por su enfoque selectivo y persecución de metas, así como su incapacidad para
apreciar el proceso de la vida. Características típicas de esta forma de estar
en el mundo consisten en una preocupación por el pasado y el futuro, una conciencia
limitada del momento presente y un énfasis exclusivo en la manipulación del
mundo exterior, asociado con la alienación profunda del proceso psicológico
interno. Un doloroso concienciamiento del tiempo limitado del que se dispone
para la realización de tantos proyectos, una necesidad excesiva de control, una
incapacidad para tolerar la temporalidad y el proceso de envejecímiento y un
profundo temor subyacente de la muerte constituyen importantes atributos
adicionales.
Proyectado a escalas social y global, dicho modo experiencia] se centra
en índices externos y parámetros objetivos como indicadores del nivel de vida
y del bienestar. Tiende a medir la calidad de la vida en base a la cantidad de
productos materiales y posesiones, en lugar de hacerlo con relación a la
naturaleza de la experiencia de la vida y el sentido subjetivo de satisfacción.
Además, suele considerar dicha filosofía y estrategia de la vida como lógica y
natural. Las cualidades caracterísitcas de este enfoque (énfasis a corto plazo
en el crecimiento ilimitado, orientación egoísta y competitiva y el
menosprecio de las pautas cíclicas y de las interdependencias holísticas de la
naturaleza) se reflejan y potencian entre sí. En su conjunto, crean una
trayectoria global funesta, con el holocausto nuclear o el desastre ecológico
total como alternativas lógicas para el futuro del planeta.
Por el contrario, el individuo en un modo holotrópico de conciencia, es
incapaz de relacionarse adecuadamente con el mundo material como marco de
referencia obligatoria y de importancia suprema. La realidad pragmática de la
vida cotidiana, el mundo de los objetos materiales sólidos y de seres
independientes parece una ilusión. La incapacidad para identificarse con el ego
corporal y con la experiencia individual como entidad independiente claramente
distinguible de la totalidad del entramado cósmico conduce a una negligencia de
las reglas básicas que es necesario observar para que el organismo individual
pueda seguir existiendo. Puede conducir a una despreocupación por la seguridad
personal, la higiene elemental, el consumo de comida y agua, o, incluso, de
oxígeno. La pérdida de las fronteras individuales, las coordenadas temporales
y espaciales, y de una forma adecuada de evaluar la realidad, representan un
grave peligro para la supervivencia. Las formas extremas del modo holotrópico,
tales como la identificación con la mente universal o el vacío supracósmico,
representan exactamente lo opuesto a la conciencia del ego corporal relacionado
con la materia. La unión subyacente de la totalidad de la existencia
trascendiendo tiempo y espacio constituye la realidad única. Todo parece ser
perfecto tal como es y no hay nada que hacer ni ningún lugar adonde dirigirse.
Cualquier tipo de necesidades son inexistentes o están plenamente satisfechas;
un individuo inmerso en el modo experiencia] holotrópico debe ser cuidado por
otras personas que se ocupen de sus necesidades básicas, como lo ilustran
numerosos relatos sobre discípulos que cuidan a sus maestros durante su
samadhi o satori.
Ahora podemos referirnos de nuevo al problema de la salud mental. En
contraste con la psiquiatría tradicional, con su simple dicotomía de
salud-enfermedad mental, debemos considerar varíos criterios importantes. El
primer paso debe consistir en excluir enfermedades orgánicas que puedan
constituir las causas, los factores contributorios, o las espoletas de los
trastornos emocionales y de conducta. Si en la exploración se detecta una
enfermedad en el sentido médico de la palabra, tal como una inflamación, un tumor
o una dificultad circulatoria en el cerebro, urenia, desequilibrio hormonal
severo, o algo por el estilo, el paciente debe recibir un tratamiento médico
específico.
Habiendo considerado la dimensión salud-enfermedad, podemos emprender
la evaluación de las dos formas de conciencia descritas anteriormente y sus
combinaciones. En el marco conceptual presentado en este libro, el individuo
que funcione exclusivamente según el modelo hilotrópico sería el más propenso
a una «salud inferior», aunque no manifestara síntoma psicopatológico alguno en
el sentido convencional. Este modo de conciencia, en su forma extrema,
acompañado de una actitud materialista y atea con relación a la existencia,
incluye la represión de aspectos vitales y nutritivos de uno mismo y en última
instancia es insatisfactorio, destructivo y autodestructivo.
La experiencia de la conciencia holotrópica debería tratarse como
manifestación de potencial intrínseco en la naturaleza humana, que no
constituye en sí misma ninguna psicopatología. Cuando se manifiesta de una
forma pura y en circunstancias adecuadas, puede ser curativa, evolucionaria y
transformadora. Si bien puede ser de un valor extraordinario como estado
transicional seguido de una buena integración, es irreconciliable con las
exigencias de la realidad cotidiana. Su valor depende fundamentalmente de la
situación, el estilo con que el sujeto lo enfoque y su habilidad para
asimilarlo de un modo constructivo.
Ambas formas pueden interactuar de modo que se entorpezca la existencia
cotidiana, o fundirse armoniosamente mejorando la experiencia vital. Los
fenómenos neuróticos y psicóticos pueden interpretarse como consecuencia de un
conflicto irresuelto entre ambas tendencias, que representan formaciones de
compromiso y entorpecimientos vinculatorios. Sus diversos aspectos (perceptual,
emocional, ideario y psicosomático) que se presentan como distorsiones
incomprensibles de un modo lógico ,y apropiado de reaccionar ante las
circunstancias materiales vigentes, son perfectamente comprensibles como
partes integrantes de la gestalt holotrópica que intenta emerger.
Esto queda claro para el sujeto a partir del momento en que el tema
subyacente en los síntomas es experienciado e integrado plenamente. En algunos
casos, el elemento intruso es una experiencia de otro contexto temporal, como
la infancia, el nacimiento biológico, la existencia intrauterina, la historia
ancestral o evolutiva, o una encarnación anterior. En otras ocasiones incluye
la superación de las barreras espaciales habituales, adoptando la forma de
identificación consciente con otras personas, diversas formas animales, la vida
vegetal, o materiales y procesos inorgánicos.
En algunos casos, el tema emergente no está conectado con el mundo
fenoménico ni con sus habituales coordenadas temporales y geográficas, pero
representa varios productos transitorios característicos de niveles de la
realidad que se encuentran entre la conciencia cósmica indiferenciada y la
existencia independiente de la forma material individual. Los encuentros o
identificación plena con entidades arquetípicas en el sentido junguiano, o la
participación en secuencias mitológicas dramáticas, pertenecerían a esta
categoría.
El principio básico de resolución sintomática constituye una
modificación experiencial plena hacia el tema holotrópico correspondiente, que
requiere un contexto especial con ayuda terapéutica incondicional, mientras
exista la experiencia inusual. Completado el proceso, el paciente recupera
automáticamente la conciencia cotidiana. La experiencia plena del modo
holotrópico alivia o elimina el síntoma, pero debido al compromiso filosófico
del paciente con el modelo hilotrópico, adquiere una forma más libre y
tentativa. Cuando la gestalt subyacente consiste en una poderosa experiencia
perinatal o transpersonal, conduce típicamente a un proceso de apertura
espiritual.
Este nuevo enfoque al problema de los trastornos psicogénicos
emocionales, basado en un contexto ampliado de la personalidad humana,
abandona la práctica del uso de calificativos psicopatológicos para los
pacientes, basándose en el contenido de su experiencia. Esto emerge de la
observación de que numerosas experiencias que solían considerarse como
psicóticas, pueden ser fácilmente inducidas en un grupo de la población
elegida al azar, no sólo con drogas psicodélicas, sino por métodos tan simples
como la práctica de la meditación y la hiperventilación.
Asimismo, ha quedado claro que la ocurrencia espontánea de dichos
fenómenos es muy superior a la sospechada por la rama principal de la
psiquiatría. Los diagnósticos estigmatizantes, el encierro obligatorio en
centros psiquiátricos y las amedrantadoras formas terapéuticas han desalentado
a mucha gente que se resiste a admitir, incluso ante sus familiares y amigos
íntimos, el hecho de haber tenido experiencias perinatales o transpersonales.
En estas circunstancias, la psiquiatría ha obtenido una imagen distorsionada
de la naturaleza de la experiencia humana.
La mezcla armoniosa de ambas formas no distorsiona la realidad externa,
sino que la dota de un sabor místico. La persona imbuida en dicho proceso es
capaz de reaccionar ante el mundo como si éste consistiera en objetos discretos
sólidos, pero no confunde esta visión pragmática con la verdad absoluta de la
realidad. El paciente experiencia muchas dimensiones adicionales que operan
entre bastidores y es filosóficamente consciente de las diversas alternativas
existentes con relación a la realidad común. Esta situación parece darse cuando
el individuo está en contacto con los aspectos holonómicos de la realidad, pero
no hay ninguna gestalt holotrópica que compita por el dominio del campo
experiencial.
El concepto de «cordura superior», o auténtica salud men debe reservarse
para aquellos que hayan alcanzado una interre ación equilibrada de ambos modos
complementarios de la concien cia. Deberían sentirse cómodos y familiarizados,
tanto con el une como con el otro, concederles un reconocimiento adecuado y ser
capaces de utilizarlos con flexibilidad y discriminación apropiada., según las
circunstancias. Para alcanzar un funcionamiento pleno y sano en este sentido,
es absolutamente necesario superar filosóficamente los dualismos, en
particular entre la parte y el todo. E' individuo enfoca la realidad cotidiana
con absoluta seriedad y una responsabilidad personal y social plena, manteniendo
simultánea mente el concienciamiento del valor relativo de dicha perspectiva La
identificación con el ego y con el cuerpo es juguetona y deliberada, en lugar
de incondicional, absoluta y obligatoria. No esta imbuida por el miedo, la
necesidad de controlar, ni programas dta supervivencia irracionales; la
aceptación de la realidad material la existencia es pragmática, no filosófica.
Existe una concienci profunda de significado de la dimensión espiritual en el
esquema, universal.
El sujeto que ha experienciado e integrado una cantidad consi derable de
material holotrópico tiene la oportunidad de ver '` vida y la existencia humana
desde una perspectiva que supera a la: del occidental medio considerado
«normal» según los niveles de la psiquiatría tradicional. La integración
equilibrada de los dos aspectos complementarios de la experiencia humana suele
ir acompañada de una actitud afirmativa con relación a la existencia, el de
los valores aceptados ni de ningún aspecto particular de la vida, sino del
proceso cósmico en su conjunto y del flujo general de la vida. Una parte
integral del funcionamiento sano consiste en la habilidad de disfrutar de los
aspectos simples y ordinarios de la vida cotidiana, tales como los elementos de
la naturaleza, la gente y las relaciones o actividades humanas, así como del
comer, dormir, del sexo y de otros procesos fisiológicos del propio cuerpo.
Esta capacidad de apreciar la vida, elemental y orgánica, es esencialmente
independiente de las condiciones externas de la vida, a excepción de algunos
extremos drásticos. Casi puede reducirse a la alegría de existir o de ser
consciente. Si el paciente se encuentra en dicho estado mental, todo aspecto
adicional de la vida (relaciones enriquecedoras, disponibilidad de dinero o
posesiones materiales, buenas condiciones laborales, o la oportunidad de
viajar) se experienciarán como lujos adicionales. Sin embargo, cuando esta
orientación hacia la vida o dicha sintonía experiencial está ausente, ningún
éxito externo ni logro material podrá aportársela.
Una buena interacción de los modos hilotrópico y holotrópico permite
estar plenamente en contacto con los sucesos del mundo material, pero verlos
como un proceso en el que se debe participar y no como el camino para alcanzar
metas específicas. El énfasis en el momento presente supera la preocupación
sobre el pasado o la ansiedad del futuro. La conciencia de la meta está
presente en las actividades sucesivas experienciadas plenamente, sin llegar a
ser dominantes hasta completar la labor. Entonces, la celebración y alegría
del logro constituye el contenido del momento presente.
La actitud generalmente afirmativa acerca de la existencia crea una
metaestructura que permite la integración de incluso los aspectos difíciles de
la vida. En este sentido, la actitud hacia lo que la psiquiatría convencional
considera síntomas de enfermedad mental es más importante que la presencia o
ausencia de dichos síntomas. Una actitud sana los interpretaría como aspectos
integrantes del proceso cósmico, que pueden representar una gran oportunidad
para el crecimiento de la personalidad y la apertura espiritual, siempre y
cuando se enfoquen, traten e integren de un modo adecuado. En cierto modo,
brindan la oportunidad de liberarse de la insatisfactoria y entorpecedora
hegemonía del modo hilotrópico de la conciencia.
La aparición de formas psicogénicas de psicopatología puede considerarse
como una indicación de que el individuo ha alcanzado un punto en el que la
continuación de la existencia unilateral
en el sistema hilotrópico ha llegado a ser inaceptable. Anuncian la
aparición de elementos holotrópicos específicos y reflejan la resistencia que
se ofrece a los mismos. La psiquiatría orientada a la supresión de dichos
síntomas y al retorno del individuo a la camisa de fuerza de la existencia
carente de autenticidad es, por consiguiente, esencialmente antiterapéutica.
Entorpece el proceso que, con la debida ayuda y conducido hasta su terminación,
permitiría alcanzar una forma más plena y satisfactoria de estar en el mundo.
La nueva definición de lo que es normal y de lo que es patológico no se
basa en el contenido y naturaleza de la experiencia, sino en la forma de
enfocarlo en un contexto de auténtico apoyo, basado en una comprensión del
proceso; el criterio más importante, por consiguiente, consistiría en la
calidad de la integración de la experiencia en la vida del sujeto. La
extraordinaria contribución a la psicología de Abraham Maslow demostraría que
ciertas experiencias místicas o «cumbre» no tienen por qué ser consideradas
como patológicas, sino que se pueden enfocar positivamente (1964). Ahora es
posible extender esta visión a todos los fenómenos perinatales y
transpersonales.
Sin embargo, es absolutamente esencial crear a dicho fin circunstancias
y ambientes especiales para la confrontación de dichas experiencias, donde las
reglas y condiciones sean diferentes a las de la vida cotidiana. La plena
confrontación del material emergente en un marco con el sostén adecuado y con
la posible ayuda de las técnicas de facilitación descritas anteriormente
liberarán al sujeto de la agonía en su existencia cotidiana de los entorpecimientos
tumultuosos que compiten entre ambos modos experienciales. En el nuevo
enfoque, los trastornos psicogénicos reflejan la confusión entre los modos
hilotrópico y holotrópico de la conciencia, o la incapacidad del sujeto para
enfrentarse al material holotrópico emergente e integrarlo en la experiencia
cotidiana del mundo material. La estrategia general que se persigue es la de la
inmersión experiencial plena en el tema emergente y, una vez completo, el
regreso a la experiencia plena y sin complicaciones del momento y lugar
presentes. La aplicación sistemática de este principio en la vida del individuo
y el mantenerse abierto a una interrelación dialéctica y armoñiosa entre ambos
modelos básicos de la conciencia parecen constituir requisitos indispensables
para una auténtica cordura y salud mental.
EPILOGO: LA CRISIS GLOBAL
EN LA ACTUALIDAD Y
EL FUTURO DE LA EVOLUCIÓN
DE LA CONCIENCIA
La importancia de las observaciones
de la psicoterapia con LSD, los enfoques experienciales a la autoexploración y
diversas formas de prácticas espirituales supera las estrechas limitaciones de
la psiquiatría, la psicología y la psicoterapia. Muchos de los nuevos
descubrimientos están relacionados con fenómenos de importancia fundamental,
que pueden ser importantes para el futuro de la raza y vida humana en el
planeta. Suponen una nueva comprensión de las fuerzas que influyen en la
historia, que contribuyen a la dinámica de los movimientos sociopolíticos y
que participan en los logros creativos del espíritu humano en el arte, la filosofía
y la ciencia. Este material ayuda también a comprender muchos capítulos
oscuros de la historia de la religión, facilitando una distinción clara entre
el auténtico misticismo y la espiritualidad verdadera, por un parte, y las
religiones principales e iglesias establecidas, por la otra.
Éstos son, evidentemente, temas de enorme alcance y su tratamiento
adecuado en todas las áreas afectadas requeriría un volumen aparte. En este
punto, deseo esbozar a grandes rasgos la nueva percepción de un problema que
es de importancia fundamental para todos nosotros: la actual crisis global. A
este fin, analizaremos en primer lugar parte del material relacionado con las
dimensiones perinatales y transpersonal de la historia de la humanidad, para
centrarme a continuación de un modo más específico en los temas relacionados
con la situación actual del mundo y la evolución futura de la conciencia.
Uno de los temas centrales de la historia de la humanidad es el de la
agresión y del asesinato, dirigidos contra otras razas, naciones, grupos
sociales o religiosos, clanes, familias, individuos, e, incluso, parientes
próximos. Ya hemos hablado de la nueva visión de las raíces perinatal y
transpersonal de la agresión maligna. La importancia de las observaciones del
trabajo experiencia) profundo pasa a ser todavía más evidente al trasladarnos
de la psicopatología individual al mundo de la psicología de masas y la patología
social. Muchos individuos en proceso de autoexploración profunda experiencian
frecuentemente escenas relacionadas con la guerra, revoluciones sangrientas,
sistemas totalitarios, campos de concentración y genocidio.
El tema de la guerra constituye un aspecto importante, común y
característico, de las sesiones experienciales en el nivel perinatal. El
período histórico, la situación geográfica, la naturaleza de las armas y
utensilios, así como las características específicas del combate, varían
enormemente. Muchos sujetos han facilitado informes de luchas primitivas y
brutales de cavernícolas y salvajes, con artefactos de piedra y palos, antiguas
batallas con carros y elefantes, combates medievales de caballeros armados,
guerras con equipos tan avanzados como el láser y las armas nucleares, y encuentros
futuristas de naves espaciales, en representación de distintos sistemas
estelares y galaxias. La intensidad y escala de dichas escenas bélicas y de
sus correspondientes experiencias, habitualmente exceden todo lo que el sujeto
había considerado con anterioridad como humanamente posible. Si bien el
contexto general de dichas experiencias es facilitado por las matrices perinatales,
su contenido específico incluye frecuentemente fenómenos transpersonales.
En los individuos que realmente han participado en alguna guerra en
calidad de soldados, o que la han vivido como civiles, el hecho de revivir los
recuerdos de la misma ocurre con frecuencia simultáneamente con escenas bélicas
de otros períodos históricos, en los que no han participado personalmente. En
algunas ocasiones, las imágenes proceden de la mitología de diversas culturas
y de los reinos arquetípicos; el potencial destructivo desencadenado en dichas
escenas puede superar todo lo conocido en el mundo fenoménico. La revolución
de los titanes contra los dioses del Olimpo, la batalla de las fuerzas de la
luz de Ahura-Mazda contra las fuerzas de la oscuridad de Ahriman, el ocaso de
los dioses nórdicos en Ragnarok y las escenas arquetípicas de la destrucción
final caracterizadas por el Apocalipsis y el Armagedón constituyen ejemplos
típicos.
Las dos matrices perinatales de donde procede la mayor parte del
simbolismo bélico son la MPB 2 y MPB 3. Para nuestro fin, es importante definir
las diferencias básicas entre dichas matrices. Están ambas íntimamente
relacionadas con el tema del horror, la agonía y la muerte, y ambas van
típicamente acompañadas de imágenes bélicas y de campos de concentración. Sin
embargo, se diferencian en su énfasis experiencial y en la naturaleza de los papeles
accesibles al sujeto. Un individuo bajo la influencia de la MpB 2 se ve
envuelto en escenas de violencia en una situación de víctima indefensa,
mientras que los agresores son siempre identificados como los demás. Muchos de
los individuos son objeto experiencial de torturas inacabables, adoptando el
papel de civiles, víctimas de bombardeos, personas atrapadas en los escombros
de casas derribadas, pueblerinos cuyos habitáculos son viciosamente incendiados
por invasores, madres e hijos víctimas de napalm, soldados expuestos a gases
venenosos, o prisioneros en los campos de concentración. El ambiente general de
dichas escenas es de desolación, desesperación, angustia, pesimismo y sensación
de lo absurdo de la existencia humana.
La naturaleza de las experiencias bélicas relacionadas con la MPB 3 es
muy diferente. Si bien las imágenes propiamente dichas pueden ser similares, el
sujeto no se identifica exclusivamente con la víctima, el oprimido y el
avasallado. Tiene también acceso experiencial a las emociones y sensaciones
físicas del agresor y del tirano, y puede también asumir el papel de un
observador. En esta matriz, todos los papeles pueden ser explorados
experiencialmente, pero el énfasis parece radicar en la relación de los
protagonistas y en la interacción entre los mismos. El ambiente emocional
predominante es de una fuerte excitación instintiva acompañada de agresión,
angustia, excitación sexual, una extraña fascinación, una mezcla peculiar de
dolor y placer y un componente escatológico.
Es
interesante relacionar las características experienciales de estas dos matrices
con las situaciones biológicas con las que se relacionan: la primera y segunda
etapas del parto biológico. La segunda matriz, que está relacionada con la
primera etapa del parto, representa una situación de bloqueo y estancamiento energético. Al
parecer, el sujeto que la revive sólo tiene acceso experiencial a las
emociones y sensaciones del niño victimizado, así como sus correlaciones y
derivaciones psicológicas.
La MPB 3, que incluye elementos de la propulsión por el canal del parto,
está relacionada con cierto grado de flujo energético. El sujeto que se
enfrenta a esta fase del proceso del nacimiento puede identificarse
experiencialmente no sólo con el niño, sino con las sensaciones de la madre
parturienta y con el canal del parto opresor, incluidos todos los factores y
temas relacionados y análogos al mismo. Es fascinante comprobar que todas las
principales facetas experienciales de la MPB 3 hallan expresión ideal en el
contexto de escenas bélicas, durante las sesiones psicodélicas.
No es necesario subrayar que lo mismo ocurre en el caso de situaciones
bélicas generales. Es difícil imaginar que dicha relación sea puramente
accidental y esté desprovista de un profundo significado psicológico. El
aspecto titánico está representado por la monumental tecnología militar,
usando y desencadenando una cantidad fenomenal de energía, desde las
gigantescas catapultas y artefactos de asedio de los ejércitos antiguos, hasta
los tanques colosales, vehículos anfibios, buques de guerra, fortalezas
volantes y misiles. Como veremos más adelante, las bombas atómicas y las armas
termonucleares parecen estar dotadas de un significado simbólico especial.
El aspecto sadomasoquista de la MPB 3 es ciertamente característico de
toda situación bélica; sin embargo, se manifiesta con mayor claridad en el
combate cuerpo a cuerpo, en el que la posibilidad de herir y ser herido es
equivalente y puede incluso ocurrir simultáneamente, como, por ejemplo, en las
escenas de lucha libre, boxeo, los combates de los gladiadores con hombres o
animales, las batallas neandertales, las luchas aborígenes primitivas, los
duelos medievales con espada y escudo, los combates con lanza y los ataques a
la bayoneta de la Primera Guerra Mundial. Parece haber un estrecho paralelismo
entre los guerreros en su lucha íntima y sanguinaria y el vehículo simbiótico
entre madre e hijo en el proceso del parto. En ambas situaciones, los protagonistas
están atrapados en una situación de vida y muerte a la que deben enfrentarse,
infligiéndose y recibiendo mutua y simultáneamente dolor. Parece especialmente
significativo que la sangre derramada por ambos pueda mezclarse, fundirse y
fusionarse.
En algunas ocasiones, los sujetos bajo el efecto de LSD mencionan otras
formas de encuentros sanguinarios, que parecen estar relacionados con la
dinámica de la MPB 3. Ya hemos hablado de la relación e interacción entre los participantes
en prácticas sadomasoquistas. Otro ejemplo interesante lo constituye la
relación entre el sumo sacerdote precolombino y sus víctimas. Entre los
aztecas, esta relación era de una naturaleza explícitamente filial e incluía
estrechos lazos emocionales. En los frescos del antiguo centro maya de
Bonampak, que representan sacrificios rituales, se muestra cómo los sacerdotes
dañan sus propias lenguas con el objeto de que su sangre pueda mezclarse con la
de las víctimas sacrificadas ritualmente. Ya hemos hablado de la profunda
similitud psicológica entre los inquisidores y los satanistas o brujas a
quienes perseguían. Los métodos sádicos de la inquisición, sus cámaras de
tortura, los instrumentos bestiales que utilizaban para la misma. los autos de fe,
así como su interés por la conducta sexual y escatológica de sus víctimas
refleja esencialmente la misma estructura motivacional profunda que la de los
participantes en las misas negras o en las noches de aquelarre.
En los últimos años, las revueltas sangrientas en diversas cárceles
norteamericanas han puesto de relieve otra característica de dicha cualidad, en
este caso entre el prisionero y el carcelero. La naturaleza bestial de dichas
revueltas puede ser incomprensible y desconcertante para los psiquiatras y
psicólogos con una formación freudiana o conductista, que intenten comprender
esta forma tan extrema de comportamiento a partir de material biográfico. Sin
embargo, no sorprenden en absoluto a alguien que tenga un conocimiento, aunque
sólo sea superficial, de la dinámica perinatal. Tales revueltas son
evidentemente inducidas por condiciones carcelarias que activan el material
perinatal (incluido el tratamiento cruel y el abarrotamiento) y la conducta de
los reclusos levantados tiene características perinatales clásicas.
Investigaciones recientes sobre la conducta de agentes de policía y su abuso f¡
-C_ cuente del poder facilitan también una introspección interesante en el
vínculo existente entre policías y delincuentes.
Existen dos ejemplos adicionales, histórica y socialmente muy
significativos: el tirano autocrático y el revolucionario, y el político
ultraderechista y el izquierdista radical. (Más adelante se habla de ambas
dualidades, en el contexto de trastornos sociales y revoluciones.) En todas
estas situaciones, los protagonistas están atrapados en una interacción
destructiva y se hallan sometidos psicológicamente a la indiferencia de su
papel como víctima o agresor. En cierto sentido podría decirse que se crean
mutuamente, nutriéndose el uno al otro de su conducta respectiva. La solución
final de dicha situación, ofrecida por muchos caminos espirituales y por la
psicología transpersonal, no consiste en ganar o dominar la situación, sino en
salirse del vínculo psicológico que supone la idea de «ellos y nosotros» y
adoptar estrategias sinergísticas.
Los aspectos sexuales de la tercera matriz perinatal se expresan de
muchos modos distintos en tiempo de guerra. La población en general suele
manifestar un enorme relajamiento moral y sexual, acompañado de un mayor
interés en actividades eróticas. Lo mismo se observa en situaciones de
catástrofes y epidemias naturales de grandes proporciones. A esto se lo ha
denominado la psicología de antes de la hecatombe o carpe diem y habitualmente
se interpreta como reacción ante la muerte inminente. Se ha hecho hincapié en
el hecho de que al aumentar el interés por el sexo, se incrementa el nivel de
concepción y de ese modo la naturaleza compensa las muertes masivas que tienen
lugar. La alternativa que nosotros sugerimos es la que refleja el poderoso
componente sexual de la dinámica perinatal y, por consiguiente, constituye un
aspecto intrínseco de las fuerzas instintivas elementales desencadenadas.
Las promesas explícitas de los líderes militares, antes de una batalla
importante, incluyen frecuentemente la de acceso sexual a las mujeres de los
pueblos y ciudades conquistados. No es preciso hacer hincapié en el alto nivel
de violaciones en las guerras a lo largo de la historia de la humanidad, así como
el elevado número de hijos ilegítimos, concebidos tanto voluntaria como
involuntariamente, en interacciones sexuales en tiempo de guerra. Asimismo,
los crímenes sexuales cometidos en los campos de concentración han sido
ampliamente divulgados y son sobradamente conocidos.
El aspecto escatológico es un concomitante característico de las escenas
bélicas de todos los tiempos. Una de las características Irás típicas de la
guerra consiste en destruir el orden y la belleza, convirtiéndolo en escombros,
caos y podredumbre. El desorden total, los montones de escombros y de basura,
las condiciones generalmente antihigiénicas, la contaminación a gran escala de
tipos diversos, los cadáveres masacrados y descuartizados y la presencia de
cuerpos y esqueletos putrefactos representan la secuela inevitable de las
guerras en todos los tiempos.
Asimismo, el aspecto pirocatártico de la MPB 3 es un elemento común e
importante en la mayoría de las escenas de destrucción bélica. Las situaciones
concretas que incluyen dicho elemento pueden adoptar muchas formas diversas,
desde la de verter resina ardiendo sobre los invasores que escalan el muro de
una fortaleza y destruir los pueblos y ciudades conquistados incendiándolos,
hasta los bombardeos aéreos, los proyectiles incendiarios del «órgano de
Stalin» y la guerra nuclear. El elemento del fuego puede interpretarse como
nefasto y destructivo, si bien el sujeto lo experiencia frecuentemente con la
fascinación de un pirómano y su poder y acción purificadora le producen satisfacción.
Muchos individuos que han estado en la guerra recuerdan no haber podido resistir
la atracción de su poder arquetípico, al verse envueltos en la auténtica
confrontación con la vida y la muerte. Esta sensación suele contrastar
vivamente con las actitudes y principios de la vida cotidiana. Freud (1955a,
1955b) describe ¡os cambios psicológicos que tienen lugar en dichas
circunstancias en términos de psicología populachera y de desarrollo del
«superego bélico».
Las visiones que acompañan la experiencia del nacimiento en el contexto
de la MPB 4 incluyen frecuentemente escenas simbólicas del fin de la guerra, o
de la victoria de una revolución. La celebración del triunfo militar, las
procesiones misteriosas, las banderas enarboladas, los festejos callejeros y
las fiestas entre soldados y civiles pertenecen a imágenes comunes expresadas
por sujetos que han revivido el momento del nacimiento. Dicho período de
júbilo despreocupado, antes de la llamada para prestar nuevos servicios, al
concluir una guerra o revolución importante, parece ser, por consiguiente,
psicológicamente equivalente al breve periodo posterior al parto, antes de que
el recién nacido se enfrente a las dificultades y vicisitudes de su nueva
existencia.
Todas estas observaciones pueden resumirse en la sorprendente
conclusión de que la estructura de la personalidad humana contiene, en el
repertorio inconsciente del nivel perinatal, matrices funcionales cuya
activación puede conducir a la reproducción compleja y realista de todas las
experiencias de horror, agonía, excitación polimórfica instintiva y la extraña
fascinación con los diversos aspectos de la guerra.
En numerosas ocasiones, los sujetos que experiencian elementos
perinatales en sus sesiones, también han manifestado muchas introspecciones
interesantes en otras situaciones sociopolíticas, relacionadas íntimamente con
el tema de la guerra. Éstas incluyen los problemas de los sistemas
totalitarios, las autocracias, dictaduras, estados policiales y revoluciones
sangrientas. La confrontación experiencia) profunda con elementos de la MPB 2
se relaciona e identifica típicamente con imágenes de la población de países
oprimidos por un dictador, sujetos a un estado policial, o que viven bajo un
régimen totalitario, tal como la Rusia de los zares, la Alemania nazi, o uno de
los países comunistas o de Sudamérica. Dicha identificación puede también
extenderse a grupos minoritarios sometidos a severas persecuciones, o a grupos
de la población que se hallen en situaciones particularmente difíciles.
Entre los ejemplos de dichas experiencias nos encontramos con secuencias
de cristianos en la época de Nerón, de sirvientes y esclavos, de grupos judíos
en diversos períodos históricos y emplazamientos geográficos, prisioneros en
mazmorras medievales y campos de concentración, o de pacientes en centros
psiquiátricos. Algunos pacientes checos que tuvieron experiencias dolorosas durante
la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial o bajo el régimen comunista
reviven frecuentemente sus recuerdos de traumas políticos, tales como escenas
de los campos de concentración o de trabajo, las investigaciones brutales, los
encarcelamientos. o los episodios de lavado de cerebro. Según la introspección
de las sesiones psicodélicas, existe un profundo vínculo y similitud psicológicos
entre el ambiente en un país oprimido, o la experiencia de un grupo perseguido,
y la experiencia del feto bajo la presión del canal del parto.
Las experiencias relacionadas con la MPB 3 incluyen característicamente
imágenes y símbolos de fuerzas opresivas, agresores y tiranos. La dinámica de
esta matriz se relaciona con la política del poder, la tiranía, la explotación
y subyugación a los demás, el juego sucio y las intrigas, la diplomacia de capa
y espada, la policía secreta, la perfidia y la traición. Muchos sujetos bajo
el efecto de LSD han experienciado, en las fases terminales de la agonía del
nacimiento, una identificación con líderes déspotas y dictadores de todos los
tiempos, tales como Nerón, Gengis-Khan, Hitler o Stalin. Como consecuencia de
dicha identificación experiencial profunda ha dejado de considerar las
dictaduras como auténticas manifestaciones de fuerza y de poder. Han
comprendido que el estado mental del dictador tiene una profunda semejanza con
la del niño esforzándose en el canal del parto. El niño se encuentra dividido
por una extraña mezcla de sensaciones y energías caóticas e incompatibles:
agresión impulsiva intolerante hacia cualquier obstáculo, dudas abismales
sobre sí mismo, sentimientos megalómanos magnificados, ambiciones insaciables,
angustia infantil primitiva, paranoia generalizada y enormes molestias físicas,
en particular una sensación de asfixia y de estrangulación.
Los sujetos con experiencia de primera mano de dicho estado, han
comprendido lo desastroso que puede ser para alguien en dicho estado
psicológico hallarse en una posición de poder en lugar de terapia, que sería lo
que le convendría. Asimismo, también se han dado cuenta de que el soporte
masivo que el dictador necesita a lo largo de diversas etapas en su camino
hacia el poder, refleja el hecho de que elementos similares deben formar parte
de la constitución general de la personalidad humana. Es evidente que cualquiera
podría ser capaz de cometer semejantes crímenes si se desencadenaran los
niveles correspondientes de su inconsciente y las circunstancias externas
fueran compatibles con los mismos.
El problema real no consiste en individuos aislados, o partidos y
facciones políticas. La labor consiste en crear situaciones seguras y
socialmente aceptables, en las que ciertos elementos tóxicos y potencialmente
peligrosos de la estructura de la personalidad humana puedan ser confrontados y
elaborados sin causar daño alguno a los demás, o a la sociedad en general. Los
programas radicales y luchas por el poder político de orientación externa, si
bien de importancia vital como reto a los regímenes asesinos semejantes a los
de Hitler o Stalin, no pueden resolver los problemas de la humanidad sin una
transformación interna simultánea. Crean generalmente el efecto de un péndulo,
según el cual el oprimido de ayer se convierte en el dirigente del mañana y
viceversa. A pesar de que cambian los papeles, la cantidad de agresión
permanece inalterada y la humanidad en su conjunto no se beneficia. Las
cárceles, los campos de concentración y los de trabajo siguen funcionando;
sólo cambian los reclusos.
La fuerza auténtica no necesita ser demostrada ostentosa, demagógica,
ni retóricamente; su presencia es evidente y está dotada de autovalidez. Lo
que experimenta un dictador no es fuerza, sino un complejo de inferioridad
agonizante, una sed insaciable de reconocimiento, una soledad extrema y una
acuciante desconfianza. En la terapia experiencia), el «complejo de dictador»
se resuelve al completar el proceso muerte-renacimiento. La conexión
experiencia) con los elementos de la MPB 4 le traslada a uno fuera del reino
del terror y la agonía, abriendo los canales que permiten la emergencia de
sentimientos completamente nuevos: sensación de bienestar, de acogimiento y de
seguridad, respeto por la vida y la creación, comprensión, tolerancia, una
actitud de «vivir y dejar vivir» y el concienciamiento del significado cósmico
de uno mismo acompañado de humildad.
El tirano y el rebelde se hallan simbólicamente entrelazados en un duelo
sanguinario. Sus motivaciones psicológicas profundas proceden de la misma
fuente y son de un género semejante. El estado mental del dictador furioso y
el del enfurecido revolucionario, en el momento de su confrontación asesina,
esencialmente no se diferencian entre sí. Existen diferencias evidentes en sus
ideologías y en las justificaciones morales de sus actos. Ocasionalmente,
pueden existir diferencias significativas en los valores éticos y sociales de
los sistemas que representan. Sin embargo, tienen en común la ausencia
fundamental de una auténtica introspección psicológica en los motivos
verdaderos de su conducta. Es por consiguiente una situación sin beneficios ni
pérdidas. Sea quien sea el ganador o el juicio moral de la historia, la
auténtica solución elude a ambos.
Tanto el uno como el otro se hallan bajo la influencia de una confusión
básica, intentando resolver un problema intrapsíquico con manipulaciones del
mundo externo. Esto se demuestra claramente por el hecho de que las visiones
de revoluciones sangrientas inspiradas por ideales utópicos y alternando la
identificación con los opresores y con los revolucionarios, son características
de la dinámica de la MPB 3. Cuando el individuo alcanza la MPB 4, éstas se convierten
psicológicamente en insignificantes y se desintegran. Las imágenes concretas
características de la tercera matriz perinatal cubre una amplia gama, desde la
rebelión de los esclavos romanos dirigida por Espartaco, pasando por la
conquista de la Bastilla durante la revolución francesa, hasta hechos como la
toma de posesión del palacio de Invierno de los zares por parte de los
bolcheviques y la victoria de Fidel Castro en Cuba.
Numerosos sujetos que participan en psicoterapia con LSD y otras formas
de autoexploración experiencia) profunda, manifiestan independientemente su
introspección en las razones del fracaso absoluto tragicómico de todas las
revoluciones, a pesar de sus altos ideales y del atractivo global de las
filosofías radicales en que se basan. Cabe mencionar que todos los sujetos
sometidos a tratamiento con LSD en Praga tenían experiencia de primera mano
del comunismo y del marxismo-leninismo, tanto en la teoría como en la práctica,
y muchos de ellos también del nazismo. Esencialmente, la situación externa de
opresión (real o imaginaria) se confunde e identifica con el encarcelamiento
psicológico interno de las presiones inconscientes del recuerdo del trauma del
nacimiento. La posibilidad intuitiva de liberación desencadenada característicamente
por la MPB 3 se proyecta y convierte entonces en un plan concreto para derrocar
al tirano. Así pues, los auténticos motivos y fuerza impulsora de las
revoluciones violentas y proyectos de sociedades utópicas responden a una
necesidad inconsciente de librarse uno mismo de la influencia represiva y
constrictiva del trauma del nacimiento y conectarse experiencialmente con las
sensaciones nutritivas asociadas con la MPB 4 y MPB 1.
Lo que convierte al comunismo en una fuerza particularmente poderosa y
problemática en el mundo actual es el hecho de que presenta un programa
psicológicamente verdadero aplicado al proceso de transformación interno, pero
engañosamente falso como fórmula de reforma social. El concepto de que un
trastorno violento y tormentoso de naturaleza revolucionaria es necesario para
acabar con la condición de opresión e instituir una situación armónica y
satisfactoria, refleja correctamente la dinámica de las transformaciones
internas asociadas con el proceso muerte-renacimiento. Por ello, parece
comunicar una verdad fundamental y goza de popularidad como programa político
plausible y prometedor.
La falacia básica radica en el hecho de que las etapas de desarrollo
arquetípico de un proceso espiritual se proyectan a la realidad material y se
camuflan como fórmula atea para la transformación social del mundo; es
perfectamente evidente que en dicha forma no tiene posibilidad alguna de
funcionar. Uno no tiene más que observar la fragmentación actual del mundo
comunista, la hostilidad existente entre las naciones que persiguen ideales marxistas-leninistas,
o los muros, campos de minas, alambradas y perros guardianes que muchas de
estas naciones se ven obligadas a utilizar para evitar que sus habitantes
escapen de su paraíso social, con el fin de evaluar el éxito de tan fascinante
experimento.
El estudio de la historia indica que las revoluciones violentas suelen
tener éxito en su fase destructiva, cuando utilizan las fuerzas perinatales
desencadenadas para la destrucción del antiguo y corrupto régimen. Suelen
fracasar rotundamente en las siguientes etapas, al intentar crear las
condiciones paradisíacas prometidas, cuya imagen constituía la fuerza moral
impulsora de la revolución. Las fuerzas perinatales instrumentales en los
trastornos sociopolíticos de este género no se consumen ni se elaboran, sino
que simplemente se activan y se actúa en consecuencia. Así pues, las fuerzas
elementales tan útiles durante la fase destructiva de la revolución se
convierten en la semilla de la corrupción del nuevo sistema y siguen operando,
después de la victoria, en el campo de los arquitectos del nuevo orden. Estas
son, en resumen, las introspecciones del trabajo experiencial que explican los
éxitos militares frecuentemente asombrosos de las revoluciones radicales y su
fracaso igualmente sorprendente a la hora de ofrecer la utopía, cuya visión sus
líderes utilizan como estímulo para las masas.
Parece evidente que los individuos que no han sido capaces de resolver
sus propios problemas intrapsíquicos y alcanzar una paz y armonía internas no
son los mejores jueces de lo que hay de malo en el mundo y de la forma de
corregirlo. Las bases para una solución auténtica consistirían en vincularse
experiencialmente con las sensaciones de la MPB 1 y MPB 4, y con la dimensión
transpersonal de la psique individual, antes de emprender una cruzada
encaminada a transformar el mundo. Esto es esencialmente idéntico a lo
afirmado por Krishnamurti de que la única revolución es la interna. Las
revoluciones militares, a pesar de que frecuentemente representan cierto grado
de progreso histórico, están destinadas a fracasar en sus esfuerzos utópicos,
debido a que sus éxitos externos no van acompañados de la transformación
psicológica interna que neutralizaría las poderosas fuerzas destructivas inherentes
en la naturaleza humana.
Podemos ilustrar este punto con la introspección de sujetos bajo el
efecto de LSD, que han sabido ver el paralelismo existente entre la alegría de
la victoria en las barricadas en situaciones revolucionarias y las del recién
nacido al alcanzar la liberación explosiva de la opresión del canal del parto.
Los sentimientos de triunfo del neonato no tardan en verse reemplazados por el
descontento que aporta el descubrimiento de sensaciones inesperadas de frío,
humedad, hambre y apetito emocional. El revolucionario, en lugar de alcanzar y
disfrutar del paraíso prometido, se ve obligado a enfrentarse a las vicisitudes
de su nueva situación, incluida la versión modificada del antiguo sistema
represivo, que se desarrolla insidiosamente en las ruinas de la utopía.
Conforme el recién nacido avanza por la vida, se sentirá frecuentemente
agobiado por la sombra de las energías perinatales no confrontadas e
integradas. Asimismo, las energías perinatales instrumentales en la revolución
seguirán emergiendo en la estructura política del nuevo régimen. Incapaces de
comprender la falacia fundamental de su enfoque de la realidad, los
revolucionarios tienen que hallar explicaciones para justificar el fracaso de
la utopía, así como culpables de dicho fracaso: sus camaradas que han
contaminado la auténtica doctrina, desviándose excesivamente hacia la derecha o
la izquierda, aferrándose a reminiscencias nocivas de la ideología del antiguo
régimen, o manifestando alguno de los muchos trastornos infantiles del
movimiento revolucionario.
Esto no significa que debamos abandonar todo intento de justicia
política y reforma social, o dejar de desafiar a los tiranos y a los regímenes
totalitarios. Lo que sugiere es que los líderes ideales de dichos movimientos
deberían ser aquellos que hayan realizado el suficiente trabajo interno y hayan
alcanzado madurez emocional. Los políticos que convierten su trastorno
emocional interno en un programa revolucionario sangriento son peligrosos, no
son dignos de confianza y no merecen nuestro apoyo. El auténtico problema
estriba en elevar el concienciamiento del público en general, para que sea
capaz de reconocer e ignorar a los personajes públicos que pertenezcan a esta
categoría.
Otra área en la que las observaciones de la psicoterapia experiencia)
ofrecen introspecciones reveladoras es la de los campos de concentración, los
asesinatos en masa y el genocidio. Ya se ha mencionado que las experiencias de
la MPB 2 suelen influir la identificación con reclusos en las cárceles y campos
de concentración, así como sentimientos de desesperación, desamparo, impotencia,
angustia extrema, hambre, dolor físico y asfixia en las cámaras de gas. Esto
se relaciona habitualmente con una profunda crisis existencial. La sensación
del sin sentido y de lo absurdo de la existencia humana alterna en estos casos
con un enorme deseo y necesidad de hallarle sentido a la vida en dicho concepto
apocalíptico de la realidad. Ante ello, no parece causal que Victor Frankl
(1956), padre de la logoterapia y del análisis existencial, percibiera la
importancia del significado de la vida humana durante su larga existencia en un
campo de concentración nazi. Cuando aparecen imágenes de campos de
concentración en el contexto de la tercera matriz perinatal, los sujetos no
sólo experiencian identificación con las impotentes víctimas torturadas, sino
con los perturbados, crueles y bestiales oficiales nazis, o con los comisarios
rojos del archipiélago Gulag.
El examen meticuloso del ambiente general y de las condiciones
específicas de vida en los campos de concentración muestra que constituyen la
reproducción exacta, literal y realista del nefasto simbolismo de las matrices
perinatales negativas en el mundo material. Las imágenes de estos campos de la
muerte muestran escenas de locura y de un horror indescriptible. Se pueden ver
gigantescos montones de cadáveres desnudos y depauperados, esparcidos por la
carretera y atrapados medio carbonizados en las alambradas; esqueletos anónimos
despojados de toda dignidad e identidad humana. Con las torres de vigilancia
como telón de fondo, equipadas con ametralladoras de alta velocidad y
alambradas de alto voltaje, se oye casi incesantemente el ruido de los disparos
y los malvados guardianes pasean con sus perros lobos medio salvajes, a la
búsqueda de víctimas.
La violencia y el sadismo, tan típicos de las experiencias perinatales,
se manifestó entonces a una escala difícil de imaginar. El furor sin límites y
la ferocidad patológica de los oficiales de las SS, su crueldad indiscriminada
y el deseo constante de ridiculizar, humillar y torturar excedió
innecesariamente en mucho las supuestas metas del sistema de los campos,
concebidos para desalentar a los enemigos del Tercer Reich, obtener esclavos y
liquidar a los adversarios individuales del régimen nazi, y a «los grupos
racialmente inferiores».
Esto está particularmente claro con relación a la dimensión escatológica,
que supuso un aspecto notable de la vida en los campos de concentración nazis.
En muchos casos, se obligaba a los prisioneros a orinar en la cara o dentro de
la boca de otros reclusos. Sólo se les permitía acudir a los retretes dos
veces por día y los que intentaban utilizarlos durante la noche, se exponían a
ser abatidos por la guardia. Esto obligó a muchos prisioneros a utilizar los
tazones en los que comían como orinales. En Birkenau, periódicamente se les
quitaban los tazones a los reclusos y se arrojaban en las letrinas, para que
los prisioneros los recuperaran.
Los reclusos en los campos nazis se ahogaban literalmente en sus propios
excrementos, causa bastante común de la muerte de muchos de ellos. Uno de los
pasatiempos predilectos de las SS consistía en descubrir a un recluso en el
momento de defecar y arrojarle en el pozo. En Buchenwald, diez prisioneros
fallecieron ahogados en los excrementos en un solo mes, como consecuencia de
esta pervertida diversión. Estas prácticas suponían evidentemente un grave
riesgo higiénico y un peligro para la salud, por lo que contradecían la
preocupación meticulosa del control de epidemias en las cárceles, ejércitos y
demás situaciones de vida comunitaria. Por consiguiente, deben ser
interpretadas en términos psicopatológicos, por lo que parece perfectamente
plausible incluirlas en el contexto de la dinámica perinatal.
El aspecto sexual de las experiencias perinatales se exhibió también
ampliamente en las condiciones de los campos de concentración. El abuso sexual
de los reclusos, tanto heterosexual como homosexual, incluidas las violaciones
y las prácticas manifiestamente sádicas, se perpetraron a escala masiva. En
algunos casos, los oficiales de las SS obligaban a los reclusos a la práctica
de actividades sexuales entre ellos para divertirse. Mujeres y niñas
seleccionadas, incluidas algunas de muy poca edad, eran mandadas a casas de
prostitución para satisfacer las necesidades sexuales de los soldados durante
los permisos. Se puede hallar una descripción sobrecogedora de las prácticas
sexuales en los campos de concentración alemanes en La casa de las muñecas, del
legendario escritor israelí que usa como seudónimo su número de recluso en un
campo de concentración: Ka-Tzetnik 135633.
La experiencia perinatal de la muerte del ego suele incluir sentimientos
de completa humillación, degradación, envilecimiento y profanación. Lo que la
psique de los sujetos bajo el efecto de LSD extraen de las reservas de las
matrices inconscientes, en la forma de experiencia interna e imágenes
simbólicas, se reproduce en los campos de concentración con un realismo
horripilante. Los prisioneros eran desposeídos de todas sus pertenencias,
ropa, cabello y nombre, es decir, de todo lo que podían relacionar con su
identidad. En las condiciones de vida de los campos, la carencia absoluta de
intimidad, la suciedad inimaginable y los imperativos inexorables de las
funciones biológicas se magnificaban hasta alcanzar proporciones grotescas.
Esto se convirtió entonces en las bases de un programa más específico de
deshumanización y de envilecimiento total, llevado a cabo por las SS de una
forma metódica y sistemática en su estrategia general, así como de un modo caprichoso,
errático e imprevisible en su conducta cotidiana.
Esta serie de extraordinarios paralelismos entre los elementos
relacionados con las matrices perinatales y las prácticas de los campos de
concentración incluyen también el elemento de asfixia. El programa nazi de
exterminación sistemática se llevó a cabo en las nefastas cámaras de gas donde
las víctimas, muy abarrotadas en espacios limitados, morían asfixiadas por
inhalación de gases tóxicos. El elemento del fuego juega un papel importante en
el simbolismo tanto de la segunda como de la tercera matriz perinatal. En la
MPB 2 forma parte del ambiente de las escenas infernales arquetípicas, en las
que las almas de los condenados están sometidas a torturas inhumanas. En la
MPB 3 aparece en la última; etapa pirocatártica del proceso
muerte-renacimiento, caracterizando el fin de la agonía y anunciando la
trascendencia. Los hornos crematorios formaban parte al mismo tiempo del
escenaric infernal de los campos y del lugar donde se disponía de los cadáveres,
en los que los últimos restos biológicos de las víctimas torturadas eran
eliminados sin rastro alguno. Este aspecto del simbolismo perinatal ha sido
expuesto con fuerza aterradora en otro libro de Ka-Tzetnik 135633, Amanecer
sobre el infierno(1977).
Cabe mencionar que los nazis parecieron centrar su perversa ferocidad
especialmente en las mujeres embarazadas y en los niños, lo que contribuye a
demostrar la hipótesis perinatal. El fragmento más sobrecogedor de la obra de
Terrence des Prés, TI¡( Survivor (1976), es sin duda la descripción de un
camión lleno de niños abocado en una hoguera, seguido de otra escena en la que
mujeres embarazadas son apaleadas con porras y látigos, atacada por los perros,
arrastradas por el cabello, pateadas en el estómago y finalmente arrojadas,
todavía vivas, en el horno crematorio.
El profesor Bastians, de Leyden, Holanda, tiene mucha experiencia en el
tratamiento del denominado síndrome de los campos de concentración: un complejo
de trastornos emocionales y psicosomáticos que se desarrolla en los ex
reclusos con un desfase de varias décadas desde su encarcelamiento. Ha
conducido un programa exclusivo para individuos afectados por las
consecuencias psicológicas retardadas de una tragedia que concluyó hace mucho
tiempo. Bajo el efecto de LSD, se estimula a los antiguos reclusos a revivir,
recomponer e integrar diversas experiencias traumáticas del campo de
concentración, cuyo recuerdo todavía les atormenta. En el informe de dicho
programa, Bastians llega a una conclu sión muy semejante a la que aquí
presentamos, aunque en un forma mucho menos específica. Hace hincapié en el
hecho de qua la idea de los campos de concentración es producto de la mente
humana. Por muy inaceptable que esto pueda parecer, ello debe representar por
consiguiente una manifestación de cierto aspecto de la personalidad humana y de
la dinámica del inconsciente. Esto se expresa de un modo sucinto en el título
de su informe: «El hombre en el campo de concentración y el campo de concentración
en el hombre».
Estas observaciones revelan un hecho sorprendente sobre la psique y la
estructura de la personalidad humana. Al igual que con las guerras y las
revoluciones, el inconsciente posee también matrices funcionales capaces, en
ciertas circunstancias, de generar una gama completa de experiencias pasivas y
activas relacionadas con los campos de concentración, que reflejan su ambiente
general, así como sus detalles específicos. Asimismo, muchas otras imágenes y
experiencias poderosas, relacionadas con la exterminación masiva y el
genocidio en diversas culturas y períodos históricos, son extremadamente
comunes en las sesiones perinatales. Representan un importante canal para la
extraordinaria cantidad de agresión asociada con la dinámica de la tercera
matriz perinatal.
En estos últimos años, una fuente completamente independiente ha
contribuido a confirmar la relación entre la dinámica perinatal y los
importantes fenómenos sociopolíticos. Lloyd de Mause (1975, 1982),
psicoanalista y principal defensor de la psicohistoria,l ha analizado
discursos de importantes líderes militares y políticos, así como otros
documentos de períodos históricos inmediatamente anteriores y relacionados con
grandes guerras y revoluciones. Sus fascinantes datos apoyan convincentemente
la tesis de que el material infantil regresivo, particularmente el relacionado
con el proceso del nacimiento biológico, juega un importante papel en
numerosas crisis políticas graves. Su método analítico es totalmente
exclusivo, imaginativo y creativo. Además de las fuentes históricas
tradicionales, Lloyd de Mause recoge datos de sumo significado psicológico de
los chistes, anécdotas, caricaturas, sueños, fantasías personales, lapsus
linguae, comentarios superficiales e incluso esbozos y garabatos al margen de
documentos.
Las conclusiones del estudio de Mause, basados en una amplia gama de
crisis históricas, sugiere que los líderes políticos y militares, en lugar de
funcionar como poderosas figuras edípicas, lo hacen como «basureros» que
recggen los sentimientos reprimidos de individuos, grupos y naciones enteras.
Facilitan canales socialmente condonados para la proyección y manifestación de
emociones que no se pueden mantener bajo control por los sistemas habituales
de las defensas intrapsíquicas. Según él, en la psicología de grandes grupos,
la psique retrocede a un sistema de relación arcaico, característico de las
etapas preverbales de la infancia. Las emociones y sensaciones infantiles
emergen de todos los niveles de la organización psíquica, no sólo del edípico y
fálico, sino del anal, uretral y oral.
Al analizar el material histórico inmediatamente precedente al desencadenamiento
de guerras o revoluciones, a de Mause le sorprendió la abundancia
extraordinaria de figuras e imágenes verbales relacionadas con el nacimiento
biológico. Así pues, los políticos de todos lo tiempos, al declarar una guerra
o describir una situación crítica, típicamente hacen referencia a la
estrangulación, la asfixia, la lucha entre la vida y la muerte para respirar o
disponer de espacio para vivir y la sensación de ser aplastado por el enemigo.
Son igualmente frecuentes las alusiones a cuevas oscuras y confusos
laberintos, túneles, descensos a un abismo, o por el contrario, la necesidad de
salir de la penumbra para abrirse paso en la luz. Entre las imágenes
tradicionales se encuentran las de sentirse desvalido e impotente, ahogarse,
colgarse, incendiarse, caerse, o tirarse desde lo alto de una torre. A pesar de
que las tres últimas imágenes parecen no tener relación evidente con el nacimiento,
constituyen símbolos perinatales comunes que se manifiestan en el contexto de
la MPB 3, como lo indican las observaciones de la terapia psicodélica y el
trabajo analítico de los sueños de Nandor Fodor (1949). El hecho de que las
mujeres embarazadas y los niños estén en el centro de las fantasías bélicas
merece especial atención.
Las ilustraciones psicohistóricas de Lloyd de Mause proceden de muchos
períodos históricos y diferentes, regiones geográficas. Entre los ejemplos
extraídos de la historia remota, reciente y contemporánea, se contemplan
famosos personajes tales como Alejandro Magno, Napoleón, el káiser Guillermo
II y Hitler, además de ejemplos de la historia de Estados Unidos. Así pues,
analiza las raíces psicohistóricas de la revolución norteamericana y estudia
su relación con las prácticas del parto y los aspectos específicos de la
educación infantil. Logró descubrir elementos asombrosos del simbolismo del
nacimiento en los comunicados del almirante Shimada y del embajador Kurasa
antes del ataque a Pearl Harbor. Es particularmente escalofriante el uso del
simbolismo perinatal con relación a la explosión de la segunda bomba atómica.
El avión que transportaba la bomba recibió como apodo el nombre de la madre del
piloto, sobre la propia bomba estaba escrito el nombre de The Little Boy (el
niñito) y la comunicación codificada que se mandó a Washington después de la
detonación decía The baby was born (el niño ha nacido).
En la correspondencia entre John Kennedy y Khrushchev acerca de la
crisis cubana se hace referencia a una situación que ambos estadistas
pretendían eludir y que se simboliza por la imagen de dos topos ciegos que se
encuentran en un oscuro pasadizo subterráneo y se enfrentan en una lucha de
vida o muerte. Cuando se le preguntó a Henry Kissinger si Estados Unidos
consideraría su intervención militar en el Oriente Medio, se tocó la garganta
y respondió: «Sólo si se da otra estrangulación...»
Se podrían mencionar muchos ejemplos adicionales a favor de la tesis de
de Mause. Un extraordinario descubrimiento de sus estudios es el hecho de que
las referencias a la estrangulación y a la opresión sólo tienen lugar en los
discursos anteriores a una guerra, pero no durante las situaciones bélicas en
las que el cerco es real. Además, las acusaciones de asfixia, estrangulación y
opresión se han lanzado ocasionalmente contra naciones no vecinas. El hecho de
que las masas reaccionen emocionalmente ante dicho tipo de discursos, incapaces
de discernir su evidente irracionalidad y absurdidez, delata la existencia de
una zona invisible y de una vulnerabilidad universalmente presente en el área de
la dinámica perinatal.
Lloyd de Mause ha aportado amplias pruebas que demuestran la hipótesis
de que en las guerras y revoluciones, las naciones interpretan una fantasía
colectiva del nacimiento. Queda claro en dichos ejemplos que sus
descubrimientos e ideas están íntimamente relacionados con las observaciones
de la investigación psicodélica. Su investigación psicohistórica representa
una continuación de la tradición del análisis psicológico profundo de los
cataclismos sociales, iniciada por Gustav le Bon (1977) y Sigmund Freud
(1955b). Si bien generalmente compatibles con las conclusiones de dichos
autores, los nuevos datos aportan una importante introspección específica de
gran alcance tanto teórico como práctico. Este cambio de énfasis y del inconsciente
invidivual freudiano a la dinámica del trauma del nacimiento, supone un salto
cuántico en la comprensión de los acontecimientos sociales elementales.
Según esta nueva interpretación, apoyada conjuntamente por las
observaciones psicodélicas y la psicohistoria de De Mause, unas poderosas
energías y emociones derivadas del trauma del nacimiento, o relacionadas con
el mismo, constituyen un componente intrínseco de la estructura de la
personalidad humana. Su activación en individuos por factores psicológicamente
naturales, cambios bioquímicos, u otras influencias, conduce a la
psicopatología individual o a un proceso de transformación espiritual, según
las circunstancias. Al parecer, por razones todavía insuficientemente
comprendidas,' las defensas psicológicas que normalmente impiden que las
energías perinatales emerjan en la conciencia pueden comenzar a desmoronarse
simultáneamente en una gran cantidad de individuos pertenecientes a un
determinado grupo social, político o nacional. Ello crea un ambiente general
de tensión, angustia y anticipación. La persona que se convierte en líder de
masas en dichas circunstancias, es un individuo cuya percepción de las fuerzas
perinatales es superior a la media y que está dotado de la habilidad necesaria
para desposeerse de ellas y vincularlas proyectivamente a acontecimientos del
mundo exterior. Entonces formula claramente su propia percepción del grupo o
nación, ofreciendo una explicación aceptable del clima emocional existente en
términos de problemas políticos.
Las presiones, tensiones y sensación de asfixia se atribuyen a un grupo
de enemigos, la sensación de peligro se exterioriza y se ofrece la intervención
militar como remedio. El resultado final de la confrontación sangrienta se
describe entonces metafóricamente en términos de imágenes relacionadas con el
parto biológico y el renacimiento espiritual. El uso de ese lenguaje simbólico
posibilita la explotación del poder psicológico relacionado con el proceso de
transformación para fines políticos. Ante estas realidades, parece sumamente
importante que se divulguen los descubrimientos psicohistóricos y que el
simbolismo del proceso perinatal pase a ser del conocimiento general. Debería
ser posible crear una situación en la que los discursos demagógicos sobre el
estrangulamiento, la opresión y la carencia de espacio vital, se interpretaran
como indicaciones de que el orador necesita tratamiento psicológico profundo,
en lugar de aceptarlo como un incentivo válido para comenzar una guerra. Con un
poco de preparación, el público puede aprender a descifrar y comprender el
lenguaje simbólico del nacimiento y de la muerte, del mismo modo en que domina
el simbolismo sexual freudiano.
Las especulaciones de Lloyd de Mause, hasta este punto, coinciden
ampliamente con las conclusiones de mis observaciones psicodélicas. La única
diferencia conceptual importante que he hallado entre las tesis generales de
ambas interpretaciones de las crisis históricas, hace referencia a la
explicación de la dinámica psicológica en el momento de estallar una guerra o
una revolución.
Se ha dicho repetidamente que, cuando se declara una guerra después de
un período de tensión y anticipación general, ello conduce paradójicamente a
una sensación de alivio y de claridad extraordinaria. Lloyd de Mause atribuye
psicológicamente este fenómeno a que los líderes y las naciones se vinculan en
dicho momento con el recuerdo del instante del nacimiento. Mi propia
interpretación del ambiente que precede a una guerra hace hincapié en el
elemento de una fuerte disonancia emocional-cognoscitiva entre la tensión
emocional existente y la carencia de una situación externa concreta a la que
pueda adherirse. Al estallar la guerra, los sentimientos preexistentes de los
líderes y de las naciones se hallan de pronto en congruencia general con las
circunstancias externas. Las emociones parecen estar justificadas y lo único necesario
es ocuparse del mejor modo posible de la lamentable realidad de la situación.
Durante el transcurso de la guerra, el tenebroso contenido de las matrices
perinatales se convierte en la realidad cotidiana, como hemos visto. A pesar
de su absurdidez, monstruosidad y locura, la nueva situación está dotada de un
lógica peculiar, porque no existe ninguna disparidad-importante entre los
acontecimientos y las reacciones emocionales de los participantes.
Este mecanismo tiene su paralelismo en la psicopatología individual. La
persona que se halla bajo la fuerte influencia de una matriz dinámica del
inconsciente se muestra intolerante de la disonancia emocional-cognoscitiva.
Tiende a buscar situaciones congruentes con sus sentimientos internos, o
incluso se convierte en instrumento inconsciente de la creación de dichas
situaciones. También se ha observado repetidamente que una amplia gama de
trastornos emocionales tienden a desaparecer en ciertas circunstancias
extremas y drásticas, cuyos ejemplos tristemente famosos los constituyen los
campos de concentración, la legión extranjera y los antiguos buques balleneros.
La disonancia emocional-cognoscitiva desaparece cuando las circunstancias
externas alcanzan o superan los sentimientos neuróticos preexistentes.
Esta descripción de las raíces perinatales de las guerras, revoluciones
y sistemas totalitarios refleja sólo uno de los aspectos importantes de una
área problemática sumamente compleja. Su poderoso énfasis en la dinámica
perinatal refleja el objeto del presente análisis, cuyo fin es el llegar a
conocer un material nuevo y fascinante que, en el pasado, no se ha tenido en
consideración. Mi intención no ha sido en ningún momento la de reducir los
problemas involucrados a la dinámica intrapsíquica, negando o ignorando el
significado de los determinantes históricos, raciales, nacionales, políticos y
económicos. Estos nuevos datos deben interpretarse, por consiguiente, como una
contribución a una amplia comprensión futura de dichos fenómenos, más que como
una explicación adecuada que sustituya a todas las demás.
Incluso desde el punto de vista psicológico, esta descripción cubre sólo
una dimensión o aspecto importante del problema. La idea de que los fenómenos
sociopolíticos estén relacionados significativamente con la dinámica perinatal
no es incompatible con la visión de que en la historia existen además
dimensiones transpersonales importantes. Jung y sus seguidores han demostrado
que las poderosas constelaciones arquetípicas no sólo influyen en los
individuos, sino que son también instrumentales en la elaboración de
acontecimientos en el mundo fenoménico y en la historia de la humanidad. La
interpretación de Jung del movimiento nazi como desbordamiento masivo del
arquetipo de Ragnarok, o Gbtterdámmerung, constituye un ejemplo importante
(1961). La visión histórica de Jung es compatible con el enfoque de la
astrología arquetípica, que estudia las correlaciones de acontecimientos históricos
con el tránsito planetario. Ya hemos mencionado la fascinante investigación en
esta área, conducida por Richard Tarnas.
El análisis de las dimensiones transpersonales de la historia humana sería
incompleto si no mencionáramos la reinterpretación amplia y sistemática de
Wilber de la historia y la antropología, descrita en su libro Up From Eden
(1981). Con su método exclusivo, Wilber ha logrado introducir una claridad
inhabitual en la aparentemente impenetrable e indómita jungla de los hechos y
las teorías históricas, reduciéndolos a un común denominador. Wilber describe
básicamente la evolución humana como la historia de un idilio amoroso entre la
humanidad y lo divino. Analiza cada uno de los períodos consecutivos en
términos de tres preguntas claras: 1) ¿Cuáles son las principales formas de
trascendencia disponible en este período? 2) ¿Qué sustitutos de la
trascendencia se crean cuando ésta fracasa, es decir, cuáles son las formas del
proyecto Atman, tanto subjetivas para el sí mismo como objetivas para la
cultura? 3) ¿Cuál es el coste de dichos sustitutos?
Como ya hemos aclarado, mis propias observaciones difieren en ciertos
detalles de la visión de Wilber y en la actualidad no puedo ofrecer una
integración homogénea entre el modelo presentado en este libro y su presente
concepción. Sin embargo, son tantas las similitudes entre ambos enfoques que
dicha síntesis debería ser posible en un futuro próximo. Estoy convencido de
que llegará el día en que la introspección de la psiquiatría junguiana, la
astrología arquetípica, la investigación psicodélica y la psicología espectral
de Wilber se fusionarán en una amplia interpretación de los aspectos
psicológicos de la historia humana y de la evolución de la conciencia.
Nos centraremos ahora en la situación actual del mundo, con el fin de
explorar la importancia práctica de las nuevas introspecciones. En estos
últimos años, muchos autores han intentado explicar la catastrófica situación
que la humanidad ha creado para sí misma. La peligrosa escisión subyacente en
la misma ha sido descrita de diversos modos: como un desequilibrio entre el
desarrollo intelectual y la madurez emocional de la raza humana; como evolución
desproporcionada de la neocorteza con relación a las partes arcaicas del
cerebro; como intromisión de las fuerzas instintivas e irracionales del
inconsciente en el proceso consciente; etcétera.
Sea cual sea la metáfora que utilicemos, la situación parece muy clara.
A lo largo de los siglos, la humanidad ha alcanzado logros increíbles. Ha sido
capaz de generar energía nuclear, mandar naves espaciales a la luna y a los
planetas, y de transmitir imágenes en color por todo el planeta y a través del
espacio cósmico. Al mismo tiempo, ha logrado dominar ciertas emociones
primitivas e impulsos instintivos, heredados de la edad de piedra. Como consecuencia,
rodeados de una tecnología próxima a la ciencia ficción, la vida de los seres
humanos está ahora plagada de una angustia crónica, al borde de una catástrofe
nuclear y ecológica.
La ciencia moderna ha desarrollado tecnologías que podrían resolver la
mayoría de los problemas urgentes del mundo actual: combatir las enfermedades,
el hambre y la pobreza, y desarrollar formas renovables de energía. Los
problemas que lo impiden no son de orden tecnológico ni económico, sino fuerzas
intrínsecas de la naturaleza y de la personalidad humana. Por ello, se desperdician
unos recursos inimaginables en la locura de la carrera armamentista, la lucha de
poder y la persecución del «crecimiento ilimitado». Dichas fuerzas impiden
también una división más ecuánime de la riqueza entre las personas y las
naciones, así como una reorientación de las prioridades ecológicas, vitales
para la supervivencia de la vida. Por ello, parece de gran interés examinar más
de cerca el material importante de la autoexploración profunda.
El proceso psicológico muerte-renacimiento y su lenguaje simbólico
pueden aplicarse a nuestra condición. Con sólo examinar superficialmente la
situación mundial, nos damos cuenta de que en la vida actual hemos
exteriorizado todos los aspectos esenciales de la MPB 3, que un individuo
imbuido en un proceso de transformación y evolución se ve obligado a vivir
interiormente. La tercera matriz perinatal tiene diversas facetas importantes:
la titánica, la agresiva y sadomasoquista, la sexual, la demoníaca, la mesiánica,
la escatológica y la pirocatártica.
El progreso tecnológico ha aportado los medios bélicos modernos, cuyo
potencial destructivo es inimaginable. El impulso agresivo se ha manifestado en
el mundo entero en forma de guerras sanguinarias, revoluciones sangrientas,
regímenes totalitarios, disturbios raciales, campos de concentración,
brutalidad tanto por parte de la policía uniformada como la secreta, actuación
estudiantil y aumento de la delincuencia.
Asimismo, se va eliminando la represión sexual y los impulsos eróticos
se manifiestan de diversos modos directos y distorsionados. La libertad sexual
de la juventud, la promiscuidad, las parejas abiertas, las obras de teatro y
películas manifiestamete sexuales, la liberación homosexual, la literatura
pornográfica, las salas sadomasoquistas, el comercio sexual de esclavas y la
popularidad de las «aberraciones sexuales» constituyen ejemplos de dicha tendencia.
El elemento demoníaco halla expresión en la creciente literatura y
películas sobre el ocultismo, en la expresión distorsionada de impulsos
místicos por organizaciones tales como la banda de Charles Manson y el Ejército
de Liberación Simbiónico, así como el resurgimiento de la brujería y de cultos
satánicos. El impulso mesiánico es destacable en muchos de los movimientos
religiosos de la nueva era, tales como los «discípulos de Jesús» o los cultos
que esperan que la salvación proceda de los OVNI y de la intervención
extraterrestre. El hecho de que las patologías espirituales extremas que
incluyen una mezcla perinatal de sadomasoquismo. desviaciones sexuales,
escatología y tendencias autodestructivas, atraen en la actualidad a millares
de seguidores lo demuestra la tragedia de Jonestown.
La dimensión escatológica es evidente en la creciente contaminación
industrial, el rápido deterioro de la calidad del aire y del agua, la
acumulación de productos de desecho a escala mundial, la degeneración de las
condiciones higiénicas en las grandes ciudades y, en un sentido más abstracto
y metafórico, el crecimiento alarmante de la corrupción política social y
económica. Las visiones de reacciones termonucleares, las explosiones atómicas
y el lanzamiento de misiles constituyen imágenes típicas de la transición de
la MPB 3 a la MPB 4. La perspectiva del desencadena miento inmediato de dicha
tecnología de la hecatombe se ha convertido en las últimas décadas en un
riesgo aceptable de la vida cotidiana.
Un individuo que experimente el proceso de muerte-renacimiento
confrontaría dichos temas interiormente, como etapas obligatorias del proceso
de transformación interna. El sujeto tendría que experienciarlos e integrarlos
para alcanzar una «cordura superior» y un nuevo nivel de conciencia. Las
observaciones del trabajo experiencial sugieren definitivamente que el éxito de
dicho proceso depende fundamentalmente de la internalización consistente de
dichas experiencias y de que se complete en el plano interno. Si esta
condición no se cumple y el individuo comienza a manifestarlas externamente,
confundiendo el proceso interno con la realidad exterior, se enfrenta a un
grave peligro. En lugar de ser confrontados e integrados internamente, los
impulsos instintivos conducen a actos destructivos y autodestructivos. El punto
crucial de este proceso de transformación interna es la muerte del ego y la
destrucción conceptual del antiguo mundo del individuo. En último extremo, la
exteriorización del proceso muerterenacimiento y la manifestación de sus temas
arquetípicos pueden conducir al suicidio, el asesinato y la destrucción. Por el
contrario, el enfoque interiorizado conduce a la muerte del ego y a la trascendencia,
que supone la destrucción filosófica de la antigua visión del mundo y la
emergencia de una nueva forma de ser más sana y más iluminada.
Los individuos que practican sistemáticamente la autoexploración
profunda, adquieren con frecuencia, independientemente los unos de los otros,
la visión convincente de que la humanidad en su conjunto se enfrenta en la
actualidad a un grave dilema, perfectamente comparable con el descrito para el
proceso de transformación individual. Las alternativas implicadas parecen ser
una continuación de la actual tendencia a la exteriorización, la
representación y la manipulación externa del mundo, o la de una asimilación
interna acompañada de un proceso de transformación radical hacia un nivel
completamente nuevo de la conciencia. Mientras que la consecuencia fácilmente
pronosticable de la primera estrategia es la muerte en una guerra atómica o a
causa de los productos tecnológicos de desecho, la segunda alternativa puede
conducir a las perspectivas evolucionaristas descritas por Sri Aurobindo,
Teilhard de Chardin, Ken Wilber y muchos otros.
Parece apropiado examinar desde ese punto de vista los cambios
característicos que suelen tener lugar en individuos que han completado con
éxito dicho proceso de transformación, e integrado el material del nivel
perinatal del inconsciente. Esto facilita unas bases más concretas para
analizar la posibilidad de que el tipo humano resultante y el correspondiente
nivel de la conciencia ofrezcan una alternativa prometedora y esperanzadora a
la situación actual.
Numerosas observaciones sugieren que el individuo que se halla bajo una
fuerte influencia de las matrices perinatales negativas no sólo enfoca la vida
y los problemas de un modo insatisfactorio, sino que sus consecuencias a largo
plazo son destructivas y autodestructivas. Ya hemos hablado del tipo de
existencia regido por «la ley del más fuerte» y por el «tráfago», así como la
estrategia que caracteriza en grado diverso a aquellos individuos que no se han
enfrentado experiencialmente al tema de la muerte o no han completado la
gestalt del nacimiento.
La dinámica de las matrices perinatales negativas impone en la vida una
trayectoria lineal y crea un fuerte e incesante impulso hacia la persecución
de metas futuras. Dado que la psique de dichas personas está dominada por el recuerdo
del encarcelamiento doloroso en el canal del parto, el sujeto no llega jamás a
experienciar el momento y las circunstancias presentes con plena satisfacción.
Al igual que el feto que intenta escapar de la opresión incómoda hacia una
situación más aceptable, la persona en cuestión se esfuerza en todo momento
pra conseguir algo diferente a lo que le ofrecen las circunstancias presentes.
Las metas elaboradas por la mente en dichas circunstancias pueden identificarse
fácilmente como sustitutos del nacimiento biológico y de los cuidados posteriores
al parto. Dado que dichas metas no son más que reemplazantes psicológicos y
espejismos imaginarios, su logro no podrá aportar jamás una satisfacción
verdadera. La frustración resultante generará entonces nuevos planes, u otros
más ambiciosos del mismo género. Con esta actitud mental, la naturaleza y el
mundo parecen suponer, en general, una amenaza potencial y algo que debe ser
conquistado y controlado.
A escala colectiva y global, este estado mental genera una filosofía de
la vida que hace hincapié en la fuerza, la competencia y el dominio personal, y
glorifica tanto el progreso lineal como el crecimiento ilimitado. Considera el
beneficio material y el incremento del producto nacional bruto como criterios
principales de bienestar y medida del nivel de vida. Dicha ideología, así como
las estrategias resultantes de la misma, colocan a los seres humanos en un
grave conflicto con su naturaleza como sistemas biológicos y con las leyes
universales básicas. A pesar de que los organismos biológicos dependen
fundamentalmente de valores óptimos, dicha estrategia introduce el imperativo
artificial y peligroso de aumentar al máximo los objetivos.' En un universo
cuya naturaleza intrínseca es cíclica, propugna y recomienda la linealidad y el
crecimiento ilimitado. Otra complicación adicional consiste en que esta visión
de la existencia es incapaz de reconocer la necesidad urgente y absoluta de
sinergia, complementariedad, cooperación y preocupación ecológica.
El individuo que ha completado el proceso perinatal y ha establecido
contacto experiencial con los recuerdos de los estados intrauterinos positivos
(y las matrices transpersonales positivas) presenta una imagen muy diferente.
La experiencia con el organismo materno en el nivel fetal es equivalente a la
experiencia del adulto con relación al conjunto del mundo y la totalidad de la
humanidad. En cierto sentido el primero representa un modelo prototípico y
mitigado del segundo. Por consiguiente, la naturaleza y calidad de la matriz
perinatal que influya en la psique del individuo ejercerá una profunda
influencia no sólo en la experiencia subjetiva de dicha persona, sino en su
actitud y enfoque hacia los demás, la naturaleza y la existencia en general.
Cuando uno experiencia el cambio de matrices perinatales negativas a
positivas, el grado de deleite general en la vida, así como su capacidad para
disfrutar de la misma aumentan considerablemente. Pasa a ser posible obtener
satisfacción del momento presente, así como de muchas situaciones y funciones
ordinarias, tales como comer, el sexo, las simples interacciones humanas, las
actividades laborales, el arte, la música, el juego o los paseos. Esto reduce
considerablemente la inversión emocional en la persecución de diversos
esquemas complicados, de los que se espera obtener satisfacción en el futuro y
que fracasan tanto si se alcanzan como no sus objetivos. En este estado
mental, es evidente que la medida definitiva del nivel de vida individual lo
constituye la calidad de la experiencia y no la cantidad de logros y de posesiones
materiales.
Simultáneamente con dichos cambios, el individuo desarrolla una
percepción profunda de la importancia fundamental de la sinergia, la
cooperación y la armonía, así como un interés natural Por la ecología. La
actitud hacia la naturaleza («La Madre Naturaleza») descrita anteriormente, se
ha modelado de acuerdo con la experiencia precaria y conflictiva del feto con
el organismo materno en el proceso del parto biológico. Los nuevos valores y
actitudes reflejan la experiencia del feto en el útero durante la existencia
prenatal. Los aspectos de nutrición mutua, simbióticos y complementarios de
dicha situación (en el caso de un útero predominantemente bueno) tienden a
reemplazar automáticamente al énfasis competitivo y explotador del antiguo
sistema de valores. El concepto de la existencia humana como lucha entre la
vida y la muerte por la supervivencia cede ante una nueva imagen de la vida
como manifestación de la danza cósmica o de la obra divina.
Pasa a ser claro que a fin de cuentas no podemos hacerles nada a los
demás y a la naturaleza, sin hacérnoslo simultáneamente a nosotros mismos. Todo
intento de dividir la unidad de la existencia, filosófica, ideológica,
sociopolítica y espiritualmente en unidades independientes con intereses
conflictivos (individuos, familias, grupos religiosos y sociales, partidos
políticos, alianzas comerciales y naciones) aceptado seriamente como realidad
absoluta, resulta superficial, miope y en definitiva autodestructivo. Desde
este nuevo punto de vista, es difícil comprender que se cierren los ojos ante
las perspectivas suicidas de una dependencia creciente en los combustibles
sólidos, que desaparecen con gran rapidez y no se considera la importancia
fundamental de reorientar el mundo hacia fuentes de energía cíclica y
renovable.
Como consecuencia de dichos cambios, la estrategia consumidora se
transforma de un modo natural pasando de una psicología de consumo conspicuo y
del desperdicio, a una conservación y «simplicidad voluntaria», en el sentido
de Duane Elgin (1981). Es evidente que la única esperanza para alcanzar una
solución política y social estriba en una perspectiva transpersonal que supere
la absurda psicología de «ellos contra nosotros», causando a lo sumo cambios
ocasionales al estilo del péndulo, en los que los protagonistas intercambian
el papel de opresor y oprimido.
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
BIBLIOGRAFÍA
La única solución auténtica debe reconocer la naturaleza colectiva del
problema y ofrecer perspectivas satisfactorias a todos sus miembros. La
sensación profunda de unidad con el resto del mundo tiende a abrir el camino de
una apreciación auténtica de la diversidad y una tolerancia de las diferencias.
Los prejuicios sexuales, raciales, culturales y de cualquier otra-índole
parecen absurdos e infantiles desde una perspectiva ampliada del mundo y una
comprensión de la realidad que incluya la dimensión trascendental.
Después de investigar el potencial de los estados inusuales de la
conciencia, a lo largo de más de un cuarto de siglo, no me cabe duda alguna de
que la transformación descrita puede ser alcanzada a escala individual. A lo
largo de los años he sido personalmente testigo de muchos ejemplos dramáticos
de dicha evolución, asistiendo a individuos en la terapia psicodélica y en la
autoexploración experiencia( sin el uso de drogas, en particular la terapia
holotrópica. Queda por ver hasta qué punto es aplicable el mismo enfoque a
mayor escala. No cabe duda de que la popularidad creciente de diversas formas
de meditación y otras prácticas espirituales, así como diversas formas
experienciales de psicoterapia, representan una tendencia alentadora.
A pesar de las dudas que puedan existir con relación a la factibilidad
de dicha estrategia como instrumento de cambio en el mundo, podría muy bien ser
nuestra única oportunidad auténtica en las actuales circunstancias. Los medios
y canales disponibles actualmente para resolver la crisis mundial no ofrecen
muchas esperanzas al observador crítico. En términos prácticos el nuevo enfoque
se propone complementar lo que uno haga en el mundo exterior, con un proceso
sistemático de autoexploración profunda. De este modo, el conocimiento técnico
pragmático de cada uno de nosotros puede ser complementado y dirigido por la
sabiduría del inconsciente colectivo.
La transformación interna sólo se puede alcanzar a través de la
determinación individual, el esfuerzo concentrado y la responsabilidad
personal. Todos los planes destinados a cambiar la situación mundial son de un
valor problemático, a no ser que incluyan un esfuerzo sistemático para cambiar
la condición humana que ha creado la crisis. En la misma medida en que el
cambio evolucionario de la conciencia constituye un requisito vital para el
futuro del mundo, el resultado de este proceso depende de la iniciativa de cada
uno de nosotros.
He escrito este libro con la esperanza de que los conceptos, técnicas y
estrategias descritas en el mismo puedan ser de utilidad a quienes participen
en el proceso de transformación o que se interesen por seguir dicho camino. Es
una expresión de mi profunda creencia y confianza en el proceso evolutivo en el
que todos participamos.
NOTAS
Capítulo uno
1. En su trabajo más reciente, Thomas Kuhn ha comenzado a diferenciar
mayor número de constituyentes y elementos específicos de lo que originalmente
calificó con el término global de paradigma. Así pues, distingue por ejemplo
entre generalizaciones simbólicas (la práctica de expresar ciertas relaciones
fijas en situaciones sucintas, tales como f = ma, I = V/R, o E = mcz); la
creencia en modelos determinados (modelo planetario del átomo, modelo de
partículas u ondas de la luz, modelo de los gases como pequeñas bolas de billar
de materia física en movimiento azaroso, etc.); compartir valores (importancia
de la predicción, comprobabilidad, repitibilidad, consistencia lógica,
plausibilidad. visualizabilidad, o margen de error aceptable); y modelos
(ejemplos de soluciones concretas a los problemas a los que se han aplicado
principios aceptados en áreas diversas).
2. Ejemplos de lo dicho los constituyen los axiomas básicos de la geometría
de Euclides (dos puntos sólo se conectan por una línea recta y dos líneas
paralelas nunca se encuentran), los postulados de Newton sobre la indestructibilidad
de la materia o sus leyes del movimiento y los principios de Einstein de la
constancia o de la relatividad.
3. Según Frank, el objeto de la ciencia es el de crear un sistema de
relaciones entre símbolos y definiciones operacionales de los mismos, de modo
que las conclusiones lógicas obtenidas de dichas afirmaciones se conviertan en
manifestaciones de hechos observables, susceptibles de confirmación por observación
a través de los sentidos.
4. El siguiente análisis del paradigma newtoniano-cartesiano sigue, hasta
cierto punto, las formulaciones de Fritjof Capra en sus libros: El tao de la
física (1975) y The Turning Point (1982). Reconozco con agradecimiento la influencia
que han ejercido en mi forma de pensar sobre este tema.
5. La palabra griega atomos se deriva del verbo temnein, que significa
«cortar», con el prefijo negativo «a» significa «indivisible», es decir, lo que
ya no puede ser cortado.
6. Este concepto ha sido expresado en su forma más sucinta por los «materialistas
vulgares». Se niegan a aceptar que la conciencia sea diferente a cualquier otra
función fisiológica y afirman que el cerebro produce la conciencia del mismo
modo en que los riñones producen orina.
7. Un punto de vista similar ha sido expresado recientemente por R. D.
Laing, en su erudita y excelente obra The Voice of Experience (1982).
8. Un buen ejemplo de esta experiencia la constituye la visión de
Charlotte analizada en el libro Realms of the Human Unconscious: Observations
from LSD Research (1975, pp. 227 y ss.).
9. Una descripción detallada de diversos tipos de experiencias
psicodélicas, con ejemplos clínicos, puede hallarse en mi libro Realms of the
Human Unconscious (1975). El capítulo dos de este libro constituye una versión
condensada de dicho material.
10. El término perinatal es una palabra compuesta grecolatina, cuyo
prefijo peri significa literalmente «alrededor» o «cerca» y natalis se traduce
como «perteneciente al parto». Sugiere acontecimientos que preceden inmediatamente
o siguen al parto biológico, o están asociados con el mismo.
11. Las experiencias ocasionales de progresión histórica, destellos
precognoscitivos o las complejas visiones clarividentes del futuro suponen un
problema especial en este contexto.
12. Los siguientes, entre otros, son ejemplos de ellos: Fritjof Capra
The Tao of Physics (1975) y The Turning Point (1982), Lawrence LeShan The Medium,
the Mystic, and the Physicist (1974), Arthur Young The Reflexive Universe
(1976b) y Geometry of Meaning (1976a), Gary Zukav The Dancing WuLi Masters
(1979), Nick Herbert Mid Science: a Physics of Consciousness Primer (1979),
Fred Wolf Taking the Quantum Leap (1981), e Itzak Bentov Stalking the Wild
Pendulum (1977).
13. Este concepto de vacío dinámico muestra una similitud extraordinaria
con el del vacío cósmico y supracósmico de muchos sistemas de la filosofía perenne.
14. Se encuentran aspectos importantes de la crítica de la ciencia
mecanicista en las siguientes obras de Gregory Bateson: Steps to an Ecology of
Mind (1972) y Mind and Nature: A Necessary Unity (1979).
15. El conflicto conceptual entre la ciencia mecanicista y los
revolucionarios descubrimientos modernos representa una réplica del antiguo
conflicto entre las escuelas principales de la filosofía griega. La escuela
jónica de Mileto (Tales, Anaxímenes, Anaximandro y otros) consideraba que la
cuestión filosófica básica era: «¿De qué está hecho el mundo? ¿Cuál es la
sustancia básica?» En contraste, Platón y Pitágoras creían que lo fundamental
era la forma, la pauta y el orden del mundo. La ciencia moderna es claramente
neoplatónica y neopitagórica.
16. Las «estructuras disipativas» derivan su nombre al hecho de que mantienen
una producción entrópica permanente y disipan la entropía acumulada por
intercambio con el medio ambiente. El ejemplo más famoso lo constituye la
denominada reacción de Belousov-Zhabotinski, que consiste en la oxidación con
bromuro del ácido malónico en una solución de ácido sulfúrico, en presencia de
cerio, hierro o iones de manganeso.
17. Las obras de Erich Jantsch Design For Evolution (1975) y The Self-Organizing
Universe (1980) constituyen una fuente única de información adicional sobre
los descubrimientos analizados.
18. El ejemplo más famoso lo constituye la observación anecdótica narrada
por Lyall Watson en Lifetide (1980), conocida como el «fenómeno del ciento
mono». Cuando una joven mona japonesa «Macaca fuscaca», en la isla de Koshima,
aprendió una forma completamente nueva de conducta (lavando boniatos crudos
cubiertos de arena y tierra) no sólo transmitió dicho comportamiento a los
simios con los que se relacionaba, sino que se extendió a los monos de las
islas circundantes, a partir del momento en que un número considerable de
individuos hubieron aprendido el truco.
19. En los últimos años, la física se ha ido acercando rápidamente al
punto en el que tendrá que tratar explícitamente con la conciencia. Hay físicos
eminentes que creen que una teoría amplia de la materia en el futuro deberá incorporar
la conciencia como constituyente integral y fundamental. Diferentes versiones
de esta idea han sido expresadas por Eugene Wigner (1967), David Bohm (1980),
Geoffrey Chew (1968), Fritjof Capra (1982), Arthur Young (1976b), Saul-Paul
Sirag y Nick Herbert (1979).
20. Los datos clínicos en los que se basa dicho supuesto y los errores
lógicos que se incluyen en su interpretación han sido ya analizados al
principio del libro.
21. Los sabios de la tradición Hwa Yen (Kegon japonés y Avatamsaka
sánscrito) ven el todo como algo que abarca los universos como un solo organismo
de procesos mutuamente interdependientes e interpenetrantes de conversión y
desconversión. Hwa Yen expresa dicha situación con la siguiente fórmula: «UNO
EN TODO, TODO EN UNO, UNO EN UNO, TODO EN TODO.»
22. Esto significa que al explorar una imagen holográfica desde
distintos ángulos, se manifiestan y desarrollan aspectos anteriormente ocultos,
lo que no ocurre con la fotografía o cinematografía convencional, que al
mirarlas desde distintos ángulos simplemente se distorsiona la imagen.
23. Las teorías de David Bohm han sido descritas en numerosos artículos
en revistas profesionales y en su libro Wholeness and the Implicate Order
(1980) [La totalidad y el orden implicado, Ed. Kairós, Barcelona, 1988].
24. El lector interesado hallará una explicación popular de estos nuevos
enfoques de la investigación cerebral en la obra de Paul Pietsch, Shufflebrain:
The Quest for the Hologramic Mind (1981).
25. El intento reciente del científico soviético V. V. Nalimov para
formular una teoría del inconsciente basada en la semántica y la teoría de la
probabilidad, es de especial interés en este contexto. Explora la idea en
Realms of the Unconscious: The Enchanted Frontier (1982).
Capítulo dos
1. Una función importante del terapeuta en la psicoterapia tradicional consiste
en saber distinguir el material importante del que no lo es, detectar las
defensas psicológicas y ofrecer interpretaciones. La dificultad de dicha labor
estriba en que está vinculada a un paradigma. No hay consenso general sobre lo
que es importante, ya que depende de que uno sea freudiano, adleriano,
rankiano, kleiniano, sullivaniano, o exponente de cualquier otra escuela de
psicoterapia dinámica. Si tenemos además en cuenta la distorsión producida por
la contratransferencia, la ventaja del enfoque experiencial es inmediatamente
evidente.
2. En cuanto a la etimología de la palabra perinatal véase la nota 10
del capítulo uno.
3. La muerte del ego y la experiencia del renacimiento no ocurre una
sola vez. A lo largo de la autoexploración profunda sistemática, el
inconsciente la representa repetidamente con distintas dimensiones y énfasis
hasta completar el proceso.
4. Esta descripción refleja la situación ideal de un nacimiento normal y
sin complicaciones. Un parto prolongado y debilitador, el uso de fórceps o anestesia
general, así como otras implicaciones, introducirían distorsionantes experienciales
específicas en esta matriz.
5. En el estado de unión simbiótica con el organismo materno no existe
dicotomía entre el sujeto y el objeto siempre que no haya intervención
externa. Los trastornos del estado intrauterino o el dolor y el sufrimiento del
parto parecen crear la primera distinción entre el «sufrimiento propio» y el
«dolor infringido por el otro».
Capítulo tres
1. Muchas de las ideas analizadas en este capítulo forman parte de un ensayo
escrito por Fritjof Capra, en la época en que explorábamos conjuntamente la
relación entre la psicología y la física moderna. Esto explica cierta
superposición conceptual con dos capítulos de su libro The Turning Point
(1982).
2. La proposición genética del psicoanálisis se refiere a psicogénesis y
no debe confundirse con la hereditaria. Trata de la lógica con desarrollo, mostrando
cómo los acontecimientos del pasado han determinado la historia del individuo y
cómo el pasado está contenido en el presente.
3. Los mecanismos de defensa emergen como consecuencia de la lucha entre
las presiones del ello (id) y las exigencias de la realidad externa. Manifiestan
una asociación específica con las fases individuales del desarrollo libidinoso
y tienen una relación con la etiología de varios tipos de psicopatología. Los
mecanismos de defensa más importantes hallados en la literatura psicoanalítica
son la represión, el desplazamiento, la formación reactiva, el aislamiento, el
deshacer, la racionalización, la intelectualización, la negación, la regresión,
los mecanismos contrafóbicos, el retirarse y eludir, la introyección, la
identificación, la representación, la sublimación y la elaboración creativa. La
mejor fuente de información adicional sobre los mecanismos de defensa-lo
constituye la obra pionera de Anna Freud The Ego and the Mechanisms of Defense
(1937).
4. Jay Haley presentó un análisis brillante y divertido de esta
frustrante situación en su ensayo: «El arte del psicoanálisis» (1958).
5. Según la descripción de Sullivan, el «buen pezón», además de suministrar
leche da consuelo da sensación de seguridad» Un «mal pezón» ofrece alimento,
pero en un contexto emocional insatisfactorio, como en el caso de una madre
angustiada, tensa o sin amor. Un «pezón erróneo», tal como el pulgar del propio
niño, da la sensación de un pezón, pero no ofrece alimento ni seguridad.
6. El biógrafo de Freud, Ernest Jones (1961), nos ofrece una descripción
fascinante de la reacción de Freud ante la publicación de The Trauma of Birth
(1929), de Rank. Según Jones, Freud experimentó un profundo shock emocional al
leer el libro. Le preocupó enormemente que los descubrimientos de Rank
ofuscaran su contribución a la psicología. A pesar de ello, su visión del tema
fue inicialmente muy ecuánime, refiriéndose a las ideas de Rank como «el
progreso más importante desde el descubrimiento del psicoanálisis» y sugirió
que debían ser tratadas con el debido interés científico. No fue la discrepancia
científica de Freud, sino su visión política lo que le impulsa a excomulgar a
Rank. Ello fue instigado por cartas que Freud recibió de Berlín, advirtiéndole
que la visión hereje de Rank causaría una escisión irreparable del movimiento
psicoanalítico.
7. Debemos mencionar en este sentido que la filosofía y la obra
literaria de Jean Paul Sartre fueron profundamente influidas por una sesión de
mescalina indebidamente resuelta, dominada por elementos de la MpB 2. Este
tema ha sido explorado detalladamente en un ensayo especial de Thomas
Riedlinger (1982).
8. Fue Einstein quien durante un encuentro personal alentó a Jung para
que prosiguiera con el concepto de sincronicidad (1973b). Jung tenía una
amistad particularmente íntima con Wolfgang Pauli, uno de los fundadores de la
teoría cuántica, que halló su expresión en una publicación conjunta del ensayo
de Jung sobre la sincronicidad y un estudio de Pauli sobre los arquetipos en
la obra de Johannes Kepler (Pauli 1955).
Capítulo cuatro
1. Debería quedar claro por el contexto que limitamos nuestro análisis a
los problemas causados por factores psicológicos y que excluimos las condiciones
con una causa evidentemente orgánica, tal como el agotamiento debido a una
enfermedad física grave, paraplejía, o la disfunción química grave del sistema
nervioso autonómico.
2. El proverbio latino Inter feces and urinas nascimur (nacemos entre heces
y orina) no es, por consiguiente, una metáfora filosófica, sino una descripción
realista de un parto humano típico, a no ser que se tomen medidas específicas
para modificarlo.
3. Observaciones regulares del dolor revivido asociado con el corte del
cordón umbilical contradicen las alegaciones médicas, según las cuales dicho
procedimiento no puede ser doloroso, ya que el cordón umbilical carece de
nervios. La observación meticulosa de los recién nacidos al cortarles dicho
cordón indica claramente la presencia de su reacción al dolor.
4. Ésta era, según los informes de la CIA citados en el libro, la
preferencia sexual de Adolf Hitler. El dictador que aspiraba en convertirse en
el dirigente absoluto del mundo entero, en su vida sexual privada deseaba ser
atacado, torturado, humillado, y defecado encima.
5. El uso de todos estos ingredientes es perfectamente coherente desde
el punto de vista de la psicofarmacología moderna. Las plantas de la familia de
belladona contienen poderosos alcaloides psicoactivos como la atropina, escopolamina
e hisociamina, mientras que la piel del sapo es la fuente de la dimetilserotonina
o bufotenina, sustancias también psicodélicas.
6. Las fuertes, irracionales e incomprensibles sensaciones de
culpabilidad pueden ser insoportablemente poderosas y llegar a conducir al
individuo a cometer algún crimen. La habilidad de vincular dicha culpabilidad
con una situación concreta aporta frecuentemente cierto grado de alivio. Esta
condición, en la que la culpabilidad precede al crimen y en realidad lo genera,
es conocida en la psiquiatría como pseudodelincuencia. El delincuente típico no
suele sentirse culpable y su conflicto es con la sociedad y la justicia, y no
de orden intrapsíquico.
7. Jane English (1982), que ha estudiado sistemáticamente los efectos de
los nacimientos por cesárea electiva, describe algunas características adicionales,
tales como el vínculo con el tocólogo y las subsiguientes distorsiones específicas
de las relaciones con personas del mismo sexo, la pauta de diversas tensiones
corporales, la actitud defensiva con relación al enfoque físico y otras.
8. La nueva técnica del parto subacuático introducida por el médico
soviético Igor Charkovsky, del Instituto de Investigación Científica de Moscú
merece una atención especial en este contexto.
9. La estructura anatómica del útero contiene un conjunto muy complejo
de fibras musculares en las que se combinan elementos longitudinales, circulares
y espirales. Las arterias uterinas siguen una pauta circular entretejida en
dicho complejo muscular. En consecuencia, cada contracción comprime los vasos
sanguíneos e interrumpe el contacto interno entre madre e hijo, mediado por el
suministro sanguíneo de la placenta.
10. Cabe mencionar en este caso el ejemplo de un ex colega mío que se
suicidó. Era un eminente profesor universitario especializado en psiquiatría y
toxicología. En uno de sus ataques periódicos de depresión, se quitó la vida en
el instituto donde trabajaba, practicándose profundas incisiones en la garganta
con una navaja de afeitar. Si simplemente hubiera querido acabar con su vida,
conocía diversos venenos que le habrían permitido alcanzar su propósito de un
modo limpio, elegante y desprovisto de dolor. Sin embargo, algo en su interior
le impulsó a elegir una forma drástica y sangrienta de hacerlo.
11. Según los relatos populares y las descripciones de personas
rescatadas de la muerte en la nieve y en el hielo, al período inicial de
congelación agonizante le sigue una experiencia de calor tranquilizante, una
agradable sensación de fundirse y una condición que recuerda el sueño o la
estancia en un nutritivo útero.
12. Los orígenes de este fenómeno no están perfectamente claros. Parece
haber cierta conexión con los partos de ciertos grupos étnicos, en los que las
mujeres dan a luz de pie, o con recuerdos filogenéticos de los partos de
ciertas especies de mamíferos, en los que el nacimiento incluye una caída.
13. Para un análisis interesantísimo de la relación entre el shamanismo
y la psicosis, véase el ensayo de Julian Silverman «Los shamanes y la esquizofrenia
aguda» (1967). El estado de conciencia shamánico y las técnicas shamánicas han
sido explorados desde un punto de vista moderno por Michael Harner en su
excelente obra The Way of the Shaman (1980) y por Mircea Eliade en su estudio
clásico Shamanism: The Archaic Techniques of Ecstasy (1964).
14. Parece
apropiado mencionar en este punto la obra erudita y bien documentada de
Wasson, Hofmann y Ruck, The Road to Eleusis (1978). Los autores aportan
abundantes pruebas de que se utilizó una preparación de cornezuelo del centeno
clínicamente próxima al LSD-25 como sacramento en los misterios de
muerte-renacimiento en Eleusis a lo largo de casi tres mil años.
15. Las observaciones de la práctica de la terapia holotrópica,
descritas en el capítulo siete, son importantes desde este punto de vista. Para
ello no es preciso utilizar una potente droga psicoactiva como el LSD, con el
fin de enfrentarse experiencialmente a los niveles perinatales o
transpersonales de la psique. Un ambiente adecuado, la respiración acelerada y
música evocativa inducen en pocos minutos, en un grupo de individuos seleccionados
al azar, experiencias inusuales calificadas tradicionalmente de psicóticas. Sin
embargo, dicho fenómeno tiene lugar a corto plazo, es plenamente reversible y
favorece la curación psicosomática y el crecimiento de la personalidad.
Capítulo cinco
1. El término enfermedad, o unidad nosológica (del griego nosos que significa
«enfermedad»), tiene un significado muy específico en la medicina. Indica que
el trastorno tiene una causa, o etiología, específica de la que uno debería
poder derivar su patogénesis, o desarrollo de los síntomas. La comprensión del
trastorno en dichos términos debería conducir a estrategias y medidas
terapéuticas específicas, y a conclusiones prognósticas.
2. El principio de intensificación de los síntomas es esencial para la
terapia psicodélica, la integración holonómica y la práctica de la gestalt. El
mismo principio gobierna la práctica de la medicina homeopática y se halla
presente en la técnica de intención paradójica de Victor Frankl.
3. La lobotomía es un procedimiento psicoquirúrgico, que en su forma más
elemental, consiste en cortar las conexiones entre el lóbulo central y el resto
del cerebro. Esta técnica por la que el cirujano portugués Egas Moniz recibió
el premio Nobel en 1949, se utilizó al principio de un modo generalizado con
los esquizofrénicos y los neuróticos obsesivo-compulsivos graves. Más adelante
se abandonó y sustituyó por intervenciones microquirúrgicas más sutiles. La
importancia de motivaciones irracionales en la psiquiatría se manifiesta por
el hecho de que algunos psiquiatras que no vacilaron en recomendar dicha
operación para sus pacientes, más adelante se resistieron al uso de LSD, en
base a que podía causar daño cerebral, no detectable por los métodos
presentes.
4. No nos es posible ofrecer en estas páginas una descripción detallada
de los problemas relacionados con el diagnóstico psiquiátrico, la definición de
normalidad, su clasificación, evaluación de los resultados terapéuticos y de
sus consecuencias. El lector interesado hallará información pertinente al caso
en las obras de Donald Light (1980), Thomas Scheff (1974), R. L. Spitzer y P.
T. Wilson (1975), Thomas Szasz (1961) y otros.
Capítulo seis
1. Hilotrópico (derivado del griego hylé «materia» y trepein «avanzar»)
significa «de orientación material».
2. Holotrópico (derivado del griego holos, «todo» y trepein «avanzar»)
significa hacia el conjunto o la totalidad.
3. En un análisis personal sobre la aplicación de la teoría holonómica a
la psicopatología, Karl Pribram nos ofrece un ejemplo muy interesante. Pone de
relieve el hecho de que ni la costa sólida, ni las olas del mar abierto
presentan problema alguno, ni peligro, y pueden ser perfectamente manejadas por
el ser humano. Es la interrelación del mar con la tierra sólida, la línea donde
estos dos elementos entran en conflicto entre sí, el lugar en el que se crea
un torbellino peligroso.
4. Las necesidades anaclíticas (del griego anaklinein «apoyarse») son
ciertas necesidades primitivas de naturaleza infantil, tales como las de ser
tenido en brazos, balanceado, acariciado y alimentado.
5. Para un análisis detallado de la influencia de los sistemas COEX, las
matrices perinatales básicas y los sistemas de gobernación transpersonales,
véase Grof: LSD Psychotherapy (1980, pp. 218-227).
6. Una ilustración clínica dramática de este fenómeno aparece en mi libro:
LSD Psychotherapy (1980, p. 219).
7. Las experiencias que incluyen elementos perinatales son de un poder y
potencial terapéutico que supera la comprensión de los psicoterapeutas acostumbrados
al trabajo inacabable y agobiador del análisis de los reinos biográficos. El
impacto terapéutico y transformador de las experiencias próximas a la muerte y
de las de la muerte psicológica se ponen de relieve en el estudio de David
Rosen (1975) de diez supervivientes de intentos de suicidio en los puentes de
Golden Gate y Oakland Bay, en San Francisco. Todos manifestaban síntomas de
una transformación profunda de la personalidad, a pesar de que la caída desde
la baranda del puente hasta la superficie del agua había durado sólo tres
segundos y la operación de rescate unos pocos minutos. Se pueden observar
cambios similares en los supervivientes de enfermedades graves, accidentes y
operaciones. Menciono estos ejemplos extremos para ilustrar el extraordinario
potencial transformador de ciertas experiencias poderosas. La utilización de
dichos mecanismos curativos en un ambiente seguro y controlado ofrece nuevas
posibilidades revolucionarias para la psicoterapia.
8. Fritjof Capra, en un discurso sobre medicina holística y física
moderna, en una ocasión utilizó un importantísimo ejemplo de la vida cotidiana
para ilustrar lo absurdo de la orientación sintomática en la terapia. Le pidió
al público que imaginara la reacción de un conductor que al descubrir una luz
roja en el cuadro de mandos del vehículo, indicándole la falta peligrosa de
aceite en el motor, intentaba resolver el problema desconectando los cables de
dicho piloto. Satisfecho de haberlo resuelto, seguiría conduciendo su
vehículo.
9. El equivalente de dicha situación en la medicina física consistiría
en reprimir el vómito que liberaría al estómago de su contenido tóxico,
interrumpir el proceso de inflamación que intenta eliminar un cuerpo ajeno, o
recetar sedantes para la tensión sexual en lugar de apoyar la actividad sexual.
Capítulo siete
1. El lector interesado en el uso terapéutico de sustancias psicodélicas
hallará información adicional en mis libros: Realms of the Human Unconscious
(1975), The Human Encounter with Death (1977) y LSD Psychotherapy (1980)•
2. El libro de próxima publicación de Richard Tarnas, actualmente sólo
disponible en forma mimeográfica, constituye una fuente de información única
para la comprensión de la astrología de tránsito de la que estoy hablando. Una
obra excelente sobre astrología de tránsito es la de Rober Hand, Planets in
Transit (1976).
Capítulo ocho
1. La psicohistoria es una nueva ciencia social que estudia la
motivación histórica. Aplica el método del análisis psicológico profundo a los
acontecimientos históricos subrayando especialmente las formas de educar a los
niños en distintos períodos y la dinámica infantil de personajes históricos importantes.
2. El sistema explicativo más fascinante y prometedor para la dinámica
de los acontecimientos históricos de gran alcance, en mi opinión, es la
astrología de tránsito, basada en el simbolismo arquetípico. La demostración de
su poder y de su lógica recalcitrante excedería en mucho las posibilidades de
esta obra. En el manuscrito de Richard Tarnas mencionado en la nota 2 del capítulo
siete se encuentra un análisis erudito y extraordinariamente documentado de
dicho enfoque.
3. Si el tamaño máximo, en lugar del óptimo, del cuerpo fuera la meta y
el ideal de la evolución, hoy en día existirían todavía los dinosaurios y
representarían la especie dominante. Existe un estudio muy interesante sobre
este tema en la fábula del «caballo poliploide» en la obra Mind and Nature
(1979) de Gregory Bateson. Las subidas y bajadas de la presión o temperatura sanguínea,
el aumento y descenso del número de células sanguíneas, la deficiencia o
exceso de hormonas, son extremos que tanto en un sentido como en otro están
relacionados con problemas específicos. Asimismo, una mayor cantidad de
comida, agua, vitaminas y minerales no es necesariamente beneficioso para el
organismo, en mayor grado que su deficiencia, ya que existen para todo ello
unos valores óptimos.
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